Los Reyes Felipe VI y Letizia han recibido esta mañana en el Palacio Real al Cuerpo Diplomático acreditado en España, compuesto por 126 embajadas residentes en nuestro país y casi 800 consulados, 153 de carrera y más de 600 honorarios. Además, otros 49 países están acreditados ante España, pero tienen residencia en París, Londres, Bruselas o Ginebra, más otros 42 organismos internacionales tienen sede en España.

A su llegada, los Reyes han sido recibidos por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el Ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares.

Después, Sus Majestades han accedido a la Saleta de Gasparini, donde se ha producido el tradicional saludo al Cuerpo Diplomático, conocido popularmente como “besamanos”. Ha sido en ese momento cuando doña Letizia ha sufrido un percance de estilo que ha acaparado todas las miradas.

La Reina se ha decantado para la ocasión por el vestido azul que estrenó en la Pascua Militar de 2022 cuyo diseñador se desconoce, y lo ha combinado por el collar de zafiros que el regalaron sus suegros en su pedida de mano hace 20 años y una una pulsera de zafiros y diamantes que se ha convertido en la gran protagonista de la jornada.

Tras el saludo a las autoridades, la pieza ha caído al suelo y la Reina Letizia ha tenido que agacharse a recogerla. Su Majestad se ha tomado el incidente con humor y ha hecho gala de la naturalidad que se ha convertido en su seña de identidad en el último año. Con una sonrisa en la cara, y como haría cualquier otra mujer, ha pedido a don Felipe VI que le ayude a volver a colocarse la pulsera, que ha vuelto a colocar la joya en la muñeca de su esposa.

Después, y sin dar mayor importancia a lo ocurrido, tanto los Reyes como el presidente del Gobierno y el ministro han accedido al Salón del Trono para dar comienzo al almuerzo con el resto de autoridades y diplomáticos.

No es la primera vez que la Reina Letizia sufre un percance de este tipo. En noviembre de 2021, durante un viaje oficial a Suecia, su bolso cayó al suelo y su contenido quedó al descubierto. Se trataba de su teléfono móvil y un pintalabios que, de nuevo sin dar importancia, se agachó a recoger rápidamente para seguir con el acto con total normalidad.