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Chábeli Iglesias, a punto de fugarse en su boda con Ricardo Bofill
La hija de Isabel Preysler fue esposa durante poco más de un año y medio del hijo homónimo del fallecido arquitecto
Ricardo Bofill, uno de los nombres más relevantes en la arquitectura española e internacional, acaba de fallecer a los 82 años. A él se le deben edificios tan emblemáticos como el mítico Walden 7 de Barcelona, cuya fachada irregular no deja indiferente a nadie; o la Muralla Roja de Calpe, un conglomerado de edificios que años después de su construcción se compara con la estética futurista de la exitosa serie de Netflix ‘El juego del calamar’.
También son obras suyas el parque del Manzanares por el que millones de madrileños pasean cuando el sol baña la capital, el famoso hotel Vela que preside desde el Mediterráneo el skyline de Barcelona, o el conocido internacionalmente barrio de Antigone en la ciudad francesa de Montpellier. Siguiendo su estela allende las fronteras españolas, Bofill también engendró la sede de Shiseido en Ginza -que llegó a ser el edificio más caro de todo Japón-.
Pero más allá de su exitosa carrera entre planos, escuadras y cartabones, Ricardo Bofill también se hizo un nombre en la crónica social gracias a su importante agenda de contactos pertenecientes a todas las esferas. El arquitecto nació en una de las familias más acomodadas de Barcelona, una privilegiada posición que le permitió codearse con la créme de la créme desde muy temprana edad.
Su homónimo hijo siguió sus pasos y llegó a las páginas del papel couché gracias a su noviazgo con Chábeli Iglesias, famosa de nacimiento por ser hija de Isabel Preysler y Julio Iglesias. Se conocieron en Marruecos y se casaron poco después, el 11 de septiembre de 1993, durante una ceremonia civil que no convencía a casi nadie.
Eran pocos los que auguraban un buen futuro a la pareja, e incluso Julio Iglesias tentó a su hija Chábeli para fugarse antes de caminar hacia el altar. “Tengo el avión a diez minutos de aquí. Nos vamos todos y les dejamos con la boda”, recuerda ella las palabras de su padre durante una entrevista con ‘Vogue’.
Arquitecto estrella
Bofill padre fue el primero en ostentar el título de ‘arquitecto estrella’, elevando su nombre a lo más alto de la popularidad. Se dejaba ver en destacados eventos de la jet set y en la década de los años 70 era tan conocido como Camilo Sesto o Miguel Bosé, con quien entabló una muy buena relación. De hecho, una de las últimas veces en las se le pudo ver públicamente fue en una gala contra el SIDA organizada por el cantante en el año 2015.
Sin embargo, la farándula terminó por hartarle y Bofill se retiró de la opinión pública para centrarse en su carrera. “Decidí que no quería seguir siendo famoso, la celebridad y la competición dejaron de interesarme: lo que me interesaba era la arquitectura en sí misma y adopté un perfil bajo. Por ese motivo, he concedido muy pocas entrevistas. No me interesa tener una gran fama porque es peligroso: te construye una personalidad que no es la adecuada para el trabajo, te transforma en un individuo orgulloso y despectivo”, dijo en una conversación con ‘ABC’.
Pero Bofill no iba a tenerlo tan fácil a la hora de desaparecer del panorama mediático. La boda de su hijo con Chábeli lo convirtió en el consuegro de Isabel Preysler, y, sin comerlo ni beberlo, volvió a llamar la atención de la crónica social. En este sentido, destacó por su impecable trato con la prensa, con quien siempre se mostraba muy atento y educado.
Tras su fracasado matrimonio con Chábeli, su hijo volvió a emparejarse con otro rostro muy conocido: Paulina Rubio. Fueron años en los que el joven acostumbraba a protagonizar portadas y reportajes en las revistas del corazón, aunque, siguiendo el ejemplo de su padre, también decidió dejar todo eso atrás y hoy vive alejado del foco mediático y centrado en su carrera de arquitecto, siguiendo así con la tradición familiar.
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