Presentación
Honrar la marca por Julián Redondo
Han pasado dos años desde la puesta de largo del Movistar. En la presentación estuvo César Alierta, pero quien dirigió la obra fue Luis Abril, un apasionado del ciclismo que cuando Banesto fue intervenido en el 93 sólo tardó 15 minutos en convencer a Alfredo Sáenz para continuar con el proyecto. Acierto pleno. La sola presencia de Indurain frenó la sangría de cuentacorrentistas dispuestos a llevarse el dinero a otros bancos. Hace dos años, Abril, al dirigirse a los ciclistas, no les exigió victorias, sólo formuló un deseo: «Honrad la marca». Ni escándalos ni flirteos con el dopaje. Hace dos años, un porcentaje elevado del pelotón competía con ayudas extradeportivas. Hoy, un amigo que representa a docena y media de ciclistas me asegura que los suyos están limpios, «como la mayoría». Honran la marca y el ciclismo, a menudo deshonrado por deportistas, patrocinadores –a quienes sólo interesaban los resultados, que no se atrevían a entrar en las habitaciones y no preguntaban por los fondos reservados–, directores, médicos, masajistas y mecánicos sin escrúpulos.
Creo en quien me dice que el ciclismo actual pedalea limpio, que ya no es el de Armstrong, pero no pondré la mano en el fuego por una inocencia demasiadas veces traicionada. Es la penitencia. Como esa purga del Atlético, que camina al lado del Barça como si no existiera. Decía ayer Julia Otero en su programa que la Liga es un aburrimiento con el Madrid a 8 puntos de los azulgrana. ¿Y el Atlético? ¡Existe! Simeone y sus jugadores honran la marca que otros ensuciaron. Pero aún no pueden evitar que un comienzo tan esperanzador como éste tenga que ser un acto de fe, por culpa de aquellos lodos.
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