Directo Black Friday
Cataluña
El PNV gobernará para que el País Vasco sea una Nación como Estonia
El discurso moderado de Urkullu oculta un programa claramente independentista. Pactará con EH Bildu todas las cuestiones soberanistas para evitar que le quite terreno
Madrid- El PNV está haciendo una campaña sin arriesgar, de discurso moderado y evitando errores del pasado, como los que cometió el ex lendakari Juan José Ibarretxe, que le puedan hacer perder votos. Ni siquiera se ha dejado arrastrar por el ruido catalán. Más bien al contrario, ha optado por marcar distancias con los sueños independentistas en lo que se ha interpretado como un cambio de papeles que marcará la próxima Legislatura.
Pero está ya bien probado en política que una cosa es la acción electoral y otra, la acción en el Gobierno una vez ganadas las elecciones. Las ponencias aprobadas por los nacionalistas vascos en su última Asamblea Nacional y sus documentos doctrinales –referentes en su acción de gobierno y refrendados por el partido– tienen poco que ver con esa imagen alejada del aventurerismo que «vende» en campaña Iñigo Urkullu. Será la acción de gobierno la que desmienta o confirme si hay pose tras un mensaje que no se corresponde con el programa con el que los nacionalistas acuden a las urnas.
De momento, en la «fontanería» estratégica de Moncloa no se creen que el PNV «se haya matriculado en la escuela del moderantismo». Prevén, por contra, que desde Ajuria Enea, y en buena medida empujados por lo que se cueza en Cataluña, alimentarán la hoja de ruta independentista, convenientemente maquillada en las elecciones visto el resultado en las urnas de la decisión de Ibarretxe de «echarse al monte».
En Moncloa y en Génova están convencidos de que si gobierna, el PNV no se atará formalmente a EH-Bildu, pero sí pactará con ellos en todas las cuestiones independentistas porque entienden que si se desmarcan de los batasunos en este terreno, si les dejan fueran, serán ellos entonces los que les «comerán el grano». «El problema de España es que el nacionalismo moderado, PNV y CiU, ha optado por fagocitar al radicalismo y competir con ellos en su estrategia. Es difícil que después de las elecciones puedan rectificar sustancialmente este salto adelante y más cuando saben que a su favor tienen un Estado débil por culpa de la crisis económica. A ellos también les afecta, pero creen que la bandera les servirá para esconderlo», sostiene un alto cargo del Ejecutivo. Y si se cumple el pronóstico, ahí estará el problema de Estado que tendrá que administrar el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en los próximos años.
En sus documentos doctrinales, elaborados este mismo año, el PNV se compromete a «impulsar el reconocimiento de Euskadi como sujeto político con capacidad de decisión, superando el estatus y condición política y administrativa de parte subordinada de los Estados español y francés». Entre sus retos está «encaminar los pasos de Euskadi como una Nación en Europa», como así reza en una de las ponencias que los nacionalistas aprobaron a principios de año. Dando por superado el Estatuto de Guernica, «el avance hacia la soberanía y el autogobierno se plantea ahora en un nuevo proyecto estratégico de país», en el que podrán contar con los votos que obtengan los batasunos en estas elecciones. «Euskadi es una vieja nación que se renueva y fortalece. Euskadi debe ser Nación en Europa. Junto a algunas que ya están, como Estonia o Croacia. Junto a otras que piden paso como Escocia, Flandes o Cataluña», sostienen.
Para construir esa Nación en Europa promoverán una ofensiva internacional que les ayude –ratifican– a convertirse en referencia en términos políticos, sociales y económicos. «La sociedad vasca conforma un Pueblo que por voluntad propia se reconoce como Nación. Ha manifestado de forma reiterada y mayoritaria una voluntad de autodefinición nacional que debe respetarse mediante el derecho a decidir». Y por eso se plantean pactar con los partidos que entren en el Parlamento vasco –el más proclive será EH Bildu– un nuevo «acuerdo que afirme el derecho y la capacidad del pueblo vasco a decidir libre y democráticamente su futuro», lo que debe concluir en un referéndum. En principio, se fijan como fecha el año 2015, aunque el escenario catalán condicionará los plazos.
La internacionalización –como también plantea Artur Mas–, supondrá utilizar la Lendakaritza como instrumento desde el que abrir delegaciones del País Vasco «en ámbitos estratégicos para nuestro país». Con carácter político de representación institucional y de carácter económico.
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