Sevilla
Redondo Terreros
Me ha divertido la travesura de Alfonso Guerra. «Esto de jovencitos al poder y las mujeres primero no es una buena técnica». Ha dicho «técnica» cuando quizá su intención era hablar de «táctica». Pero su objetivo era el mismo con la técnica que con la táctica. Molestar un poco desde su atalaya de único vencedor del PSOE en las últimas elecciones. Le podrán rebatir sus compañeros recordando su silencio durante el desastroso período de Zapatero. Salva, por ahora, a Rubalcaba, con quien mantiene una buena relación, si bien no le escribiría un poema como el de Miguel Hernández a Ramón Sijé, «con quien tanto quería». Pero Guerra, que tiene más conchas que un galápago de las Malvinas, siempre reacciona así. Es cierto que lo de «las mujeres primero» refiriéndose a Carmen Chacón no se le habría tolerado a un dirigente del Partido Popular. Las feministas son muy suyas en este aspecto. Conceden bulas a la izquierda y no le pasan una a los liberales y conservadores. Ahí tienen el ejemplo de Marta Domínguez, acosada, perseguida, calumniada y humillada por los socialistas, proclamada inocente y triunfante, sin que una sóla mujer de las asociaciones ésas feministas haya salido en su defensa. Guerra está diciendo que Carmen Chacón es una calamidad para el futuro del PSOE, y las chicas se callan. Bien, no hay problema.
Alfonso Guerra se presentaba por Sevilla y en la provincia de Sevilla ha ganado el PSOE. Por muy poco, pero ha ganado. El último bastión de una Andalucía entregada y devastada por el socialismo. A Guerra, que conoce a su partido al dedillo, le preocupa la falta de consistencia de quienes se postulan para liderar al PSOE en los próximos años. No quiere nuevos «jovencitos» como aquel Zapatero que surgió de la nada, y no le convence el buenismo feminista ni la cuota por sexo. Pero alguien habrá. El alcalde de Toledo, por poner un ejemplo, Emilio García Page, que es un socialista moderado y moderno. Y vuelvo a Nicolás Redondo Terreros, el desaparecido contra su voluntad. Ningún valor en activo del socialismo ha sufrido el proceso de tortura y trituración que padeció Redondo Terreros por decisión de Zapatero. Y entre las mujeres, hay una ministra de la primera época zapateril, socialista desencantada y también maltratada, María Antonia Trujillo, que le da catorce vueltas en preparación, cultura y lealtad a sus ideas a Carmen Chacón. Fuera de eso, hay muy poquito ilusionante por esos predios, hoy mustios collados, aunque con Bono es aconsejable contar siempre.
Lo que no puede el PSOE es renovarse desde el rencor, los puños cerrados, la España de principios del siglo XX y «La Internacional». Aguas pasadísimas. Hasta el militante más impulsivo se reiría viendo a un dirigente del PSOE alzando el brazo, cerrando el puño y cantando eso de «Arriba los pobres del mundo». Ese socialismo tiene que tirarse a sí mismo de la cadena. Y pienso en Redondo Terreros, leal, masacrado, firme y decente. ¿Por qué no?