Nuevo diagnóstico
Conmoción en la realeza europea: del cáncer de Carlos III al delicado estado de Harald de Noruega
La salud no atraviesa su mejor momento en las Casas Reales, pero las reglas en las líneas de sucesión están bien marcadas y la institución cumplirá sus funciones
El cáncer del rey Carlos III ha caído como un jarro de agua fría después de haber sido dado de alta. Nos acostumbró mal la reina Isabel II, que falleció a los 96 años. Con más de 70 años en el trono, era la monarca más longeva desde que se tiene memoria. Se habló entonces de que podría llevar inscrita en su genética la carga de la longevidad al provenir de una familia caracterizada por largas vidas. Su madre, Elizabeth Bowes-Lyon, vivió 101 años, mientras que su abuela paterna vivió hasta los 85. Además de vivir muchos años, la reina Isabel disfrutó de un estilo de vida activo tanto mental como físicamente hasta muy avanzada edad.
Igual podría decirse de la reina Margarita de Dinamarca, una monarca dispuesta a morir en el trono si las circunstancias no hubiesen precipitado su abdicación, con 83 años y en excelente uso de sus facultades físicas e intelectuales.
Estas longevidades provocan que los ciudadanos reciban con especial conmoción la noticia de que el rey Carlos III sufre cáncer, según anunció este lunes el Palacio de Buckingham en un comunicado. Sin embargo, no se especificó qué tipo de afección tiene el monarca, de 75 años, que ascendió al trono hace menos de un año tras la muerte de Isabel II.
"Durante el reciente procedimiento hospitalario del rey por un agrandamiento benigno de la próstata, se observó otro asunto de preocupación", dijo el comunicado. "Las pruebas de diagnóstico posteriores han identificado una forma de cáncer". El rey había sido intervenido en enero para una cirugía abdominal por una hipertrofia benigna de próstata y había sido de alta tras recuperarse satisfactoriamente.
A pesar de su magnífica salud, la reina madre también sufrió dos cánceres: el primero de colon en 1966 y el segundo en 1984 de pecho. En ambos casos se mantuvo en secreto. Su marido, el rey Alberto, fumador empedernido, falleció a consecuencia de un cáncer de pulmón a los 56 años. Y su hermano Eduardo VIII, que abdicó por su historia de amor con Wallis Simpson, murió un año después de que le diagnosticaran cáncer de pulmón. La princesa Margarita también tuvo que ser intervenida de un tumor en un pulmón, que resultó ser benigno.
El rey Carlos no es el único monarca que está atravesando problemas de salud. El rey Harald de Noruega, el más veterano actualmente de los reyes europeos, se recupera estos días de una infección respiratoria que ha obligado al príncipe Haakon a asumir la regencia mientras su padre se recupera. Tiene 87 años e igual que las reinas Isabel II y Margarita de Dinamarca en su momento, no contempla la opción de abdicar, a pesar de que su baja se alargará más de lo previsto. No obstante, la posibilidad de un relevo en esta monarquía nórdica hace que los ojos se vuelvan a su futura reina, Mette Marit, diagnosticada en 2018 de fibrosis pulmonar.
Las reglas en la líneade sucesión en cada una de las monarquías están muy definidas y garantizan el funcionamiento normal de la institución en caso de baja de sus monarcas, cualquiera que sea el motivo.
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