Aristocracia
Beatriz de Orleans, más princesa que nunca en la boda de su nieto
Valencia acoge hoy el enlace real, y de tronío, de su nieto, Louis Nicolas Crépy de Orleans, y Carolina Torio Ballester
En Francia no hay trono, pero sí pretendientes. Es un anhelo romántico que la dinastía Orleans, una de sus aspirantes, reaviva este fin de semana con motivo de la boda de Louis Nicolas Crépy de Orleans y Carolina Torio Ballester, en la catedral de Valencia. Siendo el novio el nieto mayor de la princesa Beatriz de Orleans, el enlace abre, además, apetito de elegancia, moda, lujo y todos esos componentes que esta mujer consigue hacer sublimes. Sin duda, su figura ocupará el centro de atención en este templo de la capital del Turia que, por primera vez en 400 años, celebra una boda real. A punto de cumplir 82 años, la aristócrata y matriarca del clan mantiene una actividad frenética. Esta misma semana, cuando LA RAZÓN contactó con ella, se encontraba en Arabia Saudí. Su nieto declaró recientemente que estaba invitada a la boda toda la familia real española, pero ella ha preferido mantener discreción acerca de si finalmente contarán con la presencia de alguno de sus miembros. Rehúsa hablar de política y también de la Casa Real, pero en su cuenta de Instagram no escatima elogios al rey Juan Carlos, a quien agradece «tantas cosas buenas» y muestra su alegría cuando vuelve a España, como ocurrió en mayo de 2022, tras su llegada al Náutico de Sanxenxo. Fue la primera mujer consejera delegada de la firma Dior y encarna esa feminidad que ideó el gran modista cuando fundó su casa de moda en 1946. Su marcado acento francés, exclusivamente suyo, revela mucho de una personalidad que ha sabido darle a su refinamiento principesco de dama criada en un castillo galo un desenfado muy natural. Tiene ese matiz bohemio tan parisino que le permite sentarse los domingos en una cafetería de su céntrico barrio madrileño y pasear por El Retiro como si hubiese plantado cada uno de sus árboles. Su mayor distinción es la naturalidad y ese «allure» francés con el que fantasean otras aristócratas antes de acabar tirando la toalla.
Hija de Bruno Marie Pasquier, conde de Franclieu, su infancia transcurrió en un magnífico castillo de Grenoble del siglo XVIII. Su padre fue asesinado cuando ella tenía tres años por su apoyo al Régimen de Vichy, colaboracionista con la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Este vínculo pesó a la hora de aceptarla en familia cuando conoció a su marido, el príncipe Miguel de Orleans, en La Sorbona. En 1978, su suegro, el conde de París, rectificó y concedió a la pareja el condado de Évreux y estatus real.
Once nietos
Aunque se divorció en 1994, siguió siendo princesa, incluso después de que su marido contrajera de nuevo matrimonio en 2017 con la aristócrata española Bárbara de Poch. Así lo comunicó su excuñado, jefe de la Casa de Orleans, en un comunicado. Es madre de cuatro hijos y abuela de once nietos, pero se mueve como si nada le pesara. Hoy verá caminar hacia el altar al mayor de ellos y, si le preguntan, confirmará que la felicidad es su mayor secreto de belleza. Habrá alguno más, como el complemento alimenticio a base de papaya fermentada que ella misma promueve, aunque no será el momento de comentarlo.
Durante el año, su prole reside en países diferentes, pero en verano consigue congregar a toda la familia en Marbella, en la casa de San Pedro de Alcántara que perteneció a Carmen Sevilla. Educó a sus hijos con los mismos criterios de disciplina, unidad y firmeza que ella conoció. Son valores que aplicado en general a su vida y le caracterizan como madre, abuela o mujer moderna y socialmente comprometida. Desde la Asociación Española del Lujo (Luxury Spain), que ella misma fundó, se ha convertido en inagotable buscadora de lujo nacional con el único afán de darlo a conocer. Y dice que lo encuentra igual en un perfume, una colección de arte o una lata de anchoa. Su presencia en la boda será un guiño a esa excelencia que ella promociona.
Quién es quién en la dinastía Orleans
La flor de lis, representación simbólica de la realeza francesa, está presente en las tartas nupciales de la familia Orleans. El enlace que une a Louis Nicolas Crépy de Orleans, de 28 años, y Carolina Torio Ballester, de 26, adquiere especial relevancia por ser la primera boda real en la catedral de Valencia después de la del rey Felipe III, el Piadoso, y su prima María de Austria.
La monarquía en Francia fue abolida en 1793, tras la Revolución que llevó a Luis XVI y a María Antonieta a la guillotina. Hubo después varias restauraciones y, tras la abdicación del rey Luis Felipe I, en 1848, se proclamó la Segunda República Francesa. Este fue el último monarca francés y el primero de la dinastía Orleans. Desde entonces, la familia se considera legítima depositaria de los derechos a un trono inexistente. Pero su pretendiente, Juan de Orleans, conde de París y tío del contrayente, no es el único. También rivalizan por la corona Luis de Borbón, duque de Anjou, descendiente del rey Luis XIV, y Juan Cristóbal Bonaparte, tataranieto de Napoleón I