Así como Hessel nos conmina a indignarnos, varios autores, prologados por este mismo acumulador de tópicos, nos exigen: «Reacciona». Les gusta dar órdenes, se ve. Les gusta menos pensar con precisión, porque asombrosamente repiten el mismo diagnóstico: nuestros problemas se deben a que «se instauró el mercado libre» (J.L.Sampedro), «no se ha regulado nada» y los valores «se sustituyen por el mercado» (F. Mayor Zaragoza), «una crisis económica fabricada por un capitalismo rampante…la libre evolución de los mercados» (B. Garzón). Hay muchos más, pero todos apuntan en la misma dirección, una dirección que ellos no pueden no saber que es equivocada. No pueden no saber que el mercado libre no es lo que hemos vivido en las últimas décadas, que los impuestos y las regulaciones no han disminuido, que los estados no se han achicado, y que las finanzas tienen poco que ver con la libertad, puesto que el dinero es un monopolio público, regulado por autoridades públicas, que se llaman bancos centrales. Ignacio Escolar cree que la Europa del paro y los impuestos es «un capitalismo humano», y allá él, pero es interesante que nadie piense en por qué hay que humanizar el capitalismo y no el socialismo. Ángels Martínez i Castells afirma: «El capitalismo es una economía de la expropiación». Del socialismo no dice nada, claro, porque contra lo que hay que reaccionar es contra el capitalismo, el mercado y la libertad.