Confesiones inéditas
Eugenia de York relata el calvario que le empujó a sufrir problemas alimenticios
La adolescencia es una etapa complicada, especialmente para una joven que vive bajo el foco mediático y con la presión de lucir siempre perfecta ante el mundo
Los comentarios constantes sobre el físico de uno mismo pueden hacer mucho daño. Algo de lo que no están exentos, ni mucho menos, los miembros de las familias reales, quienes viven especialmente bajo la lupa mediática y la opinión pública. Esto ha supuesto un calvario para Eugenia de York, nieta de la desaparecida reina Isabel II de Inglaterra y que ocupa actualmente el undécimo puesto en la línea de sucesión al trono. Ha sufrido tanto la presión por tener un cuerpo que encaje en los cánones de belleza impuestos por la sociedad, que llegó a caer en “un par de problemas relacionados con la comida”, tal y como acaba de desvelar en el podcast ‘Table Manners’ con inusual sinceridad sobre una cuestión tan privada.
Y es que los miembros de la familia real británica siempre han sido muy celosos con su intimidad, especialmente por estar escarmentados por los medios más sensacionalistas. Pero hay cuestiones que ponerlas sobre el tapete informativo hace mucho bien, aunque suponga mostrarse vulnerable ante el mundo. Así lo ha entendido la hija del príncipe Andrés y Sarah Ferguson, que ha hablado sin miedos sobre cómo cayó en las garras de los desórdenes alimenticios cuando comenzaron los primeros comentarios sobre su físico en la adolescencia.
“Tienes ese corte de pelo tonto y eres un poco gordita y, ya sabes, todos los chicos te están acosando y todo ese tipo de cosas”, comenzaba a recordar Eugenia de York. Esto dio comienzo a que se preocupase en exceso sobre su cuerpo, lo que derivó a “un par de problemas relacionados con la comida”. Y es que considera que la fama y la exposición al mundo que ha supuesto su condición real es perjudicial, pero que también lo habría sido para cualquier otra persona en su misma situación, “para prácticamente todo el mundo". Y es que en su vida había una presión añadida, que le obligaba a lucir perfecta de cara a la galería.
Sufría por “tener que lucir de una determinada manera”, así como aguantar comentarios desagradables para mantener las formas y no dar que hablar. Eso fue haciendo mella en su autoestima, como aquel día que recuerda que le dijeron “qué vestido tan bonito, pero qué mal te queda”. Eso duele. Pero Eugenia de York lo ha superado tras encontrar la estabilidad junto a su marido, Jack Brooksbank, con el que ha formado una preciosa familia en Portugal: “Portugal es mi sueño, porque puedo ir al supermercado, hacer ejercicio, llevar el pelo recogido y no me importa. A nadie le importa”, dice feliz por el cambio de vida que ha supuesto alejarse de la presión por estar ideal en todo momento.
Algo que le ha hecho entender que los jóvenes necesitan más atención para proteger su salud mental. Es el gran reto de los tiempos que corren, porque, según entiende ella: “Debería reducirse la presión mediática y el juicio de la opinión pública sobre los menores de edad, porque los comentarios pueden llegar a ser muy crueles”. Así, con este cambio, puede que la juventud “crezca en la dirección adecuada”, porque ahora es pesimista y ve que sucede “precisamente lo contrario”.
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