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Política

Se comenta que Isabel Rodríguez ya es víctima del ‘efecto Pinocho’

Provoca la contemplación extasiada, en vivo y en directo, del Más Grande, al que las norteamericanas menopáusicas llamaron Hot President

La ministra de Política Territorial y portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez Juan Carlos HidalgoEFE

Antes de ser ministra portavoz, Isabel Rodríguez era seguramente una chica tirando a normal que sólo decía mentiras piadosas: las excusadas de confesión. Isabel ha dicho sin necesidad de retocarse el maquillaje para borrar rubores: “El Gobierno de coalición que representa dos fuerzas políticas distintas goza de buena salud”. Vale, antes del Consejo de Ministros se hacen todos un PCR y Carolina Darias pone tiritas en las puñaladas por la espalda. Después, sociatas y podemitas se van de cañas para brindar en alegre camaradería por lo mucho que les une hasta que la muerte los separe: el recibo de la luz, la reforma laboral y el salario mínimo, por ejemplo.

Excusemos a la ministra portavoz: dicen que ya es víctima del Efecto Pinocho que provoca la contemplación extasiada, en vivo y en directo, del Más Grande, al que las norteamericanas menopáusicas llamaron Hot President como si estuvieran admirando en un escaparate de Quinta Avenida el último modelo de Satisfyer con flequillo de Kennedy y voz de Frank Sinatra incorporados, que está al caer. María José Cantudo ha confesado recientemente: “Recibí una señal divina y entendí que mi amor es el Señor”.

Fue en su tierra, en Andújar, durante una procesión. Allí, y sin necesidad de cantar una saeta, la Cantudo vio la luz. Desde entonces, la actriz no se ha molestado en encontrar pareja, sabedora, dice, de que “mi amor es Dios”. Ahí queda eso. Luego tenemos lo de Tania LLasera, que habla con su abuelo muerto, como ya conté, para que la asesore en las mudanzas y sobre su acierto en las compras inmobiliarias, y lo de Diego El Cigala, quien declara hablar con Dios todos los días, “sobre todo los de resaca, cuando me regaña”. No sé si estamos ante una nueva epidemia, pero parece incuestionable que nadie sale indemne de la contemplación mística y arrobada de Él, sobre todo las ministras portavoces. Ahora que Sánchez sólo comparece en la Moncloa para expresar su orgullo por cómo ha pilotado los vuelos desde Kabul, quizá habrá que esperar a la evacuación de la Guardia Civil de Cataluña y del País Vasco y a la celebración de las bodas de oro con Podemos (Isabel entonará la marcha nupcial de Mendelssohn) para que vuelva a aparecerse en carne mortal.