Entrevista
Exclusiva: Amaia Salamanca: “Soy una montaña rusa de emociones”
Su agenda está a rebosar, porque tiene unos cuantos proyectos listos para ver la luz. El primero en llegar ha sido ‘Todos mienten’, una serie de Movistar + que da para reflexionar sobre la mentira y la verdad y las apariencias. De todo ello charlamos en exclusiva con la actriz madrileña en un encuentro que dio para mucho
Llega puntual a nuestra cita en el hotel Palace, y lo hace saludando a todo el mundo, charlando con cercanía y con una sonrisa de oreja a oreja que se le adivina tras la mascarilla. Aunque es uno de los rostros más conocidos de nuestro país,Amaia Salamanca prefiere la normalidad. Habla con serenidad y no elude ninguna pregunta. Posa con calma cuando le piden una foto y escucha cuando le dicen lo estupenda que estaba en tal o cual trabajo. Gracias a esos detalles, logramos dibujar a la mujer que se esconde tras la actriz que se encontró con el éxito hace ya más de una década. Estos días tiene en pantalla la serie ‘Todos mienten’, en la que comparte cartel con un elenco de altura, porque en ella están Natalia Verbeke, Leonardo Sbaraglia, Ernesto Alterio y Eva Santolaria entre otros, conformando un universo en el que la mentira y la verdad se dan la mano. Pero Amaia Salamanca aún tiene mucho más esperando: desde una comedia rodada a medio camino entre Madrid y Estambul hasta su primera película en inglés, ‘The Man of Rome’, la adaptación del libro ‘La piel del tambor’. Pasen y lean todo lo que tiene que contar.
Acabas de estrenar ‘Todos Mienten’ (Movistar +), dirigida por Pau Freixas, una serie en la que nada es lo que parece.
Sí, ha sido un placer haberle conocido y poder trabajar con él. Es una serie que recomiendo a todo el mundo, un thriller, que a mí es lo que más me gusta, algo que te mantenga en tensión, pensando quién ha sido, haciendo tus cálculos y además creo que es una historia muy bien contada.
En una serie en la que se habla de mentiras, interpretas a Sofía, una mujer que quizá es la más sincera de todos los personajes…
No es un personaje muy grande, pero me gustaba muchísimo. Sofía es una mujer empoderada que vive en un mundo de hombres y a la que le da igual lo que piensen de ella y a quién se lleve por delante. Pero, sobre todo, ella es una profesional. Es abogada, trabaja en el bufete de su marido, y creo que es sincera consigo misma. Hace lo que le apetece en cada momento y no quiere aparentar que es la típica persona perfecta como el resto. Y sí, puede ser la que más verdades suelta, pero también esconde cosas. Porque todo el mundo tiene sus secretos, pero tenerlos no significa mentir. Significa que tienes momentos que son solo tuyos y que no tienes por qué contárselo a nadie.
El título de la serie y el comportamiento de los personajes dan para pensar largo y tendido sobre eso, sobre la mentira. Porque las hay de muchos tipos… ¿Hay alguna que esté justificada?
Las piadosas, quizá. Las que se dicen por no hacer daño a alguien. Cuando son mentiras muy chiquititas, que no te comprometen en nada…
¿Y cuál es la peor de las mentiras?
Yo creo que cuando te mientes a ti mismo. Cuando no eres fiel a ti mismo, a tus sentimientos, a lo que quieres hacer… Al final, si tienes un velo para que los demás te vean de una determinada manera y no eres sincero contigo mismo, esa me parece la peor de las mentiras.
Bueno, en estos tiempos que corren, igual todos nos disfrazamos un poco para dar una imagen que no siempre se corresponde con la realidad. Sobre todo, en redes sociales. ¿Qué tal te llevas con ellas?
Soy consciente de que hay que ver las partes positivas del mundo tecnológico que tenemos a nuestro alrededor. Las redes sociales sirven para promocionar, para exhibir lo que has hecho y para publicitar, y eso me parece que está bien. Pero ahora si queremos hacer ver que todo es perfecto y enseñar constantemente lo que estamos haciendo y que todo es genial en nuestra vida… Al final eso no es real y no mostramos la realidad que nosotros estamos viviendo. Eso me parece más un problema de cara al futuro. Si esto es así, de aquí a diez años a ver cómo habrá cambiado todo esto.
En eso de las mentiras también entra el autosabotaje. Últimamente se ha acuñado el término del síndrome del impostor, para quienes se cuestionan si son aptos para algo, aunque objetivamente lo sean. ¿Has sentido esa inseguridad antes de abordar un proyecto?
¡Uy! Siempre. Lo primero que te viene cuando llega un proyecto es esa inseguridad. Pero si puedes darle la vuelta a la tortilla y verlo como un reto, como algo en lo que trabajar a favor, pues ahí puedes ir encontrando cosas. Ahora, cuando he hecho mi primera película en inglés, pensaba: “¡Ay, Dios mío! Aprenderme el texto y además intentar que la entonación sea la mejor posible, que sea creíble…”, todo eso era un reto que me daba pánico, pero que al final, hay que hacerlo. Tienes que enfrentarte a ello. O cuando hice en su día a la entonces princesa Letizia. Todo el mundo la conoce, se suponía que tenía que parecerme a ella lo máximo posible. Eso era un reto y me tiré de cabeza. Pero así van surgiendo las cosas y yo me voy tirando de cabeza (risas).
Esa serie generó mucho revuelo y se comentó lo mucho que te parecías. ¿Cuál fue el mejor comentario que recibiste sobre ese trabajo?
Estuve tiempo con los gestos. Ahora ya no, pero durante un tiempo se me quedó hablar como habla ella y los gestos con las manos… Y comentario, supongo que fue mi madre, que las madres siempre nos miran con buenos ojos.
Hablando de ella, en los últimos tiempos ha sido la protagonista de varias de tus apariciones públicas. Hace unas semanas hablaste en un acto de su espíritu emprendedor. Porque en los 80 dio un paso de gigante al montar su propio negocio.
Entonces la habían echado por estar embarazada. Fue con la ayuda de mi padre, porque llevan toda la vida juntos. Lo decidieron conjuntamente y ahí sigue la óptica abierta. Tiene 35 años, como yo. Por eso siempre me dicen que vine con una óptica debajo del brazo.
Tu madre también ha sido la otra gran protagonista de tu viaje a Kirguistán con Jesús Calleja, que además ha tenido muy buena acogida.
Esa experiencia ha sido muy buena y bonita. Me ha escrito mucha gente. Yo no me esperaba que fuera así. Lo hice sobre todo por la aventura y porque me apetecía. Y ha habido mensajes muy bonitos, y Calleja, recuerdo que me dijo: “¿Sabes que eres la única invitada que ha traído a su madre?” En ocho temporadas he sido la primera. Todo el mundo iba con un amigo, con su representante o con su pareja. Pero la primera que iba con su madre era yo. Y a mí me hizo mucha ilusión, pero ¿cómo no lo voy a hacer si ella siempre me ha llevado a todas partes cuando era pequeña y todos los viajes los ha hecho conmigo? Este me parecía una buena manera de conectar madre e hija.
Ese programa ha servido para que muchos cambien la imagen que tenían de ti, porque desde fuera quizá puede parecer que eres más seria de lo que en realidad eres.
¡Me lo dicen mucho!, pero tampoco sé cómo cambiar esa imagen. Yo siempre digo que soy muy payasa con mis amistades y con mi familia. Con Calleja me han cortado un montón de chistes malos que hacía. Yo creo que lo han hecho pensando: “Pobrecita, le vamos a cortar esto para que no dé el cante” (risas). A mí el mundo de la comedia me encanta. Tengo muchísimo humor negro, pero para que se viera quizá debería exponerme más en mis redes y jugar mucho más a eso, y claro, al final el que me conoce es el que sabe cómo soy.
Sueles ser bastante cuidadosa con lo que expones de ti. ¿Qué te hizo decidirte a sumarte a esa aventura televisiva?
Lo mío me costó. Me habían invitado a otros programas de entrevistas y la verdad es que nunca me decidía, porque me parecía que te abres un montón y eso me agobia un poco. Pero allí se juntaba todo con el deporte, la aventura... Así que al principio puedes estar tímido, pero son siete días con un mismo equipo y al final es que te abres sí o sí.
Tanto que vimos una cara de ti poco habitual.
¡Ah, sí! Me eché a llorar! La primera entrevista que me hace, me pregunta por mis padres y me echo a llorar porque mi madre estaba en el viaje. Aparte, es que yo me emociono con facilidad.
Ahí se atisbaba un poco de la persona que hay detrás de la actriz. ¿Cómo es Amaia Salamanca en realidad?
Muy emocional. Soy un poco una montaña rusa, de repente puedo enfadarme muchísimo en un momento por algo que pueda parecer una tontería. Soy toda emociones. Y, ya sé que es lo típico, pero soy muy amiga de mis amigos, porque es verdad. Me encanta cuidar a la gente a la que tengo. Me encanta juntarles y reírnos y me gusta mucho divertirme. Aprovecho cada momento. Me gusta mucho disfrutar de todo lo que hago. Y tengo mucho humor, humor negro, que hay que reírse.
Hace unos días decías que a veces te sientes supermayor. Es verdad que llevas mucho tiempo ante las cámaras, pero decirlo a los 35 igual es pasarse un poco, ¿no?
(Se ríe) Es que siento que he vivido muchas cosas… o que las he vivido muy rápido. Tuve el pavo con 13 o 14 años, que era insoportable. Luego vine, me puse a trabajar… y como que todo lo he ido viviendo muy rápido. Incluso lo de tener hijos. Cuando yo tenía tres, ninguna de mis amigas tenía.
También es cierto que el éxito de ‘Sin tetas no hay paraíso’ llegó muy rápido y siendo muy joven. Aquello tuvo que ser como un tsunami.
Ahora lo veo como con otra perspectiva, pero ahí como me veía en el momento y tenía 22 años fue chocante. Pero si lo comparo con lo que veo que sucede ahora con La casa de papel o Élite, pienso: “Menos mal que a mí no me pilló todo eso”.
Desde entonces no has parado de trabajar, y estos días son varios los proyectos que tienes ya listos para salir. Tienes, por ejemplo, a otra Sofía, la de la comedia ‘Por los pelos’, pendiente de estreno.
Sí, es una comedia que rodamos entre Estambul y Madrid y tengo muchas ganas de que llegue porque lo hicimos ya hace año y medio.
Además hay otra serie, ‘Bienvenidos a Edén’, de Netflix.
Sí, se estrenará esta primavera. Quiero que salga porque es algo muy distinto, tiene que ver con unos chavales atrapados en una isla desierta. Y hasta ahí puedo leer. Estoy muy ilusionada, porque tengo muchas ganas de verlo.
Y también ‘The man of Rome’, la versión cinematográfica de ‘La piel del tambor’, la novela de Arturo Pérez Reverte.
Esa es la primera que he hecho en inglés y lo he afrontado con muchos nervios. Si normalmente algo te genera inseguridad, si encima tienes que hablar en inglés… yo estuve viviendo en Estados Unidos, ¡pero con 15 años! Así que ahora he tenido a una coach que me ha ido ayudando. Es una manera de que vayas también un poco más relajada. Y Richard Armitage, que es el protagonista es una persona supercálida, amorosa, tranquila, pausada, que me ha ayudado un montón. La verdad es que ha sido un apoyo muy bueno.
Es un salto interesante esto de rodar en otro idioma. ¿Hay algún director o compañero de otro país con el que te gustaría trabajar?
¿En plan utópico? Pues… Cate Blanchet. Me moriría por trabajar con ella. Y Tarantino. Con lo que me gusta a mí el mundo de la acción, trabajar con él sería genial.
¿Hay algún papel que te gustaría hacer?
¿Has leído Reina Roja de Juan Gómez Jurado? Pues el de Antonia Scott. Devoré esos libros.
Pues parece que ahora van a llevarlo a la pantalla, así que el momento desde luego es perfecto para planteárselo.
Sé que lo van a hacer, porque sigo a Gómez Jurado y lo contaba muy emocionado. Y sí, de repente algo así, porque une el mundo detectivesco, el thriller, misterio con acción, sería ideal.
También has dicho en alguna ocasión que te gustaría probar suerte en la dirección.
Lo que pasa es que llevo diciéndolo mucho tiempo, porque soy de estas que ya hace diez años se quedaba siempre viendo el tipo de plano. Me gustaba todo lo técnico que había detrás de las cámaras y siempre decía que me gustaría, pero veo que tampoco doy un paso adelante para intentarlo. Ahora me ha entrado un poco de miedo, porque hay gente tan preparada que no quiero ser alguien que se entrometa. Siempre me ha gustado, pero no sé si me atreveré.
Ahora hay otras compañeras como Macarena Gómez, Verónica Echegui que han mostrado lo que hay en su cabeza. ¿Qué universo veríamos de Amaia Salamanca?
No lo sé. Eso es lo que realmente me frena. Porque tienes que dirigir algo que tú quieras contar desde tu punto de vista, desde tu mundo. De cómo lo tengas estructurado en la cabeza. No vale con que alguien me dé algo. Tiene que ser algo muy privado de cada uno. No me he atrevido porque no he encontrado qué historia. Tiene que ser algo como íntimo, porque si lo tuviera, ya habría dado el paso.
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