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Opinión

El diario de Amilibia: "Sánchez: Espiar, sí. Cocinar, no"

"El presi vio en su bola de cristal que Pere se convertiría en su pareja de hecho, en el más fiable de sus socios indepes"

Pedro Sánchez Alberto R. RoldánLa Razón

Leo que Pedro Sánchez es uno de los grandes cocineros que participa en Madrid Fusión, la fiesta de la gastronomía de vanguardia. Vaya, le grité al televisor, a la criatura le ha dado ahora por ponerse en plan Ferran Adrià para explicarnos cómo se cocina la amnistía basándose en la filosofía del nuevo concepto metafísico/monclovita de la razón pura kantiana y la experimentación en el desparecido Bulli. Apasionante, pero no menos que los diversos terrorismos al horno, a la plancha o a la parrilla de san Lorenzo elaborados en la cocina de Waterloo. O los pactos secretos con Puchi en puchero o pucherazo de cocción lenta. O la fusión de la tortilla española con cebolla y la ensaladilla rusa/catalana a la putinesca. O los referéndums de autodeterminación a las bravas picantes, o la fachosfera según los huevos rotos, muy rotos, de Lucio.

Salgo pronto de mi ensoñación: Pedro García es el cocinero de Bagá, en Jaén, que se trabaja mucho las verduras de su tierra con «paciencia y amor». Ese es el lema del chef. Podría ser también el de Él, pues con paciencia y amor ha espiado, dicen, a su socio Aragonès. Le llamarán de todo, pero habrá que considerar y entender una visión oculta y ocultista desconocida por la mayoría: en su día, hace unos cinco años, el presi vio en su bola de cristal que Pere se convertiría en su pareja de hecho, en el más fiable de sus socios indepes, en el extraño compañero de cama redonda política que ha montado. Y en ese instante entendió que era absolutamente necesario, razón de Estado, conocer al dedillo los defectos y virtudes, las debilidades e inclinaciones de su futura pareja de baile y socio del alma. Lógico.

Así nos lo explicará, quizá, el chef Bolaños. No fue espionaje, fue información prematrimonial.