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'Cantora'

Agustín, el eterno ángel guardián que siempre vela por Isabel Pantoja

El hermano de la tonadillera se ha convertido en su persona de máxima confianza. Lo dejó todo por ella.

Agustín Pantoja en una imagen de archivo Gtres

Isabel Pantoja vive en el castillo inexpugnable en que ha convertido Cantora y de donde solo sale si es imprescindible o por obligación, como ha sido su cita judicial. Este encierro se acrecentó con la muerte de su madre, doña Ana, pero hubo un tiempo en que fue feliz en esta finca que compró Paquirri antes de la boda. Por mucho que el hijo diga que su padre se la dejó a él, no es cierto. Como tampoco la autoridad unidireccional de Agustín Pantoja sobre su hermana. En este sentido, y a pesar de las informaciones publicadas, los que conocen bien a la artista saben que ella ha manejado y maneja su vida, para bien o para mal. Considera que Agus –como le llaman familiarmente– es la única persona que no le ha defraudado y en quien confía plenamente.

No tiene buena prensa, pero tampoco le preocupa. Y cuando hay alguna cuestión que no se ajusta a su verdad, utiliza la Justicia y demanda. Estuvo a punto de hacerlo con su sobrino Kiko cuando este le acusó en su esperpéntica aparición en el programa «Cantora, la herencia envenenada» de ser la persona oscura que estaba junto a su madre. Le denunció por apropiación indebida, estafa y administración desleal. Con buen acierto, su abogado le convenció para que retirara la demanda, porque esa reclamación no iba a llegar a ninguna parte. Pero la brecha entre tío y sobrino ya estaba abierta, y a día de hoy parece poco probable que esa herida pueda cerrar dentro de poco.

Isabel Pantoja junto a su hermano Agustín acuden a los juzgados en ChiclanaCRISTOBAL_DUENASGTRES

Agustín Pantoja no hizo declaraciones, ni en ese momento, ni antes, ni después. Tomó el camino del silencio, que ha sido el que le ha acompañado en estas últimas décadas. Pero no siempre fue así. Comenzó en 1983 su carrera musical como cantante melódico con el LP «Piel de canela». Durante muchos años, fue económicamente independiente y firmó contratos importantes con ARIOLA. Tomás Muñoz, uno de los hombres más poderosos de la industria discográfica que relanzó carreras como las de Ricky Martín y descubrió a Chayanne, se lo quiso llevar a CBS, pero no llegó a cuajar. Hizo sus giras por España y Latinoamérica, y gustaba el toque aflamencado de sus trabajos. Ganó discos de oro y uno de platino. Fue número uno en las listas de «Los 40 principales» en varias ocasiones y Paco Cepero le compuso temas que tuvieron mucho éxito. Entre 1985 y 1997, fecha en la que se retiró de los escenarios, publicó ocho álbumes y varios sencillos. Daba conciertos en Chicago, Miami... Y en México, su amigo Juan Gabriel, le abrió las puertas del «bussines» latino. Cuando le entrevistaban en canales de habla hispana, reconocía que tenía la oportunidad de presentar su música al margen de su apellido. «Es un lujo, porque no miran quien eres, simplemente escuchan la música que canto».

A grandes rasgos, esta era su biografía profesional, mientras fue independiente. Su último trabajo fue el álbum «Mira como es», publicado en 1997. Después, nunca más volvió a grabar ningún disco ni a cantar en público, salvo en karaokes con su círculo íntimo, en las fiestas de Cantora. De su faceta más personal, nunca se ha sabido demasiado, salvo que tenía una vida cómoda en Miami y México y viajaba a España a menudo para estar con su familia en la sombra de Isabel Pantoja. Las razones para hacerse invisible, dejar su carrera musical, sus amistades e instalarse en Cantora solo él y su hermana las saben. ¿Sacrificó su vida? ¿Le ha compensado la decisión que tomó? Estas y otras peguntas forman parte de esa historia fraternal que ninguno de los dos ha contado. Dicen que fue su hermana quien le pidió que estuviera con ella, y que Agustín dejó todo y se convirtió en su sombra.

El 12 de julio, Agustín Pantoja cumplirá 58 años. Su vida es un misterio, porque así lo ha querido. Las personas que lo han tratado aseguran que tiene ese punto divertido que los Pantoja solo muestran cuando están en la intimidad, aunque parece que ahora pocas razones tienen ya para sonreír.