Barcelona
El Madrid vence al frío al viento y al Getafe (0-1)
Ramos, de cabeza, como Puyol, facilita el triunfo de su equipo. El árbitro se abstuvo en las áreas. El penalti más claro, de Pepe
En términos taurinos, tarde desapacible al sur de la Comunidad; aunque más correcto sería noche de perros. El balón tenía vida propia; pero tocaba jugar; incluso hubo público. El escenario, el Alfonso Pérez. Ganar al Getafe en su casa no resulta sencillo; es mucho más fácil caer en la tentación de acogerse a la ley concursal y sembrar la incertidumbre entre los acreedores, por ejemplo (Ángel Torres dixit). Otro ejemplo, el Barça perdió en el Coliseum... El partido y posibilidades de repetir título liguero. Al Madrid le costó imponerse. Venció sin alardes, sin brillo, con un fútbol tan gélido como el ambiente. Fue un triunfo profesional que los jugadores locales discutieron con el árbitro por no ver en el minuto 71 una mano de Pepe. Era penalti y pudo ser el empate. Por juego y ocasiones, sin embargo, la victoria madridista es indiscutible.
El Getafe, lastrado por las bajas, que acusa más que el Madrid, como es natural, hizo lo que buenamente pudo para defenderse: líneas juntas, disciplina en el trazo del fuera de juego, presión, no dar un centímetro al contrario y tampoco un balón por perdido. Enfrente, el líder, el de los 70 goles, con la ambición intacta y el vértigo de su entrenador reflejado en la alineación: Lass ocupó el sitio de Granero junto a Xabi Alonso, el futbolista insustituible.
Granero multiplica por diez la calidad técnica de Lass Diarra; es un repartidor de balones, de juego; el francés reparte estopa, sobre todo, y regala más pelotas de las que rebaña. Contra el Zaragoza, Granero demostró que estaba encontrando el sitio y que su asociación con Kaká, Özil y Alonso resultaba esperanzadora y tranquilizadora. Necesita minutos para acoplarse y para rendir al ciento por ciento; por muchos que disfrute su opositor, nunca podrá ofrecer lo que él añade al equipo: fútbol.
Como decía Albert Einstein, «es más fácil destruir un átomo que un prejuicio». Puede que Mourinho no tenga prejuicios, quizá, tal vez, quién sabe; pero preferencias, la tira. Y le gusta más ver a Lass junto a Xabi, aunque a éste le sequen con un marcaje pegajoso de esos que rompen al Madrid, que a Granero, válvula de escape del tolosarra y del equipo.
Pero el Madrid es tan superior al resto, no sólo al Getafe, que cual martillo pilón termina por aplastar. Puede que no marque Cristiano, o Benzema, u Özil o Kaká, no importa, en un saque de esquina aparece Sergio Ramos, con la fuerza, el acierto y la convicción de Puyol en el Barcelona, y restablece el orden jerárquico. Valera le vio llegar, intentó cerrarle y perdió el pulso. Sergio pudo más.
Con el gol en contra, el Getafe se puso nervioso. Empezó a protestar y a hacer faltas innecesarias y en 8 minutos, del 28 al 36, vio cuatro tarjetas. Más motivos para la queja tenían Özil, a quien Torres agarró de la camiseta cuando volaba solo hacia Moyà, y Cristiano, cuando perdió el equilibrio ayudado por el «samaritano» Cata Díaz ya dentro del área.
Hacía frío, soplaba el viento, enemigo de ambos contendientes, y Moyà padecía más que Casillas, si bien éste sólo vio cerca el balón al final del primer tiempo. Tuvieron su oportunidad Kaká y Benzema; también Miku y Casquero, remates desviados.
En la segunda parte, más frío, más viento, más dominio madridista e igual defensa numantina azulona. Se echaba de menos a Güiza, a Pedro León, que no hubiera podido jugar; y en el otro lado, a Marcelo, porque con el voluntarioso Coentrao el Madrid al ataque no es lo mismo. También en este periodo se produjo el penalti de Pepe, el futbolista más pitado en Getafe. Tiró Diego Castro y el portugués cortó con la mano. El árbitro no lo vio. Pepe, por si acaso, se fue al suelo, como si le hubieran dado en salva sea la parte; puro teatro.
Había ganado profundidad el anfitrión con la entrada de Gavilán y Arizmendi, y oxígeno con Lacen. Mourinho hizo los cambios de rigor: Callejón por Kaká, Higuaín por Benzema, que dispuso de un par de ocasiones, y ya al final, Granero por Özil, cuando el Getafe se volcaba sobre la portería de Casillas y conservar la pelota se antojaba misión imposible. Pedían la hora en el banquillo del Madrid mientras en el campo sus jugadores defendían con rigor el tanto de la victoria... Y el liderato.
Octava victoria consecutiva lejos del Santiago Bernabéu
La cabeza de Sergio Ramos dio al Real Madrid la octava victoria seguida fuera de casa, una de las claves de la diferencia de puntos que los blancos tienen respecto al Barça. Hace una vuelta completa que los de Mourinho cayeron en el Ciudad de Valencia y empataron en El Sardinero. Después de esa mala racha llegó la goleada en Cornellà (0-4) y desde entonces una «tarjeta» inmaculada en campo contrario. El Coliseum de Getafe nunca ha sido un lugar fácil para el Madrid, y ayer no resultó muy distinto. El viento y el frío no invitaban a los romanticismos y el líder firmó un partido práctico en el que casi no pasó apuros y tuvo opciones de marcar algún gol más. «Se me ha caído un jugador encima en la última jugada y se me ha ido un poco la rodilla, pero merece la pena a cambio de los tres puntos», decía el goleador algo dolorido nada más concluir el choque. «Estos son los partidos que te dan los títulos», decía Ramos. De momento, le sirve para mantener el ritmo al frente de la clasificación.
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