Los Ángeles
Sara Montiel volvió a llenar la Gran Vía por Jesús MARIÑAS
Pasados 52 años, Sara asistió al estreno, dentro del ciclo de cine clásico que organiza el Ayuntamiento de Madrid, del que fuera su segundo gran éxito en la gran pantalla: esa violetera que la convirtió en sucesora de Raquel Meller. «Al estreno, hace más de medio siglo, no pude asistir porque estaba en Los Ángeles casándome con Anthony Mann. Por eso, volver a verlo es como un reencuentro con el pasado», reconocía sin atisbo de nostalgia. A sus 82 casi recien cumplidos, hace tres horas diarias de gimnasia. Los festejó con las palabras de un Joaquín Almunia tan crítico con Zapatero como los históricos del socialismo. Saritísima vivió otra de sus grandes noches. Y mientras en el céntrico Broadway madrileño comentan el fracaso de Cecilia Gómez, que no llena el Lope de Vega, donde Pantoja suele arrancar llantinas, el Callao se convirtió en ágora gracias a Gallardón.La Montiel reafirmaba su estrellato único. Se demostró que mantiene el entusiasmo, como cuando en 1956 estrenó «El último cuplé», que la catapultó a la fama. El nombre de Enrique Cerezo figuraba entre los recuerdos de los asistentes, con el «NO-DO» omnipresente. El noticiero se anticipó y fue el promotor de los informativos actuales: «¡Menuda diferencia ver la película en pantalla grande!», señalaba la inextinguible Sara con una túnica de gasa fucsia salpicada de pedrería plateada y que combinó con unos zapatos de lamé argenté. En su muñeca brillaba un pulserón, de estilo azteca, hecho de piedras, en especial de topacios oscuros, que perteneció a su madre y consejera, aunque nunca ejerció de mamá de la artista. Su progenitora fue diferente a las de Pantoja o Estrellita Castro, arquetipos de carabina. Momento para el ayer, «aunque de vez en cuando paso mis películas en casa, cuando vienen amigos. Tengo una pantalla de 60 cm y es como estar en el cine», se exaltaba con una maceta de violetas indias en la mano, obsequio de quienes montaron el «revival» del centenario, con títulos como «Casablanca». A Sara la acompañaron María José Nieto, Cary Antón y Máximo Valverde, escoltados por un público que abarrotó el local y la plaza de Callao. Por un momento, se asemejó a la España de los 50, cuando Montiel impuso un estilo que perdura. «Violetas en esta época», rememoró Sara en un momento del filme que evocaba el viejo y añorado Madrid del Apolo, mientras las floristas, con la falda almidonada, paseaban por la calle de Alcalá.
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