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Artur Mas

Puyal abre las fiestas de la Mercè con una llamada a defender el catalán

El periodista apela a la unidad de todos los catalanes en un pregón muy radiofónico

El periodista Joaquim Maria Puyal, «el pregonero de la lengua», inauguró ayer las fiestas de la Mercè en el Ayuntamiento de Barcelona
El periodista Joaquim Maria Puyal, «el pregonero de la lengua», inauguró ayer las fiestas de la Mercè en el Ayuntamiento de Barcelonalarazon

BARCELONA- Hay crisis, recortes y 107.625 parados en Barcelona, pero ayer ni sindicatos, ni vecinos indignados, ni médicos o enfermeras hostigados por los ERE aprovecharon el interés que despierta el pregón de la Mercè para hacer oír sus protestas. Hacía años que no ocurría algo así, que las únicas reivindicaciones que se escucharon en la plaza Sant Jaume fueron las del pregonero, Joaquim Maria Puyal. Bien por el interés que despierta el comunicador, bien porque CiU se estrenaba como anfitrión de las fiestas de la Mercè, no cabía ni un alfiler en el Ayuntamiento de Barcelona. Puyal no defraudó. Los ciudadanos, nacionalistas, socialistas, ecologistas y populares se rindieron ante su prosa, aunque, como dijera Alberto Fernández (PP), «hay algunas cosas de su discurso que no comparto».

Puyal repartió a diestra y siniestra. Aunque lo hizo con elegancia, con el arma que más domina, el arte de la palabra.

En un momento en que el catalán está en el centro del «pim, pam, pum» electoral, realizó una apasionada defensa de la lengua. «No siempre hemos tenido ni tenemos la prudencia y el orgullo de defender nuestras cosas, nuestro patrimonio colectivo. Esto también nos ha pasado y nos continúa pasando con la lengua. Si perdiéramos nuestra lengua, lo que por el camino que vamos tampoco sería tan inimaginable, al final sería responsabilidad nuestra», alertó. El presidente de la Generalitat, Artur Mas, los consellers y la presidenta del Parlament, Núria de Gispert, que estaban entre los invitados –otra novedad fue que la primera bancada cambió de rojo socialista a azul nacionalista–, tuvieron un «dejà vu» al escuchar el llamamiento de Puyal para que se dejen de excusas y reproches y se arremanguen en defensa de Cataluña. Creyeron tener a Pep Guardiola delante cuando Puyal dijo que «si superamos nuestras diferencias, la fuerza de la unión del pueblo es irreductible» y que «del ejemplo de las luchas sociales y la respuesta antifranquista obtenemos una conclusión: si los catalanes vamos juntos, somos imbatibles».

Pero, no fue este alegato, sino unas emotivas palabras dedicadas a Pasqual Maragall las que provocaron que el auditorio le interrumpiera con un sentido aplauso. Puyal, que lanzó una puya a los socialistas por «destruir» el patrimonio arquitectónico y cultural de la ciudad –cafés y escaparates modernistas, farolas y bancos–, reconoció el empeño de una generación de líderes –Samaranch, Pujol, Serra y Maragall– que en 1992 situaron a Barcelona en el centro del mundo con «los mejores JJ. OO. de la Historia». Pero, sobre todo, centró su agradecimiento en la figura de aquel hombre que cuando escuchó aquello de «à la ville de Barcelona», «dentro de un abrigo saltaba con los brazos arriba mientras la reían las orejas». Se refería a Paqual Maragall, que ayer no estaba en el Saló de Cent.

Puyal, que dividió el pregón en cuatro «cosas» que quería decir, que «nosotros dependemos de nosotros»; que «si los catalanes vamos juntos, somos imbatibles», y que «hemos de defender nuestro patrimonio», recordó a la generación que supo ver la jugada del 92 para reivindicar que el país necesita líderes, su última petición. «Necesitamos líderes», dijo. Pero «no de los que quieren salir en los diarios, líderes de verdad que trabajen y tengan un proyecto», proclamó mirando a Xavier Trias, antes de añadir que «Barcelona necesita un proyecto». Acabó como empezó con una invitación a vivir la fiesta en varios idiomas, árabé, urdú, inglés, chino y castellano, «para los que aún no comprenden el catalán».


El niño de la calle de la Palla
Puyal metió en una batidora el pregón de corte clásico que traza una vinculación sentimental con la ciudad donde nació –en el Gòtic–; el pregón galáctico con el que Jaume Sisa, en 2008, reinventó el género, y el de acento político como el de Joan Margarit. Y sacó un original pregón, muy radiofónico, con recuerdos, música, y pedazos de historia sonoros. Agradeció a sus padres que le enseñaran a querer la ciudad y acabó reconociendo que Barcelona es su vida.