Barcelona
Pedagogía aérea para soberanistas desinformados
Los cazas del Ala 15 del Ejército del Aire han sobrevolado Cataluña 1.200 veces en 25 años
Zaragoza- Dieciséis o dieciocho vuelos mensuales. Cuatro o cinco de ellos sobre Cataluña. Multipliquen por 12 meses y, además, por 25 años, que son los que llevan operando los F-18 del Ala 15 en la base aérea de Zaragoza. En resumen: desde 1987, los cazas del Ejército del Aire español han podido realizar, aproximadamente, unos 1.200 vuelos de entrenamiento o de otro tipo sobre Cataluña. De todos ellos sólo uno, el del pasado 8 de octubre –ya comenzada la polémica soberanista de Artur Mas–, ha sido objeto de queja oficial por parte del alcalde de Ripoll, Jordi Munell, por cierto, de CiU.
Sin entrar en la polémica política –«como todo el mundo, tenemos nuestras opiniones, pero si las expresamos es en privado porque trabajamos para todos los españoles», argumenta a LA RAZÓN un mando de la base que prefiere permanecer en el anonimato– por lógicos motivos, lo que sí hizo ayer el coronel Francisco González-Espresati, jefe del Ala 15, fue una simple labor didáctica: explicar a un grupo de periodistas el trabajo diario que desarrolla esta unidad del Ejército del Aire español. Nada que ver con la pretendida «amenaza» que han querido ver algunos dirigentes de CiU, como el mencionado alcalde, u otros independentistas.
Para que se entienda: esos sobrevuelos no fueron más que ejercicios de adiestramiento rutinario que, en ningún caso, contravinieron ninguna de las estrictas normas que siguen todos los pilotos. «No se produjo ninguna irregularidad ese día», apostilló ayer en la base zaragozana el jefe de prensa del Ministerio de Defensa, Miguel Morer. Simplemente, Ripoll era el último punto de viraje para que los aparatos volvieran a su base. Y así lo hicieron, de acuerdo a las normas preestablecidas.
Esas normas que sigue el Ala 15, como cualquier otra unidad de la Fuerza Aérea española están perfectamente reguladas. Antes de comenzar su jornada de trabajo, los pilotos asisten a una sesión informativa en la que se repasan minuciosamente todos los parámetros de la misión: tipo, distancia, ruta, duración y altura del vuelo (por cierto, los vuelos supersónicos a baja cota –a 300 metros de altura– están absolutamente prohibidos). En este aspecto, el Ejército del Aire tiene especial cuidado con el sobrevuelo de zonas pobladas hasta el punto de que el piloto puede esquivar un punto conflictivo o aumentar su altura para evitar molestias a la población. Cuando la misión ha terminado, también se estudian los datos registrados durante el vuelo «para sacar conclusiones y poder mejorar nuestra preparación», añadió González-Espresati. Nada queda al azar.
De hecho, los dos cazas objeto de la polémica estuvieron en todo momento controlados, tanto desde la propia base aérea como desde el control militar del aeropuerto de Barcelona, nunca bajaron de su cota mínima de vuelo (300 metros de altura) ni sobrepasaron la barrera del sonido.
Por si había dudas, los mandos de la base aragonesa dejaron claro ayer que, a pesar de la polémica generada, las misiones se seguirán cumpliendo como hasta ahora aunque, «conscientes de la sensibilidad» que provocan estos vuelos, se ha recordado a los pilotos que deben ser especialmente escrupulosos –más todavía– en el cumplimiento de las normas antes citadas.
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