Se venía rumoreando desde hacía tiempo, pero no fue hasta mediados de esta semana cuando se confirmó que Tamara Falcó e Íñigo Onieva se habían dado una segunda oportunidad. “Sí, hemos vuelto”, dijo la marquesa de Griñón, desdiciéndose a sí misma. Solo unos meses antes, durante una multitudinaria rueda de prensa, aseguró que para los cuernos es “muy cuadriculada” y que no había posibilidad de reconciliación con el hombre que le fue infiel, pero se ha obrado el “milagro navideño”, según explica su revista de confianza.

De momento, los dos protagonistas se muestran discretos ante la opinión pública y no se han dejado ver juntos. Además, guardan un silencio sepulcral acerca de su reconciliación, pero Íñigo Onieva por fin ha dado un paso al frente y ha explicado cómo se encuentran tras retomar su relación. “Nada más que decir salvo que estamos muy contentos. Gracias a todos”, señala el empresario ante la prensa, que estos días se ha convertido en su sombra. Recalca que está “muy feliz”, y aclara que “ella también”, por si cabía la mínima duda de que la marquesa de Griñón no estuviera muy convencida de esta decisión.

Esa felicidad que los tortolitos celebran no parece compartida por sus allegados y familiares, al menos, en el caso de Tamara Falcó. Al parecer, su núcleo cercano habría recibido con “estupor” la noticia de su reconciliación, y sus amigas estarían “molestas” por haber hecho en valde de su paño de lágrimas. Una de las reacciones más esperadas era la de Isabel Preysler, que, según Isabel Rábago, mantuvo la elegancia que siempre le ha distinguido. “Espero que Íñigo no se vuelva a equivocar”, fueron las únicas palabras que la socialité habría pronunciado al respecto.

Los que tampoco parecen muy contentos son los familiares de Íñigo Onieva. A diferencia del clan encabezado por Preysler, ellos no están acostumbrados a la presión mediática con la que estos días están lidiando, y se han mostrado molestos y antipáticos con los reporteros tras conocerse la noticia de la reconciliación.