Sevilla
Pío Caro Baroja: «España ha perdido carácter y guías»
Le ilumina la luz de los recuerdos. Acaba de presentar «Vitrina pintoresca», publicado por Pío Baroja, de quien es sobrino, en 1935 y que ahora se edita de manera independiente.
Son las cuatro de la tarde. Frente al Retiro. Pío Caro Baroja no baja de zapatillas, con zapatillas o a zapatillas. Aparece con unos zapatos grandes, marrones y cómodos. Unos zapatos que denotan un carácter fuerte, de persona inclinada a la acción. Abre la puerta antes de que el timbre deje de sonar, que es un gesto de persona puntual o que valora la puntualidad. La primera impresión que deja es la de un hombre alto, de estampa bien resuelta.
El retrato de un hombre duro, lúcido, de una inteligencia traspasada ya de nostalgias, de añoranzas por otros tiempos, por otras épocas. Él es el último guardián del legado literario de su tío, Pío, y la obra ensayística de su hermano, Julio. Y aunque viste bien, la conservación delata enseguida esa cosa individualista y anarquizante que le viene de familia. Ese escepticismo y desencanto que se ha identificado siempre con los Baroja.
«Mi tío era un gran titulador. Sus libros siempre tenían nombres muy sugestivos: "El laberinto de las sirenas", "La sensualidad pervertida"…», comenta. La semana pasada presentó «Vitrina pintoresca. La España de la Segunda República» (Ediciones 98), de Pío Baroja, un conjunto de estampas y retratos de la II República que se publicó en 1935 y que desde entonces no se había vuelto a editar de manera independiente. «Hay recuerdos de su infancia, de la juventud perdida. Una evocación de una España que desaparecía». -Aquí hay de todo. Socialistas, monárquicos...-Son personajes populares que él había conocido. Hay héroes, aventureros. La sociedad moderna ya no produce héroes literarios, ni aventureros ni marinos. España ha ido perdiendo carácter y guías. De antes ya sólo nos quedan los toros y la Semana Santa, y ahora se los quieren cargar. Del mundo de don Pío ya no queda nada.Pío Caro Baroja habla iluminado por la luz de los recuerdos. A Pío Baroja lo llaman don Pío, y a su hermano, Julio. -Mi tío tenía un bagaje cultural enorme. Era muy europeo, muy español, muy vasco. Vivió con plenitud, sin miedos.-Algunos le reprenden su forma de escribir.-Nació como escritor en un estado de la cultura muy preciso, idóneo para la literatura. Antes o después, ya habría sido un escritor diferente. Estuvo en un momento moderno, rico, que recoge el costumbrismo anterior y el realismo posterior. Él cambió la manera de escribir. Los autores anteriores eran carros de bueyes. A partir de él se empieza a escribir con ligereza y amenidad.-Umbral lo critica.-Era buen articulista, pero como novelista era muy malo. Arrastraba ese complejo. Dentro de cincuenta años ¿qué se leerá de Umbral? Mi tío, cincuenta años después de su fallecimiento ha vendido un millón de ejemplares de «El árbol de la ciencia».-¿Qué opinaba Pío Baroja de la II República?-Él era muy escéptico. Individualista. No se tragaba nada. Conoció a los prohombres de la República y los consideró sin fibra política. Tenía una idea muy pobre de esta gente, sin fuerza para afrontar una situación como la del 36. Vivimos en una democracia que es la del ladrillo y el paro. Al principio de la democracia teníamos políticos en la izquierda y la derecha. Pero ahora sólo existe la vulgaridad.Caro Baroja está sentado en un sofá de la sede de la editorial Caro Raggio. En una habitación repleta de libros, cuadros, dibujos y objetos como un viejo camarote. -Acusaban a Pío de estar con el régimen. O mantenerse dentro de él.-Siempre tuvo muchos enemigos. Poseía un romanticismo anárquico. Un espíritu crítico y una sensibilidad grande. Siempre se ha hablado sobre él con tópicos. Nadie recuerda en España que lo estuvieron a punto de fusilar, que tuvo que irse a Francia y volver a España porque entraban los nazis y los había denunciado. Hubo un exilio interior que fue más grande que el exilio exterior. Ahí estaban Pío, Ricardo… Lo pagaron caro. -¿Por qué?-Durante esa época, ellos siguieron hablando y recibiendo a anarquistas, comunistas... En una librería a la que acudían y que llamaban el club del papel, había un mozo, Pepito Leyva, que salió al exilio. Un día, en pleno franquismo, apareció. «¿Pero qué haces aquí, Pepito? ¡Que te van a coger!», le dijo mi tío. Venía con unos guantes de cabritilla y una gafas ahumadas para ir de incógnito, que era lo menos disimulado del mundo.-¿Qué opinaba del franquismo?.-Que era cruel. Estaba en desacuerdo. El franquismo le boicoteó su candidatura al Nobel y le censuraron bastantes obras. También suele olvidarse que el suyo fue el primer entierro civil que hubo durante esos años en España. Al terminar la II Guerra Mundial creyó que los aliados quitarían a Franco, pero se equivocó. Fue una gran decepción para él.Pío Caro Baroja reconoce que «he fracasado en el cine». Vive de los recuerdos o con los recuerdos, depende. «Me despierto en medio de la noche y me acuerdo de alguien y me digo, ¿qué habrá sido de él?. ¿Seguirá vivo? Ya será un anciano como yo». Continúa viviendo cerca de El Retiro, por donde paseaba su tío. -También pasó por aquí Cela.-Guardo muchas fotos con él. Traía pasteles. Pío le señalaba: «No haga locuras, que eso le habrá costado dinero». Recuerdo que le veía en el café Gaviria cuando era muy joven con jovencitas. Trajo «La familia de Pascual Duarte» para que prologase la novela mi tío. Cuatro días después vino para saber su opinión. «¿Pero Camilo, le respondió Pío, quieres que nos fusilen a los dos?». -¿Y Ortega y Gasset?-Pío y él tuvieron una relación de amistad sincera, de admiración mutua. Mi familia iba a su casa. Después hubo un distanciamiento. Junto con Marañón se manifestó a favor de la República. -¿Qué me dice de Azorín?-Solía ir a su casa. Tenía una vida muy quieta. Nos preguntaba por mi tío. Recuerdo que se iba a la estación de Sevilla para ver pasar los trenes. Cuando se cansaba se marchaba al cine y se veía dos o tres películas seguidas. Creo que contrarrestaba su quietud con ese torrente de imágenes. -¿Qué pensaría de lo que sucede hoy?-Es una situación muy difícil. Los españoles en educación son los últimos de Europa. La España más triste, más pobre y mejor alimentada es la de ahora. Estamos en la captación del voto. Ya no existen grandes personalidades. Y la cultura está como nunca.
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