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Afganistán

Bomba salvaje contra las tropas españolas

Con el horizonte de un posible comienzo de la retirada de las tropas extranjeras de Afganistán, en ese proceso de transferencia de autoridad a los locales planteado por la OTAN, los talibán no tienen duda de que éste es el momento de dar el «do» de pecho contra los «invasores», de golpearles para mostrar a las fuerzas de seguridad afganas y a su propia población su fuerza.

Así quedó un blindado RG-31 atacado hace unas semanas en Afganistán. El morro, destrozado; la cabina, intacta larazon

Y ayer lo hicieron en diferentes puntos del país, incluida la provincia donde está desplegado el grueso del contingente español, Badghis. Su ataque a nuestras tropas fue especialmente virulento, aunque por fortuna (y por blindaje), no hubo que lamentar víctimas mortales. Cuatro militares españoles y su intérprete resultaron heridos cuando el vehículo «Lince» en el que patrullaban, el tercero de una columna en la que participaban 40 militares, recibió el impacto de un artefacto explosivo improvisado (IED por sus siglas en inglés).

Un teniente, tres soldados y el intérprete tuvieron que ser evacuados inmediatamente a sendos hospitales. La soldado J.G.L., que conducía el vehículo, y el teniente A.G.B., que iba a su lado, se llevaron la peor parte en el ataque. Ambos perdieron una pierna en la explosión, mientras que el soldado A.Q.S. salió del ataque con varias heridas y una fractura en una pierna. Los tres fueron intervenidos quirúrgicamente de urgencia en el hospital de Bala Murghab, en el norte de la provincia bajo responsabilidad del contingente español.

El teniente y el soldado A.Q.S. fueron trasladados después al hospital de Herat, gestionado por las tropas españolas, y la soldado J.G.L. al hospital Role 3 de Kandahar, en el sur, para recibir tratamiento oftalmológico por una pequeña lesión ocular, según señalaron fuentes del Ministerio de Defensa a Efe. El último soldado y el intérprete fueron los que mejor salieron del ataque, con heridas que revisten poca gravedad.

La protección contra minas de estos vehículos es ostensiblemente superior a la que protegía a los obsoletos BMR que ya fueron sustituidos por Defensa, lo que evitó males mayores. Aún así, los efectos de la explosión sobre los ocupantes del blindado hace suponer que los talibán colocaron a su paso una carga inusualmente grande en busca de causar el mayor número de víctimas posible. No lo lograron, pero según señalan fuentes militares a LA RAZÓN, el ataque de ayer es un síntoma de lo que los mandos han alertado siempre a sus soldados en el teatro de operaciones: los talibán aplican en cada ataque las lecciones aprendidas en el anterior.

Es decir, si un artefacto de cincuenta kilogramos no causa el efecto deseado sobre el «enemigo», en el siguiente incrementan su volumen hasta los setenta kilos y así sucesivamente hasta que consiguen causar bajas. Esta técnica ya la han sufrido las tropas norteamericanas, que hace unas semanas sufrieron un ataque en el que un blindado de gran tonelaje quedó absolutamente destrozado por una bomba de 120 kilogramos de peso. Antes lo habían intentado con artefactos menos voluminosos sin éxito.

Este constante aprendizaje de los talibán sobre los movimientos y tácticas de las tropas internacionales y sobre la protección de los vehículos en los que viajan hace que los soldados españoles deban variar en la medida de lo posible sus procederes en cada patrulla. La base en la que trabajan, situada en Qala-i-Now, está repleta de carteles con recordatorios de tácticas de «contrainsurgencia» para hacer frente a los ataques talibanes.

La patrulla de ayer fue atacada cerca de Ludina, al noreste de la principal base española. En esa localidad se encuentra uno de los dos puestos avanzados de nuestro contingente y según fuentes militares consultadas por este periódico, «reciben ataques prácticamente a diario». Su posición en plena ruta de salida del opio hacia Turkmenistán y su cercanía con la ruta «Lithium» convierten a la compañía que se ocupa de ese puesto en constante objeto de ataques.