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La amante adolescente de Julio Iglesias: "Jamás tomaba precauciones"
Mónica Gonzaga asegura que su relación con julio iglesias se mantuvo diez años. «Pasaba muchos momentos con su madre, Charo, que siempre echaba agua bendita en su dormitorio», confiesa.
Mónica Gonzaga asegura que su relación con julio iglesias se mantuvo diez años. «Pasaba muchos momentos con su madre, Charo, que siempre echaba agua bendita en su dormitorio», confiesa.
Antes de nada, ¿cómo se encuentra Julio? El otro día hablé con las trillizas de oro (las famosas coristas argentinas que el cantante llevaba en su gira) y me comentaron que a veces necesita una silla de ruedas. Le he llamado pero no le localizo. Siempre ha tenido problemas de espalda, desde ese accidente de tráfico de joven, pero espero que se recupere». Nuestras primeras palabras con Mónica Gonzaga (Buenos Aires, 1958) ya aventuran una conversación repleta de revelaciones, solo unos días después de haber destapado su amor adolescente con Julio Iglesias (76). «Yo tenía 16 años y él 31. Hoy con la conciencia que hay sobre el abuso, él estaría en la cana (cárcel) y no saldría nunca más». Esto se lo soltó de cuerpo presente al presentador de «Podemos hablar», en Telefé, el pasado día 13. A LA RAZÓN, y por teléfono, la actriz, modelo y vedette de renombre en su país nos confiesa que «hace diez años que no sé de él y por eso mis dudas sobre su salud». Sin embargo, la década que interesa a este periódico es algo más lejana, la que transcurre entre 1974 y 1984, cuando estaba pasando «de niña a mujer», que diría el aludido. A mediados de los años 70, Gonzaga, protagonista de casi 50 películas y 20 series, era «muy chiquitita y estaba intentando abrirme paso en el espectáculo», donde el intérprete de «Hey» ya vendía por millones y le adjudicaban amantes por decenas, muy a pesar de Isabel Preysler, a la que desposó en 1971.
«Durante años oculté mi edad para poder trabajar en la moda –nos reconoce–. Porque empecé a desfilar muy joven, con 13 años. De hecho, con 17 fui primera princesa (dama de honor) en Miss Argentina. Conocí a Julio unos meses antes en Venezuela. Había ido a un concurso de belleza y él estaba de gira. No sabía quién era. Se acercó a mí en una cena y me invitó a uno de sus espectáculos. Esa noche no pasó nada entre nosotros. Pero luego seguí la gira con él y ahí ya intimamos. Ni me dijo que estaba casado ni me preguntó la edad». Mónica regresó a Argentina y dos años después, tras romper su relación con el célebre cantante Cacho Castaña (fallecido esta misma semana), se reencontraron: «Fue en Los Ángeles. Él se acababa de separar de Isabel y se sentía bastante mal. Se le veía muy deprimido. Julio es machista. Creía que podía hacer su vida y que no tendría consecuencias», reconoce. Y continúa: «Siempre que nos veíamos había intimidad. Fue así durante diez años». «¿Y tomabais precauciones?», interrumpo. «No, nunca tomábamos precauciones en la cama. Al contrario, él no se cuidaba para nada. Porque él quería tener hijos. Y yo tenía que poner medios para que no ocurriera. Fue mi madre la que me advirtió de que no me quedara embarazada de ese “gallego”. Que me abandonaría».
Habitaciones separadas
Mónica desconoce la historia de Edite Santos, la bailarina portuguesa a la que dejaría, pero encinta, unos meses después –en el verano de 1975–, y madre de su noveno heredero por la vía judicial. «Siempre me he preguntado cómo puede ser que no haya tenido más hijos. Aquí en Argentina, Maradona ya tiene siete. ¿Cuándo fue que estuvo con esa mujer? Porque la gira de 1984 en España la viví con él. En esa época, no tomaba medidas y era un inconsciente». La bonaerense ahonda: «Su pareja tenía que seguir sus reglas». «¿Qué reglas?», indago. «A mí me dijo “quiero hacer mi vida y tendremos dos cuartos separados. Nunca me pidió matrimonio. Me pidió convivir juntos y tener hijos. Pero fíjate. Al final consiguió su sueño. Sé que con Miranda siempre han tenido dos habitaciones y él ha seguido haciendo su vida. Yo no me hacía a tener que estar siempre esperándole. Porque al final fueron diez años juntos, de idas y venidas. Entre Julio y yo hubo algo especial». Entonces, desvela con nostalgia: «Durante el tiempo que estuve con él, pasaba muchos momentos con Charo, su madre. Una señora lindísima, muy religiosa. Ella siempre echaba agua bendita al dormitorio de Julio. ¡Litros tenía que haber echado! También conocí a Mamen, la mujer de su hermano». A la vista de la intimidad familiar, investigo sobre la cacareada generosidad del hombre de las tres mil amantes: «Les ha regalado cosas a todas menos a mí. A mí no me regaló ni el reloj Cartier ni el visón. Decía que me quería gratis y que yo a él le quería igual». ¿Y es un padre ausente, como señalan algunos?, añado. «Julio sí se ha ocupado de sus hijos –discrepa–. Cuando estábamos en Miami, solíamos ir a pasear con ellos. Recuerdo que Chábeli se ponía como loca cuando me veía. No le sentaba bien. Los chicos eran un amor pero ella era muy rebelde. Creo que se preocupaba de su futuro pero era Julio Iglesias y estaba siempre cantando. Vivía en una gira permanente». En este punto, tira de memoria histórica con Preysler: «Isabel ha sido y será el amor de su vida. Siempre sentí que ella tenía un lugar que no se podía ocupar. De hecho, una vez que ella vino a ver a los niños a Miami, le dije: “Julio, me voy a Puerto Banús a tomar un café. Os dejo solos. Este momento es para vosotros”. Isabel es muy especial. Recuerdo que Alfredo Fraile, su mánager, me decía que yo tenía su presencia y su porte. Pero no podía ser su mujer. Estar en esa casa sola siempre esperando que vuelva de sus giras. Ser una viuda con marido. O tener que seguirle en su carrera y no tener vida propia». ¿Y cómo es él?, insisto cual Perales: «Julio es muy tierno. Nos hemos reído muchísimo. Recuerdo que en los aviones ladrábamos para que la azafata viniera buscando un supuesto perro. También hubo momentos malos. Como cuando una amiga de su madre se cayó en su casa de Indian Creek y se ahogó en el canal. Él lo pasó muy mal porque su madre era lo más importante. A su padre le tenía en cuenta, pero Charo era su pasión. Ellos vivían en casas separadas, pero nunca se divorciaron. Era demasiado religiosa. Y muy dulce, muy cariñosa conmigo. Me contaba cosas de la Guerra Civil, que ponían los chorizos debajo de la cama. Y cómo le asombraba lo que veía en Los Ángeles. Julio nos llamaba cinco veces al día a ver qué hacíamos. La echaba de menos, pero ante todo amaba su profesión y sacrificó lo que había que sacrificar. A veces le daba depresión, bajones. Entonces le obligaba a hacerse la cama. Un amigo psicólogo me dijo que eso le iba a ayudar». Antes de repreguntar, Mónica toma la iniciativa de nuevo: «Por cierto, ¿cómo se lleva con su hijo Enrique? Me han dicho que no se llevan bien. Enrique ha triunfado mucho pero su padre se ganó paso a paso los territorios. No era nadie en Argentina y vino y vino hasta que terminó arrasando. Por eso ahora físicamente está tocado. Se gastó el cuerpo como se lo gastó».
DEJÓ EMBARAZA A EDITE SANTOS MESES DESPUÉS DE CONOCERLA
Mónica Gonzaga confiesa haber sido la amante de Julio Iglesias durante diez años, desde 1974 hasta 1984. Sin embargo, la bella actriz argentina desconocía la existencia de Edite Santos, la madre de Javier Santos, noveno hijo legítimo del cantante tras una sentencia judicial y más de 30 años de lucha en los tribunales. Solo unos meses separan ambas relaciones. Mónica conoció a Julio durante su gira por Venezuela, cuando contaba con solo 16 años y era una prometedora modelo. Fue en el verano de 1975, en su gira por la Costa Brava, cuando el intérprete de «Soy un truhán, soy un señor» dejó embarazada a Edite, una guapa bailarina portuguesa que entonces paseaba 20 primaveras. En el momento de ese «affaire», el cantante madrileño ya era padre de tres hijos con Isabel Preysler, con la que se había casado en 1971: Chabeli, que tenía cuatro años, Julio José, de dos y Enrique, que había nacido hace dos meses. Javier Santos vino al mundo en abril de 1976. Preysler le pidió el divorcio a Julio a finales de ese mismo año. Ya fruto de su matrimonio con otra modelo, la holandesa Miranda Rijnsburger, veinte años menor que él, nacieron Miguel (21), Rodrigo (20), las gemelas Victoria y Cristina (18) y Guillermo (12). Mónica, que enviudó del cineasta Alex Sessa en 1998, es madre de dos varones: Tomás y Adriano. En la citada entrevista en Telefé, también recordó entre risas como uno de sus hijos le dijo: «Yo podría ser Enrique Iglesias. Cada vez que se encuentra con alguien siempre lo menciona».
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