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Tamara Falcó ignora, por “consejo divino”, los flirteos de su novio con otras
Mientras Tamara Falcó reza a la Virgen María en el pequeño santuario que tiene en su casa, su novio, Íñigo Onieva, flirtea con otras en las discotecas, tal y como ocurrió el pasado fin de semana en una sala madrileña.
Entre canción y canción, achuchones y abrazos, cercanía extrema y diversión continua.
Las fervientes amigas de la hija de Isabel Preysler se preguntan por qué aguanta tanto desafuero nocturno. Tan beata y religiosa, tan mística y llena de fe, Tamarita parece dominada por esa clase de amor que ciega los ojos y los sentidos.
Las malas lenguas se ríen de la situación afirmando que la marquesita de Griñónse hace la tonta por “consejo divino”. Ironía al cien por cien y cachondeo supino.
Cuesta creer que Tamara haya llegado al acuerdo con su chico de que si él va a misa los domingos, ella le acompañará a las discotecas. Por el momento, ni a uno se le ha visto rezando piadosamente, ni a la otra bailando alocadamente en las listas de baile. Que nos lo expliquen…
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