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Miguel Ángel Solá: «Interpretar me retribuye con un montón de milagritos cotidianos»
barcelona-Sube a las tablas con su mujer Blanca Oteyza en el Teatro Borrás para presentar «Por el placer de volver a verla», con el que están cosechando un gran éxito. ¿Qué le atrajo del texto de Michael Tremblay?– Manuel, nuestro director, nos la envió como regalo de cumpleaños (Blanca y yo somos del 14 de mayo). Y lo festejamos comenzando la adaptación de nuestra segunda obra en España. – ¿Tiene algo en común con Miguel, el protagonista de la obra?– Sí, soy huérfano. Mi madre murió siendo muy joven y también de un cáncer. Siento una enorme empatía por su forma de sentir el teatro (la del personaje), y envidio que se le haya ocurrido escribir esta obra tan distinta a todas. Ya quisiera haber tenido el talento de dedicarle a mi madre algo así, porque ella también lo merecía. La edad, mis sesenta, son un calco de la edad de Miguel autor, director y actor de la obra.– El protagonista es un dramaturgo, por tanto se podría considerar la obra como teatro dentro del teatro. ¿Cómo se han planteado la puesta en escena?– Sencilla, profunda, emocional. En primer plano los actores y el público, el resto de lo que hace al teatro, cubriéndoles las espaldas. Que nada moleste el actuar ni el espectar; que ese actuar sólo se vea complementado por la historia paralela que cada espectador va tejiendo. Esta obra busca el plano más sensible del espectador y su rebelión memoriosa del mundo grande de las cosas pequeñas: sensaciones, sentimientos repletos de ideas, ideas plagadas de emociones. Por eso la rigidez del ánimo, la sequedad de temperamento o el estreñimiento intelectual no caben en este espectáculo, son su antítesis. La puesta en escena exige a actores y público el auténtico placer de sentir con urgencia lo que existe y lo ido «para siempre», que han conformado el cada cual de cada uno.– Usted ha comentado que esta obra alimenta la parte de nosotros mismos que quiere que sigamos viviendo. ¿De qué manera ha logrado Tremblay mostrarlo?– Completemos la frase: «Más allá de la realidad virtual que se nos impone como premio consuelo». Tremblay opone a esa realidad virtual la verdad de su sentir, de su amor compartido, de su reivindicación de todo aquello que no forma parte de esa realidad virtual, resaca de la realidad, mejor dicho. Tremblay es sangre enamorada, amor incondicional, lucidez del afecto. Luz entre tanta sombra. También somos eso.– ¿Qué es más complicado interpretar esta obra o producirla?– En Barcelona, producirla. El Grec, el Mundial, el Estatut, los 40 grados de calor… En ningún otro lugar de los que hemos estado me ha costado producirla, siempre nos devolvió con creces tiempo y dinero. Interpretarla no me cuesta nada. Me retribuye con un montón de milagritos cotidianos, entre ellos, la gente que sin conocernos nos para por la calle y nos brinda su respeto, emoción y agradecimiento. – Me gustaría que dijera sus impresiones sobre la interpretación de Blanca Oteyza...– Blanca es brillante por donde se la mire. Su trabajo de maduración constante del personaje, sus aportes diarios. Mi mejor deseo, para cualquier compañero, es «ojalá te toque trabajar con Blanca».
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