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Afganistán
EE UU arrastra a sus aliados a una peligrosa retirada de Afganistán
Barack Obama dio el pistoletazo de salida. Pero los demás no se quedaron atrás. Francia, Reino Unido, Alemania, Italia, Australia, Polonia y España han confirmado que seguirán los pasos de Washington para retirar sus tropas de Afganistán desde ahora y hasta 2014. Algo que, no obstante, los talibán afganos recibieron con escepticismo.
En un comunicado, los insurgentes aseguraron ayer que la «solución a la crisis afgana llegará con la retirada total de las tropas extranjeras» y que, hasta ese momento, su lucha «se incrementará día a día». Las declaraciones del movimiento talibán no sorprenden, pues es lo que llevan reiterando desde hace tiempo. Los rebeldes afganos tildaron de «paso simbólico» la salida parcial de las tropas extranjeras, al tiempo que afirmaron que esta retirada «no cubre ni siquiera las expectativas del pueblo norteamericano». El discurso demoledor de los talibán, que arremetieron contra todos (incluso, tacharon de «drogadictos e ineptos» a las fuerzas de seguridad afganas), deja muy poco margen al incipiente diálogo con el movimiento rebelde y demuestra que la retirada de las fuerzas aliadas se presenta llena de desafíos.
El primer problema al que se enfrenta la Alianza para sacar a sus tropas del país es el logístico. Afganistán, un país sin salida al mar, en el corazón de Asia Central, es uno de los lugares más aislados del planeta. Si ya es costosa esta guerra para EE UU, con cerca de 100.000 efectivos en el país –el mantenimiento de un militar estadounidense es de un millón de dólares al año–, mucho más será retirar las tropas y el material acumulado allí. Grandes naves repletas de piezas de repuesto, necesarias para mantener los vehículos y aviones de combate, materiales de construcción, equipos de ingeniería, generadores, municiones y otros suministros, que poco a poco se han ido trayendo para sostener el día a día de las operaciones militares. Para mover todo ese equipamiento la única opción es cargar en contenedores que circulan por peligrosas e inestables carreteras hacia el paso de Khiber, situado en las conflictivas áreas tribales del noroeste paquistaní y desde allí recorrer 1.600 kilómetros por carreteras tortuosas hasta el puerto de Karachi, con el peligro de ser atacados en emboscadas por los talibán.
Seguridad afgana
La retirada gradual implicará la entrega de puestos de avanzada e instalaciones militares a las fuerzas de seguridad afganas. Las primeras áreas previstas para transferir el control a las autoridades afganas son las provincias de Panshir, Bamiyán y Kabul, en la que, a excepción del conflictivo distrito de Surobi, la seguridad ha estado en manos de afganos desde hace años. Lo mismo ocurre en las ciudades de Mazar-e-Sharif, Herat, Lashkar Gah y Lam Mehtar, que han sido lugares relativamente tranquilos durante algún tiempo. Las unidades afganas siguen necesitando asesoramiento y asistencia, en particular en temas como la inteligencia, la planificación, la logística y el mantenimiento. Por eso la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF) será cautelosa en sus reducciones por temor a retirarse demasiado rápido y que la situación se deteriore.
Evidentemente, los talibán emplearán su fuerza para crear mayor inestabilidad, sobre todo en aquellas zonas que están bajo su control. El ritmo de la transición en Afganistán aún está por verse, pero la entrega de la mayoría de las posiciones a las fuerzas afganas alterará el equilibrio de la guerra en Afganistán. Aunque este año los talibán han demostrado su capacidad para atacar en casi cualquier parte del país, hasta ahora no han podido penetrar en grandes instalaciones. Teniendo en cuenta la intensidad y el ritmo de las incursiones de las fuerzas especiales internacionales contra los talibán y sus depósitos de armas, no está claro si los insurgentes han podido mantener una reserva considerable de armas pesadas y capacidad de manejarlas. Sería uno de los pocos datos para la esperanza en un mar de dudas amenazadoras.
Clinton apoya los contactos con los talibán
La secretaria de Estado de EE UU, Hillary Clinton, defendió ayer los contactos «preliminares» de Washington con los talibán como un mal necesario para contribuir a la estabilidad y seguridad en Afganistán, ahora que EE UU comienza su retirada. «Esto no es un asunto cómodo pero es necesario porque la historia nos dice que una mezcla de presión militar, oportunidad económica y un proceso de inclusión política y diplomática es la mejor forma de poner fin a las insurgencias», dijo Clinton en el Senado.
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