ERE
Nuevos sindicatos franquistas por Martín Prieto
Aún sin Constitución, los directivos de un periódico convidamos a almorzar a Marcelino Camacho. El gran Marcelino sólo traía un mensaje obsesivo: la unidad sindical. Quería un sindicato único, le daba igual que fuera comunista o socialista y en pro del monolitismo estaba dispuesto a renunciar a las siglas CC OO. Muy amicalmente le dijimos: «No jodas Marcelinao; llevamos 40 años esperando unos sindicatos libres y plurales y nos quieres vender los sindicatos verticales contra los que tanto has luchado». Con renglones torcidos Camacho escribía derecho porque UGT y CC OO van del brazo y marcando el paso arrastradas por una burocracia sindical que como coartada imparte cursos de formación innecesarios o que no se hacen, no atienden a los desempleados, tienen una legión de liberados sindicales como fuerza de choque y exige obteniendo dinero del Gobierno, las regiones, los ayuntamientos hasta de las pedanías dando a cambio a sus socios estafas como la de Promoción Social de Viviendas. Por encima de la Unión Sindical Obrera y los sindicatos profesionales, Cándido Méndez y Toxo se dedican a la política que ya quisieran para sí los Diputados de la Nación. Méndez se pasaba las tardes en el Palacio de La Moncloa junto a Zapatero instruyéndole sobre lo que debía hacer. Y el ignorante lo hizo para mantener la calle fría. Y como todavía no pueden sentarse en el Consejo de Ministros exigen que la gobernanza del país sea sometida a referéndum. Para eso sobra el Gobierno y podríamos entretenernos preguntando al censo si quieren estos sindicatos políticos y de acción conjuntada u otros más austeros y representativos. Franco (que no jugaba), el inefable José Solís, Méndez y Toxo harían una buena mesa de mus y el 1 de mayo celebrarían un festival sindical en el Santiago Bernabeú. Marcelino sería feliz ante estos nuevos sindicatos verticales del siglo XXI.
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