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El milagro de Hodgson con el Fulham
El veterano Roy se ha inventado un nuevo Fulham. Lo salvó del descenso en la última jornada hace dos años. El miércoles juega ante el Atlético la final de la Liga Europa.
«Vamos a encerrarlo en una habitación para que no se vaya a ningún sitio», dice el guardameta Mark Schwarzer de su entrenador. En el entorno del Fulham nadie duda de que Roy Hodgson es el principal responsable de la transformación de su equipo en los últimos dos años. Tampoco entre sus rivales. «Lo que ha conseguido con el Fulham en Europa es el mayor logro de un equipo británico en la historia», asegura Alex Ferguson. «Es el entrenador del año», dice el mánager del Manchester. Y Arsene Wenger está de acuerdo.Hodgson, que ayer pidió el aplazamiento de la final por la nube volcánica que amenaza los vuelos en Europa, ha conseguido en dos años cambiar la mentalidad del equipo. Cuando llegó en diciembre de 2007 para sustituir a Lawrie Sánchez, el Fulham estaba en posición de descenso. Un lugar del que escapó en la última jornada al derrotar al Portsmouth con un gol de penalti de Danny Murphy. «Si no marca aquel penalti, ¿dónde estaría ahora Roy?», se pregunta Harry Redknapp, el técnico del Tottenham que entonces dirigía al Portsmouth. «El año pasado ya le voté como entrenador del año y espero que este año lo elijan», añade.Redknapp, como media Inglaterra, es consciente de que aquel penalti comenzó a construir un equipo nuevo. El año pasado ya consiguió ser séptimo en la Liga, su mejor clasificación de la historia. El miércoles disfrutará de su primera final europea. Hasta ahora, su mayor éxito había sido perder la final de Copa del 75 contra el West Ham.Esta temporada sólo ha conseguido ser duodécimo. Suficiente para permanecer en la «Premier» sin problemas. Más teniendo en cuenta la interminable temporada que arrastra. Comenzó el curso en julio, con la previa de la Liga Europa y, 63 partidos después, disputa el premio al Atlético de Madrid. Por el camino ha superado a equipos como la Roma, el Shakhtar, actual campeón de la UEFA, la Juventus, el Wolfsburgo y el Hamburgo. Equipos a los que hace dos años no se hubiera atrevido a mirar a la cara.Hodgson ha conseguido que el Fulham juegue como un verdadero equipo. Y él es el único líder. «Un entrenador debe llevar a su equipo hasta el agua. Y una vez allí, decidir si sus jugadores tienen que tirarse dentro o bebérsela», asegura. Él manda, pero ha conseguido que sus jugadores lo respeten. «Cuando llegó, éramos un desastre, encajábamos un gol detrás de otro», reconoce el centrocampista Simon Davies. «Lo primero que hizo fue trabajar en defensa para que fuéramos un equipo difícil de batir».Para eso, Hodgson no ha tenido que inventar nada. Se apoya en la experiencia ganada después de recorrerse media Europa como seleccionador de Suiza y de Finlandia, o como entrenador del Inter. Con el equipo italiano ya alcanzó una final de la UEFA, que perdió por penaltis contra el Schalke. Allí vivió uno de sus mayores fracasos como entrenador. En San Siro se encontró con Roberto Carlos, pero le parecía demasiado ofensivo para ser un lateral. Lo utilizaba como centrocampista y el brasileño sólo duró un año en el Inter. Lorenzo Sanz aprovechó su frustración para ficharlo para el Madrid.Los grandes éxitos en su carrera han sido escasos –pocas veces ha podido entrenar a un grande–, pero siempre ha conseguido ser un técnico respetado. «Es inteligente», dice el húngaro Zoltan Gera, que marcó el gol ante el Hamburgo que clasificaba al Fulham para la final. «Tus entrenamientos tienen que ser reales. Todo lo que hagas tiene que poder trasladarse al juego el fin de semana». Será que Gera tiene razón.
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