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Zambia
La lucha contra el sida se queda sin fondos
Un informe advierte del fracaso de los miembros de Naciones Unidas en su objetivo de proporcionar el acceso universal a la terapia y la prevención del VIH. Muchos países africanos se enfrentan ahora al agotamiento de antirretrovirales
Son las enfermedades de la pobreza. Sida, malaria y tuberculosis acaban con la vida de millones de personas en los países en desarrollo. Un cóctel molotov cuya onda expansiva no parece llegar a los gobiernos del «primer mundo». Como muestra, esta semana se publicaba en la revista «Science», el informe «Acceso Universal en la Lucha Contra el VIH/SIDA», en el que expertos en esta epidemia han advertido del fracaso de las Naciones Unidas en su objetivo de proporcionar el acceso universal a la terapia y la prevención del VIH que se marcaron en 2006 y cuyo límite se fijó para 2010. Sin medicaciónY si el año pasado estimaron que se requerían 25.000 millones de dólares para ayudar a los países con escasos recursos, a día de hoy, solamente han alcanzado 11.300 millones. Del informe se desprende también que muchos países africanos se enfrentan al agotamiento de antirretriovirales y a un riesgo creciente de resistencia a los fármacos, como consecuencia de interrupciones de tratamiento. «Si los gobiernos no hacen más en términos de la calidad y la cantidad de cuidados para los afectados, causará muchos gastos económicos a corto y largo plazo», dijo Julio Montaner, presidente de la Sociedad Internacional de Sida y uno de los autores del informe.
Por este motivo se han unido las voces de quienes conviven con esta patología, para enviar un mensaje a los líderes mundiales. Y lo hacen a través de la campaña «Here I Am» (Aquí estoy). Pretenden así incrementar el apoyo al Fondo Mundial de lucha contra estas dolencias, y que fue creado en 2002 con el impulso de los miembros del G8. Desde entonces ha salvado más de seis millones de vidas a través de la financiación de programas que ofrecen tratamiento y prevención para estas pandemias.
«Mi novia e hijo de seis meses murieron por el VIH»Michael Gwaba, 41 años (Zambia)Mi primer contacto con el sida fue hace 12 años. Trabajaba en recursos humanos en una empresa local de Zambia, y me pidieron que despidiera a una compañera porque sospechaban que tenía sida. Ella perdió su trabajo y me consumió la culpa por no haber sido capaz de defenderla. Al año siguiente perdí a mi novia e hijo de seis meses por enfermedades relacionadas también con el sida. Por mi parte, comencé a perder el peso y pensé que estaba enfermo. Pero no se confirmó hasta que, en el 2000, mi hermana me convenció para hacerme la prueba. En su día conté con el apoyo de mi familia. Pagaron mi medicación cuando no había tratamiento libre en Zambia porque era caro. Hay gente que tiene acceso a ello cuando es demasiado tarde y desarrolla complicaciones que conducen a la muerte tras mucho dolor y sufrimiento. Los gobiernos deben invertir más dinero, porque provee medicación y ayuda a paliar los problemas de nutrición.
«Gracias a la medicación mi vida volvió la normalidad»Banza Chela, 39 años, (Zambia)Tenía 35 años cuando me dieron el diagnóstico definitivo de mi enfermedad. Todo comenzó hace cinco años. Un día empecé a encontrarme muy mal y pasaba los días postrado en la cama, hasta que mi familia decidió que me hiciera las pruebas de tuberculosis y VIH. Tras cuatro meses me dijeron lo que había.Al principio no eres consciente de lo que te ocurre. Lo que más me preocupa ahora son mi mujer e hijos, porque tengo miedo de que en un futuro se reduzca la financiación de los programas de ayuda, ya que puede causar la escasez de antirretrovirales en el futuro. Por suerte, yo gozo de fármacos, y desde que estoy en tratamiento mi vida ha vuelto a la normalidad. Pero, antes de la creación del Fondo yo mismo tenía que pagarme los antirretrovirales y la mayoría no pueden hacerlo. Creo que lo primero es erradicar la pobreza y asegurarse de que todas las personas se hagan las pruebas del VIH. El «Mundo Desarrollado» debería seguir invirtiendo en esta causa noble.
«El cuidado y el apoyo son los desafíos más grandes» Joyce Kamwana, 47 años (Malawi)Tenía 25 años cuando me contagié. Me enteré cuando acudí al médico porque me encontraba mal. Cuando me comunicaron los resultados, lo primero que pensé fue en mis hijos. En que, si moría pronto, iban a crecer en un orfanato, sin apenas haberme conocido. Por eso he aprendido a apreciar cada día que sigo viva. En mi caso no recibí fármacos hasta 2004, porque, si había entonces, no podía costeármela. Por eso el Fondo es mi salvavidas. Sin su ayuda, no estaría aquí ahora, contando mi historia. No hay que tomarlo como una carrera, sino establecer las políticas adecuadas para frenar la expansión del virus. Ya es hora de que las naciones desarrolladas comiencen a dar capacidad a los países afectados para que puedan responder por sí mismos a las pandemias. El acceso a los alimentos es limitado, sobretodo en zonas rurales. Por eso el cuidado y el apoyo son el desafío más grande.
«Pensé que no aguantaría más de cinco años»Gustavo Zabala , 44 años (Honduras)Me contagié por una relación de riesgo con 19 años y viví otros 17 sin medicación. Pensé que no aguantaría más de cinco años. Es más, dejé la universidad, porque creía que iba a morir. Caí en una depresión y me dejé vencer en el mundo de las drogas y del alcohol. No veía salida. Sufrí varias infecciones oportunistas, hasta que en 2002 comenzó a proveer antirretrovirales y recibí el apoyo financiero del Fondo Mundial. He visto cómo morían muchos amigos porque el gobierno en Honduras no compraba la medicación necesaria. Si el Fondo dejara de ofrecer tratamiento la epidemia del sida volvería a los niveles de finales de los 90 y el Gobierno por sí solo no podría seguir comprando fármacos. Gracias a las ayudas, quienes lo necesitan reciben su medicación y atención psicológica. Y se ha logrado contratar a más personal sanitario. Rogaría que nunca nos abandonen. Sería un impacto fatal para Latinoamérica si los gobiernos no corren con estos gastos.
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