Música
Benicàssim mayor de edad
Los fibers debatían ayer después del concierto de Arctic Monkeys sobre cuál había sido la actuación estelar del festival, si la de los británicos o la de The Strokes, los dos gigantes que pasaban examen tras lanzar nuevo disco. A falta de ver el espectáculo de los canadienses Arcade Fire, la cosa parece reñida, y el pueblo no se pone de acuerdo.
Eso sí, como ya se podía adivinar por la cantidad de personal reunido y de entradas, el FIB ha vuelto a batir su récord de asistencia histórico, por encima de las 200.000 personas. Ayer, un exultante Vince Power aseguró que el recinto, de 130.000 metros cuadrados, estaba preparado para asumir el volumen de asistencia, y no le faltó razón. Ningún problema organizativo ha empañado la edición de 2011.
The Streets no encontraron su sitio y no conectaron ni siquiera con los británicos, sus principales seguidores. La sorpresa de la inauguración la dio Pendulum, que no entraba ni siquiera en las quinielas a lo mejor del festival, con un directo potente e intenso. Russian Red confirmó las expectativas, su voz sonó bien y los fibers españoles supieron recompensarla.
La chulería de Turner
The Strokes sencillamente hicieron lo que mejor saben: buenas canciones, que es la fórmula de la coca-cola. Al contrario que Brandon Flowers, que es Coca-Cola «cero». O, para no ser muy duros, sin cafeína. Pese a la chulería de Alex Turner, un vocalista emocionante que en algunos momentos irritó hasta a sus seguidores, los Arctic Monkeys tienen un repertorio suficientemente potente como para sobreponerse a que su «frontman» autocomplaciente no logre enganchar al 100%. El nuevo disco, calificado como «maduro» por los expertos, no está diseñado para el directo de esta banda, no parecen ellos, y eso se ha podido comprobar en el FIB.»Teddy Picker» y «I Bet You Look Good on the Dancefloor» fueron, son y serán dos auténticos revientapistas y lograron despertar al respetable de la atonía. Con «When the Sun Goes Down», el escenario Maravillas se vino definitivamente abajo. Sonaron muy bien.
Lori Meyers es el grupo más completo del «indie» nacional y plantearon un espectáculo para fans plagado de todo aquello que los ha hecho grandes. Su música es sencilla de escuchar y de cantar, los ritmos son pegadizos y en directo el grupo se vacía. No hace falta más. «Alta fidelidad» es un tema que nunca falla y «Luces de neón» es el culmen de los coros con el respetable. Además,Noni se bajó a cantar con el público, en un gesto que la galería siempre valora. En resumen, la montaron.
Mumford & Sons son un grupo especial, puede que un poco fuera de sitio ayer, pero el público agradeció sus combinaciones vocales y sus aires folkies. También Beirut anduvo un poco fuera de su elemento, al igual que le pasó a Herman Dune. Sus propuestas artísticas quizá encajan mal en este festival. Después del fiasco de 2010, y viendo los resultados de las añadas de 2009 y 2011, está claro que lo que los fibers demandan es un cartel sin sucedáneos: puro «indie» de masas. Siguiendo por esta línea, y trayendo a Castellón a los más grandes no tendrán problema en seguir siendo la referencia en Europa.
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