Crítica de libros
John Galliano
El reciente incidiente protagonizado por el diseñador de moda John Galliano, durante el cual profirió alabanzas a Hitler, pudiera parecer un desagradable hecho aislado producto de una borrachera descomunal y de un estado de inmadurez emocional ciertamente pasmoso. Pero, en rugor, y si se examina procesos recientes, advertimos que realmente hay todo un «ambiente» proclive de fondo que, en esta ocasión, se ha materializado de tal modo, pero que, en otras muchas situaciones, ha adquirido expresiones más refinadas y «razonadas». La cuestión no es que Hitler sea trendy y entre estos personajes que viven de la provocación obscena su nostálgica rememoración resulte hasta una estrategia de reafirmación social –la sola redacción de esta frase ya produce escalofríos por el grado de realidad que pudiera comportar. Lo preocupantes es que, detrás de estas extemporáneas salidas de tono, existe un panorama perverso, maniqueísta si se quiere, en virtud del cual, durante los últimos años, el apoyo a los judios se ha decretado que es una política de derechas, y su crítica –y es más, su fobia- una cuestión que cae del lado de la izquierda.
Como es fácil de suponer, esta división nítida y simplista hasta la nausea nace de la toma de posición en el conflicto palestino – israelí –asunto que, por las múltiples aristas que presenta, no cabe su tratamiento en un artículo como éste. Lo intolerable es que esta decantación hacia un bando u otro se ha operado retroactivamente, «afectando» a acontecimientos inobjetables y sin margen de discusión alguno como, por ejemplo, la Shoah. Acusar –como se ha hecho en estos últimos tiempos, en uno de los términos más viles y despreciables que jamás se hayan visto- a los judios de adoptar una pose vistimista por convertir el Holocausto en acontecimiento central de su historia reciente es sentar las bases para que burradas como las salidas de la boca de Galliano sean posibles. La Shoah no es una materia de interpretación histórica; es, probablemente, la realidad más descomunal y espeluznante de la historia del hombre, que se llevó por delante a millones de vidas. No hay compensación para ello; no hay tiempo que cure y que permita olvidar un suceso de tal calibre. Por expresarlo si cabe con mayor contundencia: todos los días deberíamos estar aprendiendo de él, para que no sucedieran numeritos como los de este energúmeno indeseable.
Pedro Alberto CRUZ SÁNCHEZ
Consejero de Cultura y Turismo
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