Roma
Darío Villanueva: «El tiempo ha jugado a favor de Valle-Inclán»
Valle-Inclán sobrevive en un retrato inventado. Se puede decir que comenzó su obra creándose primero a sí mismo y que después vino todo lo demás. La escritura empieza en una actitud, en una certeza. Quizá una convicción. La suya principia y termina en un dandismo estético que abarca las ideas y también esa geografía de rasgos, esa orografía de pérdidas, de desprendimientos que a uno le va dando la vida
El chaleco cerrado, los botines blancos de piqué, las gafas esféricas bajo la elipse del sombrero y las barbas abrahámicas, totémicas. Es la formulación física de una prosa, de una imaginación, de una dramaturgia. Valle-Inclán convirtió la amputación de su brazo en la continuación, en una mitología de héroes lisiados y geniales que entronca con Cervantes y su Quijote, y la ceguera épica de Homero de aquella época de héroes troyanos. «Ahora lo más importante es sustituir una biografía hecha de anécdotas por otra construida por documentos. Fue un escritor que nunca renunció a ser un personaje».
A Darío Villanueva, catedrático de Literatura de la Universidad de Santiago y miembro de la Real Academia Española, la llamada le sorprende con las maletas en la puerta y las llaves del coche en la mano. Está fuera, pero viene hacia Madrid. «Quiero llegar pronto para evitar el atasco, porque supongo que con el final del puente lo habrá». En la sede de la Real Academia Española se ha convocado para hoy una votación importante. Sus miembros eligen a su nuevo director y él aparece como favorito en casi todas las quinielas.
-No voy a hablar de eso.
-Conforme.
-Sólo de Valle-Inclán.
-De acuerdo. Pero, ¿no está nervioso?
-(Risas) Esto es algo normal, corriente, en la Academia. Todos acudimos de manera periódica. No quiero que nada de lo que pueda decir condicione en absoluto. ¿Lo entiende?
-Lo entiendo.
Darío Villanueva prologa la edición de «Narrativa completa» de Valle-Inclán que edita la editorial Espasa. Un recorrido por la trayectoria de una obra arriesgada, adelantada en gustos y postulados literarios en esa época de noventayochistas. Arranca con los relatos y esas sonatas que empedró de modernismo y que desemboca en el esperpento. «En el prólogo intento ofrecer una proyección de su trabajo y también trato de atajar una injusticia que se ha cometido con él en ocasiones. Siempre se le ha mirado desde una óptica hispánica, como un representante del modernismo del otro lado del Atlántico o, como señaló Salinas, un hijo pródigo del 98. Pero él proviene de una trayectoria estética diferente. A Valle-Inclán sólo se le puede entender cuando se le relaciona con el otro modernismo, el internacional, el de los renovadores del primer tercio del teatro y la prosa del siglo XX».
El hombre y la historia
En Valle-Inclán sobreviven muchos «Valles». Ahí está el carlista, el bohemio, el indiano, el anarquista. Lo repite Umbral en una de esas semblanzas sin género que solía trazar. Valle, porque así lo llaman los lectores, los que aún frecuentan sus páginas, es el resultado de su biografía, que es múltiple, diversa, que surge de ambos lados del océano. «Está influido por las circunstancias históricas españolas que conoció y que se refleja en "La guerra carlista"o "El ruedo ibérico". Él permanece abierto al mundo y en él repercuten las experiencias que va teniendo a lo largo de los años, como la mexicana. Después regresaría a este país como huésped invitado. Esto, por ejemplo, trasciende, y se refleja en "Sonata de estío"y "Tirano Banderas", que es una obra de referencia. Pero también es un escritor europeísta, italianizado, como se ve en "Sonata de primavera"».
De entre todos los narradores que configuraron su generación, sólo dos parece que han trascendido la frontera de su tiempo y sus libros, sus títulos prosiguen vivos en el horizonte actual de lecturas. Dos autores que no comparten ningún punto común. Tampoco ninguna proposición estética. Pero que están ahí. Por un lado, Valle, con sus gerifaltes, marqueses, «don juanmanueles», «caritas de plata», ese Santa Cruz que jamás dejará de caer sobre Otaín y sus tríadas de adjetivos: «Viejo, católico y sentimental». Al otro lado, Pío Baroja, con su boina, en vez de sombrero, y su Paradox, Zalacaín, Shanti Andía y otros Andrés Hurtado. «Si repasamos a los nombres del 98 que cultivaron la novela, existen algunos grandes escritores que fueron muy leídos en vida. Pero es cierto que prevalecen Valle-Inclán y Baroja, y que los demás están más amortiguados en la actualidad. En el caso de Ramón del Valle-Inclán, es porque tiene una doble faceta, una que cultiva la prosa y, otra, el teatro». Para Villanueva la vigencia de este narrador tiene una explicación relacionada con su manera de observar y comprender la literatura. «Estéticamente es mucho más adelantado a su tiempo. La comprensión que le faltó entre el público cuando vivía la ha encontrado después. El tiempo ha jugado a favor de Valle-Inclán y su obra en este sentido. Los lectores han acabado entendiéndolo».
Dimensión estética
Ya existían las Obras Completas editadas de Valle-Inclán. En esta ocasión se ha decidido juntar la prosa, a pesar de que el escritor, como indica Villanueva, ha dejado una dramaturgia con bastantes aspectos apreciables de narrativa. «En el teatro también fue por delante de los horizontes de su época. De hecho, es uno de los autores españoles actuales que está en el repertorio internacional. Esto ha sido posible porque la confluencia entre los espectadores y sus ideas teatrales se han fundido de manera reciente. Se ha asimilado y se ha convertido en un éxito».
En estos volúmenes se han reunido los primeros títulos, desde «Femeninas», «Epitalamio», los cuentos de «Jardín Umbrío» hasta las sonatas, «Flor de Santidad», «La guerra Carlista», el elegante libro «La lámpara maravillosa», «El ruedo ibérico» y «Tirano Banderas», entre otros títulos. «Todo lo que escribió entre el 19 y el "Ruedo Ibérico"», explica Villanueva, que fue uno de los impulsores de la cátedra que lleva el nombre de este escritor en la Universidad de Santiago de Compostela. «Él no era un hombre de ideas políticas. Sobre todo era un fabulador, un narrador, un literato. El carlismo de Valle-Inclán, por ejemplo, tiene un componente estético. Está basado en esa visión romántica de una dinastía que no gobierna. Pero también fue un antimonárquico. En su trilogía de "El ruedo ibérico"deja bastante claro cuál es su punto de vista sobre Isabel II y también es clara la oposición que sostiene contra Alfonso XIII». Contradictorio y genial, el escritor se movió en aguas que en un primer momento parecen provenir de corrientes diferentes, enfrentadas, aunque él, en algún instante, navegó por ellas atraído por diferentes aspectos. «También fue muy sensible a la revolución soviética.
Estuvo invitado en un congreso sobre la libertad y el pueblo. Y mostró su entusiasmo. Pero hay que indicar que después de su paso por Italia, exactamente como director de la Academia Española en Roma, quedó interesado por el fenómeno colectivo que habían desencadenadoen Mussolini y el fascismo. Aunque yo creo que, en realidad, los escritores son escritores y no intelectuales de la política. De todas maneras se puede leer "Tirano Banderas", que es un alegato contra las dictaduras, y "El ruedo Ibérico", donde se muestra contrario a la monaquía». Darío Villanueva también indica la posición que el narrador sostuvo durante el conflicto que asoló Europa en 1914. «Tomó parte activa en la Primera Guerra Mundial. Estuvo de parte de los aliadófilos y fue testigo en el frente de Verdún en 1917. De esa vivencia salió una obra como "La media noche. Visión estelar de un momento de guerra"(incluido en estos dos volúmenes), donde intenta volcar toda la fuerza de un conflicto como aquél en esas páginas».
Ramón del Valle-Inclán falleció en el año 1936 aquejado de un cáncer doloroso. La desaparición del escritor fue un «shock» y acaparó los titulares de la Prensa nacional en un momento difícil en que España se asomaba al precipicio de una guerra fratricida. La pregunta es si todavía, en los papeles revueltos que suelen dejar detrás de sí los escritores, puede encontrarse algo de valor. «Hay un importante legado de documentos que ha cedido la familia Valle-Inclán Alsina que está en la Universidad de Santiago de Compostela –comenta Darío Villanueva, que fue rector de esta institución desde 1994 a 2002–. En ese legado no se va a encontrar una gran obra oculta, pero puede que vayan surgiendo piezas inéditas. Irán saliendo a la luz. Lo que pido es que se tenga en cuenta a estos investigadores, porque próximamente, en el futuro, habrá novedades interesantes».
El detalle: figura internacional
Darío Villanueva defiende la posición de un Valle-Inclán en un contexto más amplio, que rebase las estrechas fronteras españolas y que se reafirme más allá de lo hispánico. «Hay que reivindicarlo como una figura internacional. De hecho, corresponde conológicamente con escritores muy importantes en el mundo literario, como fueron James Joyce, William Faulkner, Herman Hesse o Thomas Mann», aclara Darío Villanueva.