Castilla-La Mancha
JOSÉ BONO: «Rubalcaba es el socialista más listo que he conocido»
«España necesita que PP y PSOE se entiendan para dar solución a la crisis y al secesionismo». «Me duele cuando se presenta a la España constitucional y solidaria como madrastra»
MADRID- «Les voy a contar» no es un ensayo sobre el Estado o sobre la política, es un acta de los últimos 20 años de la vida de uno de los políticos más controvertidos del socialismo español. Un diario, que no unas memorias –porque «sabe usted que ésta es muy traicionera»– de casi 700 páginas en las que nos cuenta que Alfonso Guerra, «un perito de intrigas» se creía el dueño de voluntades ajenas; que el PP pasó la página de los GAL cuando pudo verse manchado Fraga; que Pujol le confesó haber obtenido mucho menos del PSOE que del PP o que González tuvo la tentación de volar a la cúpula de ETA… Charlamos con él unos minutos y hablamos de Cataluña, del PSOE, de los nacionalismos… de la necesidad –hoy más que nunca– de que PP y PSOE se entiendan.
–¿Le duele España, señor Bono?
–No tengo ahora ni he tenido nunca recato en decir que me siento español, que quiero a mí país y que no concibo una España dividida. No me siento apátrida, tengo patria y me duele cuando se presenta a la España constitucional y solidaria como madrastra.
–Si a la crisis económica se une el desgarro territorial, ¿es probable que se nos haya ido el país de las manos?
–No se puede negar la gravedad de la situación. Cuando centenares de miles de catalanes se manifiestan no queriendo ser españoles, no vale taparse los ojos. Hay que afrontar ese problema y tratar de darle solución, y ésta no pasa por taparse los ojos ni tampoco por sacar los ojos a quien no piensa ni siente como nosotros, sino por llegar a acuerdos. En España teníamos un problema territorial histórico en relación con País Vasco y Cataluña, y con el café para todos se generalizó el problema, pero no se resolvió. Al menos no se resolvió como se pensó entonces que se había resuelto. Treinta años después hay todavía que sentarse y llegar a acuerdos. No soy contrario a las Autonomías –he sido 21 años presidente de Castilla-La Mancha y sin ellas mi tierra no hubiese prosperado tanto–, lo que digo es que Cataluña y País Vasco exigen un tratamiento diferenciado. Eso sí, sin que ello suponga incrementar los derechos de los catalanes y los vascos sobre el resto de los españoles. Ahora bien, pagar más impuestos no puede ser el origen de tener más derechos. Si se llega a reconocer que pagar más impuestos da más derechos, el Estado estará en caída libre y la solidaridad, destruida. Una cosa es la diferencia y otra la desigualdad. Todos somos diferentes, pero todos somos iguales en derechos y en oportunidades, y eso ha de quedar muy claro, porque ése es el mandato de la Constitución y el que llevamos impreso en el fenotipo los socialistas.
–Si el café para todos fue un error, ¿la solución es una España federal?
–No digo que el café para todos fuera un error, sino que se vio como una solución definitiva y sólo era una salida a un problema que entonces existía –la posición de los militares que no aceptaban el hecho autonómico para Cataluña y País Vasco–. Con el café para todos se tragaron mejor la píldora.
–Le preguntaba por la propuesta de González de abrir un debate sobre una España federal...
–Lo federal evoca igualdad y creo que quienes hablan de un Estado federal asimétrico la ponen en duda. Un Estado federal asimétrico sería la negación del propio Estado federal, por tanto una organización con horizonte de igualdad y vocación federalista podría ser la solución.
–¿Estamos, como dice el nacionalismo, ante una nueva etapa en nuestro proyecto constitucional?
–No soy partidario de hacer titulares con palabras ajenas, lo que creo es que estamos ante una situación tremendamente delicada en el ámbito económico y de abierta secesión por parte de un sector importante de la población catalana. Aunque desde mi punto de vista creo que aún hoy son más los catalanes que quieren seguir siendo españoles que los que desean la secesión. Es momento de dejar a un lado los sentimientos y las vísceras, deberíamos llegar a acuerdos cuanto antes.
–Tan delicada es la situación que el Rey ha tenido que llamar la atención de los españoles…
–Cuando centenares de miles de ciudadanos salen a la calle y piden la independencia de España y el representante del Estado en esa Comunidad dice asumir la petición, lo normal es que el jefe de ese Estado que algunos quieren modificar diga algo. No me extraña que el Rey se manifieste. Me sorprendería que un padre de familia permaneciera en silencio si le quieren partir la casa.
–¿Dijo Don Juan Carlos en su «carta digital» lo que no se atrevió a decir el Gobierno?
–No he hecho un análisis de ese particular, y lo que quiero, como le he dicho, es que se busquen acuerdos y no dificultarlos con mis declaraciones. Pero me llamó la atención que hablase el Rey antes que el jefe del Gobierno.
–¿Por qué son los borbones ciertamente especiales, como dice usted en su libro?
–El Rey me gusta porque nadie duda de que los Reyes son humanos, muy humanos. Yo, desde luego, los prefiero frágiles a soberbios; arrepentidos a arrogantes; cercanos a estirados y sobre todo humanos a divinos. Nuestro Rey es humano y así se le quiere.
–Dígame, ¿pretende ajustar cuentas con alguien en este libro?
–No, no. Es una crónica cotidiana en la que hablo mucho de mi partido porque es lo que más he vivido. Felipe González es la persona que en el ámbito de la política más he valorado y más valoro.
–Me refería a Alfonso Guerra, a quien usted dibuja como el personaje más temido de la historia reciente del PSOE.
–El personaje más temido por los socialistas fue Franco. Alfonso Guerra fue importantísimo en las historias del partido de los años ochenta, con independencia de su carácter y su modo de hacer. Hizo que lo que fue el «guerrismo» fuera perdiendo fuerza hasta llegar a ser un planteamiento cualitativamente residual. Guerra tiene sus grandezas y hay que reconocerlas, y tiene sus diferencias. Yo las he tenido y doy cuenta en este libro de todas.
–El día que la plana mayor del PSOE volvía en un avión a Madrid de enterrar a Ramón Rubial, Rubalcaba bromeó con quedarse en tierra porque si había un accidente, él sería el único que podría hacerse cargo del partido. ¿Premonición?
–Lo cierto es que nos ha sustituido a todos sin necesidad de que cayera el avión. Igual que he dicho de Felipe que fue el político más importante del siglo XX, Alfredo es el socialista más listo que he conocido.
–¿Es el líder que necesita hoy el PSOE?
–Es el que hemos elegido. Y en mi partido, y yo lo sé bien, a los líderes se les elige en los congresos, no en las declaraciones a los periódicos.
–¿Se ha sabido Rubalcaba rodear de los mejores para este momento tan complicado para España y el PSOE?
–Imagino que sí. Aunque le reconozco que en las Ejecutivas tan numerosas que ahora tenemos, no les conozco a todos. Sería, por tanto, muy poco prudente que yo me manifestara en un modo negativo.
–¿Necesita el PSOE una catarsis para volver a reconciliarse con su electorado?
–Lo que necesita España es que el PSOE y el PP se entiendan, y que en lugar de pensar todos en ganar las elecciones, pensemos en conseguir soluciones a los graves problemas que tenemos: la crisis económica y los movimientos secesionistas que se plantean ya abiertamente.
–En su libro desnuda a banqueros, jueces, políticos y empresarios. ¿Es una enmienda a la totalidad de nuestro sistema democrático?
–En absoluto, lo que pretendo es la defensa y la reivindicación de la política, pero hecha por hombres y mujeres con defectos y aciertos. No se trata de una crónica de sociedad, sino de la realidad. En su conjunto, creo que es una reivindicación de lo cotidiano, es una defensa de la política hecha por seres humanos, no por dioses.
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