Revelaciones
Bill Gates, del chico más «nerd» a un semidiós
El magnate publica unas memorias en las que revela sus planes para el futuro y confiesa que su mayor error fue el divorcio
Flacucho, con voz chillona, torpe… Cuando mira hacia atrás, Bill Gates reconoce que, posiblemente era el chico más «nerd» de clase, pero nadie como él era capaz de imaginarse de manera tan vívida cómo sería tener 15 millones de dólares. Se preguntaba si cabrían tantos billetes en un coche. En lugar de cómics, leía biografías de científicos y hombres exitosos e iba tomando buena nota de los consejos de la revista «Fortune» sobre cómo triunfar. Igual que él, su amigo de batallas, Kent Evans, tan «nerd» como Gates, pero más alto. Murió en un accidente y, según revela en la biografía que ahora publica, aún recuerda su número de teléfono. Acababa de cumplir 16 años.
Fue en él en quien primero pensó cuando salió la primera lista de ricos de «Forbes» y fantaseó con verse en ella. Un visionario. Había fundado Microsoft y siete años después estaba ya en la cima. A los 31 años era multimillonario y a los 40 su fortuna superaba los 100.000 millones de dólares. Gates se ha tomado ahora un tiempo de reflexión para escribir y promocionar «Source Code», unas memorias que trazan el lado más humano y filántropo del coloso. Este año soplará 70 velas, y no es el único aniversario. Microsoft celebra sus bodas de oro y la Fundación Gates cumple 25. Pero prefiere seguir pensando en el futuro: nuevas vacunas, inteligencia artificial, nutrición, energía limpia…
Al contrario que Elon Musk o Zuckerberg, su infancia fue fácil y cubierta de cariño. Recuerda las partidas de cartas con su abuela, en las que aprendió que la vida es una mezcla de habilidad y suerte. Si algo le une a estos otros gigantes tecnológicos es que, como dice en sus páginas, «todos fuimos criados y educados para ganar». En esto influyó su madre, con sus altísimas expectativas vitales. De ellas no quedaba a salvo ni el perro.
A veces se rebelaba contra sus exigencias, pero su propia ambición le impedía dar un traspié. Su superpoder, según confirma en el libro, es la neurodiversidad y una capacidad de concentración insólita a las que ha agregado optimismo y obsesión por las montañas rusas, cuanto más altas, mejor. Al mismo tiempo, esas habilidades le han hecho pasar por la vida como un bicho raro, algo que no parece importarle. Solo se le ha resistido el deporte, aunque al menos puede contar que consiguió ganar una carrera de carretillas. Es consciente de que el mundo mira ahora a otros poderosos de una generación más joven, especialmente, a Elon Musk. ¿Qué puede esperar Gates si apoyó la candidatura de Kamala Harris a la Casa Blanca con 50 millones de dólares? Sorprendentemente, su presencia podría ser crucial en el mandato de Donald Trump. Este publicó hace unas semanas en Truth Social que Gates iría a verle a Mar-a-Lago. Y así fue. El 27 de diciembre cenó con él. «Fue una conversación bastante interesante en la que me escuchó hablar sobre el VIH y la necesidad de ser generoso e innovar para conseguir una cura. Hablé mucho sobre la polio, la energía renovable y la energía nuclear, y no se mostró desdeñoso», ha contado en una entrevista para «The Times».
Confiesa que le notó encantador y más cómodo que en ningún otro momento de su vida. Su sentido pragmático le dice que es bueno mantenerse cerca del hombre más poderoso del mundo y alentarle con sus ideales filantrópicos y medidas para cambiar el mundo y erradicar definitivamente la polio. «Necesito mantenerme cerca. Que logre entusiasmar al presidente Trump sobre las cosas correctas, eso sería obra de Dios».
Le costó superar la ruptura
Este gigante, que donó 59.000 millones de dólares para erradicar la polio y eliminar la malaria y el VIH, ha confesado que su mayor error y el más imperdonable fue su divorcio con Melinda French, en 2021, después de una unión de 27 años y tres hijos.
Ahora se siente mejor, pero le costó renunciar a su club de lectura conjunto, sus ratos de meditación y a aquellos paseos en los que él le iba apartando las telarañas que se interponían a su paso. Ahora vive una relación con Paula Hurd, la viuda del exjefe de Oracle, Mark Hurd, pero mantiene buena relación con Melinda y comparten eventos familiares con sus hijos y nietos. Confía en que repitan sus valores filantrópicos.
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