La Razón del Domingo
Ciudadanía o proletariado
Para la teoría marxista, el proletariado constituye una clase social (decimonónica, propia de la época de don Carlos Marx) que no poseía la propiedad de los medios de producción, o sea: los recursos y los medios que posibilitan la realización de un trabajo habitualmente encaminado a la fabricación de un artículo. El proletariado era una clase urbana que, habitualmente, trabajaba en las fábricas.
Era la clase social favorita de Marx. La distinguía claramente del «lumpemproletariado» que no estaba organizado y paseaba sus andrajos viviendo al margen de la ley y cayendo con frecuencia en la delincuencia y la prostitución. Ya se sabe: gente de mal vivir y «equívoca procedencia, licenciados de presidio, vagabundos, timadores, alcahuetes, escritorzuelos, dueños de burdeles, saltimbanquis…», y encima sin conciencia de clase. El proletariado fue un producto típico de la Revolución Industrial (que comenzó en Inglaterra, en la segunda mitad del siglo XVIII), cuando los avances mecánicos revolucionaron las manufacturas y la industria y se inició la mayor transformación tecnológica, económica y cultural del mundo. Un proceso en el que aún seguimos inmersos, pese a que la Revolución Industrial hace tiempo que dio paso a una serie sucesiva de Revoluciones Tecnológicas, que empezaron a ser verdaderamente vertiginosas a finales del siglo XX. Ha llovido mucho desde la máquina de vapor hasta Internet.
El proletariado marxista sólo contaba con su fuerza de trabajo, que vendía a los propietarios de los medios de producción (la antagónica burguesía, cuyos intereses eran hostiles a los de los trabajadores). Marx creía que el proletariado vivía enajenado, y que era urgente liberarlo de su opresión. No me cabe duda de que, en aquel tiempo, llevaba razón: los obreros fabriles eran esclavos de la producción industrial, y elementos imprescindibles de la creación de riqueza. En sus obras de juventud, decía Marx: «El comunismo es la vuelta del hombre a sí mismo en cuanto hombre social, es decir, el hombre por fin humano… El comunismo coincide con el humanismo». Lamentablemente no vivió lo suficiente para ser testigo de la Revolución Rusa o de la creación de la URSS.
Mañana, 14 de marzo, se cumplirá el 128 aniversario de la muerte de Marx; y han pasado casi 145 años desde la publicación de «El capital». Los obreros fabriles que quedan en Europa son pocos y bastante afortunados si sus empresas no se han «deslocalizado» todavía llevándose la producción a China, África o la India, donde abunda la mano de obra esclava. El siglo XX en Occidente convirtió a los obreros industriales en «clase media». El lenguaje político socialista contemporáneo transformó a la clase media contribuyente en «ciudadanía», haciendo así hincapié en nuestro aspecto de «comunidad», de masa. Herederos de una antigua clase esclava que no han logrado ser «individuos libres». (El individualismo es burgués, totalmente reaccionario.
El individualismo es el equivalente a los «medios de producción» de antiguamente). Hoy «Ciudadanía» es un eufemismo, el sinónimo posmoderno de «proletariado». Cosa lógica pues, al ritmo que nos despluman, pronto nos dejarán a todos más pelados que David Copperfield en el Londres de 1830.