Diana de Gales, la leyenda

Nunca antes de Diana de Gales se había conocido a ningún personaje de tal magnitud mediática. Lady Di vino a cambiar la visión encorsetada de la monarquía británica, con Isabel II a la cabeza, y a demostrar que una princesa podía reír, llorar, correr dentro de un saco de patatas y hasta dar la mano a un enfermo de VIH. Su vida pasó del anonimato a convertirse en leyenda en tan solo diecisiete años.

Diana Spencer nació en Sandringham, Norfolk (Inglaterra) el 1 de julio de 1961. Una niña no del todo deseada, ya que su padre Edward John Spencer, vizconde de Althorp, y su madre, Frances Ruth Burke Roche, deseaban tener un varón que garantizara su legado. A los 6 años, tuvo que afrontar la problemática separación de sus padres y el nuevo matrimonio de su progenitor con la condesa de Darmouth, con la que ninguno de los hermanos Spencer mantuvo una relación cordial.

Acudió a la Riddlesworth Hall School y luego a un internado, la West Heath School. Era conocida por su timidez, por su talento para tocar el piano y para el baile y por lo buena compañera que era. Tras cursar estudios en el Instituto Alpin Videmanette de Suiza, se trasladó a Londres, donde consiguió plaza como ayudante en una guardería, a la que iba a trabajar desde su piso de Coleherne Court que compartía con varias amigas.

Su vida dio una vuelta de 360 grados cuando en julio de 1980 conoce al príncipe Carlos de Inglaterra y comienzan su noviazgo. En otoño de ese mismo año anuncian su compromiso y el 29 de julio de 1981 se dan el «Sí, quiero» (había que ocultar la supuesta pérdida de virginidad de la joven) en la Catedral de San Pablo, en presencia de 2.650 invitados. A partir de entonces se convirtió en princesa de Gales. «Me creía la chica más afortunada del mundo», llegaría a confesar ella en una entrevista. De su relación, nacieron los príncipes William y Harry.

Aunque parecía que en la sociedad británica era un secreto a voces, a mediados de los 90 se hizo público el romance del príncipe de Gales con Camila Parker-Bowles. El escándalo marcó el inicio de una nueva Diana. Los príncipes decidían poner fin a su matrimonio y, al mismo tiempo, Diana se convertía en una estrella global. Su estilo cambió, era esperada como una gran «celebrity» en todas las alfombras rojas y se convertiría en abanderada de organizaciones benéficas.

Su trágica muerte, el 31 de julio de 1997 –hoy se cumplen 25 años– supuso el nacimiento de su leyenda. Lady Di se encontraba en París con el multimillonario Dodi Al Fayed. Obtener la instantánea de la princesa con el hijo del riquísimo empresario británico de origen egipcio Mohamed Al Fayed, se convirtió en la obsesión de la prensa en el verano de 1997. Por eso los paparazzi esperaron su salida a la puerta del hotel Ritz y comenzaron la trágica persecución. El chófer que conducía el coche estaba ebrio e iba demasiado rápido. El vehículo perdía el control en el interior del Pont d’Alma. Diana fallecía horas más tarde en el hospital de la Pitié-Salpetrière a causa de las lesiones internas sufridas. «Mi madre nos hizo felices e hizo feliz a mucha gente. Así queremos que sea recordada», fueron las palabras del príncipe Harry, que entonces tenía tan solo 12 años, en el funeral de su madre.