Opinión
El espejo del alma: Elena Tablada y el terrible efecto Kardashian en su rostro
A punto de cumplir 44 años, ha tomado un enfoque diferente en su estética, alejándose de la naturalidad que solía promover
Cuando Elena Tablada se hizo conocida, era una niña monísima que le robó el corazón a David Bisbal. Con el paso del tiempo, ha conseguido grandes logros tanto en su vida personal como profesional. Siempre ha sido abierta en sus redes sociales, compartiendo detalles sobre sus pensamientos, sentimientos y los tratamientos estéticos que ha elegido para mejorar su apariencia. Desde muy joven ha apuntado maneras, ya que se sometió a su primer procedimiento estético, inyectándose un biopolímero en los labios que posteriormente le causó complicaciones y requirió varias cirugías para eliminarlo.
Sin embargo, esto no la detuvo. Entre sus tratamientos, ha optado por inyectarse bótox para reducir las arrugas, rellenos de ácido hialurónico para dar volumen a pómulos y labios, y procedimientos integrales de rejuvenecimiento facial, siempre buscando y rebuscando los retoques más de moda.
Ahora, a punto de cumplir 44 años, Elena ha tomado un enfoque diferente en su estética, alejándose de la naturalidad que solía promover. Los últimos retoques han sido más exagerados y adopta características que recuerdan el «efecto Kardashian», con cejas muy levantadas y exageradamente tatuadas que endurecen su mirada, además de pómulos y labios más voluminosos de lo habitual. Este cambio refleja una búsqueda de sofisticación, aunque se podría argumentar que, en lugar de quitarse años, ha sumado una apariencia más artificial y lejana de su estilo original.
Pienso que el «efecto Kardashian» es una tendencia global, no una moda pasajera en España y ha influido en los estándares de belleza globales, especialmente en Estados Unidos y Sudamérica, donde el ideal estético se centra en el «Über Body» y la «Pillow Face», con labios voluminosos, pómulos prominentes, glúteos prominentes y pechos XL. Sin embargo, en España prevalece una filosofía de «menos es más» y se busca, con acierto, naturalizar el aspecto. Cada vez se tiende menos a las aberraciones. Aunque las nuevas generaciones están más abiertas a que los retoques estéticos sean visibles y a compartirlo abiertamente, en la sociedad española la percepción general es que los procedimientos estéticos deben ser imperceptibles para evitar que se note «trampa» en la apariencia. España sigue alejada de la exageración del llamado efecto Kardashian.
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