Casa Real
Ingrid Alexandra, la princesa friegaplatos que dará que hablar
La futura reina «rebelde» de Noruega, primogénita de Haakon y Mette-Marit, alcanza la mayoría de edad
La princesa friegaplatos. Bajo este titular de prensa local aparecía el pasado verano la imagen de Ingrid Alexandra, primogénita del heredero al trono noruego, el príncipe Haakon, y de la princesa Mette-Marit. La futura reina (será la segunda en toda la historia de ese país), entonces todavía menor de edad, había firmado un contrato con una pizzería del centro de Oslo, por el sueldo mínimo interprofesional, con el cometido de dejar cada día vajillas y cuberterías impolutas. La casa real utilizó esta información para esa permanente campaña de imagen, que comparten todas las monarquías europeas, con la que pretenden hacer de los vástagos con sangre azul jóvenes de lo más plebeyo, en un afán por reducir la distancia social de la Corona. Pero este oportuno ejercicio de normalidad parece que responde realmente a un rasgo de carácter.
Hasta ahora, poco se ha sabido de la joven Ingrid Alexandra, a quien sin embargo se han dedicado largos reportajes con motivo de su reciente mayoría de edad (cumplió los 18 el 21 de enero), casi todos recogiendo los datos propios de una biografía oficial. Por ejemplo, que nuestro Rey Felipe VI es uno de sus padrinos de bautizo, pero no pudo asistir a esa ceremonia porque ya estaba en capilla para su boda con Doña Letizia. Que el recorrido académico de la princesa ha alternado los centros privados y públicos, aunque fue ella la que optó por el Elvebakken, el instituto público de prestigio al que acude en la actualidad para realizar la preparación preuniversitaria. Que le gustan especialmente las matemáticas y practicar surf y kickboxing. O que continúa viviendo con sus padres y su hermano, Sverre Magnus, dos años menor que ella, en el palacio Skaugum, en la localidad de Asker, a unos 20 kilómetros de Oslo.
Pero otros episodios de su vida, como ese verano entre platos y cubiertos, ofrecen una aproximación más reveladora a una personalidad que puede tener poco en común con la institución que representa. Con 11 años tuvo que leer su primer discurso en un encuentro repleto de cámaras. Tras unas pocas palabras, empezó a faltarle la voz y las lágrimas terminaron por interrumpir una lectura que debió retomar su madre. Desde entonces procura superar un miedo escénico que convierte cada acto público en un desafío. No es ese su hábitat natural y, sin embargo, más pronto de lo esperado se ve sustituyendo en algunos actos oficiales a Mette-Marit, enferma desde hace dos años de fibrosis pulmonar, lo que ha aligerado su agenda.
Parece existir una afinidad especial entre madre e hija. Seguramente porque comparten la personalidad transgresora que, en su juventud, hizo de la mujer de Haakon una dudosa candidata a consorte. Quienes mejor conocen aquellas intimidades palaciegas apuntan que en Ingrid Alexandra domina un espíritu rebelde y reivindicativo, muy crítico con la monarquía y los privilegios de los que disfruta. Es probable que esa «sensibilidad social» de la que hablan los medios noruegos despertara viendo lo que ocurría en casa. En 2012, la pequeña princesa acompañó a su padre durante una entrevista en la que se mantuvo en silencio hasta que el periodista le preguntó si tenía muchos «sirvientes» a su cargo. Con timidez, contestó que no, pero se atrevió a añadir que a esas personas no les gustaba que las llamaran «sirvientes». «Yo lo hice una vez y se enfadaron mucho», y aseguró que no lo repetiría nunca.
Hermanastros íntimos
De modo que puede entenderse que su madre, que se pagó la universidad trabajando de camarera, sea su principal referente. Y también su hermanastro, Marius Borg, el hijo que Mette-Marit tuvo con su primera pareja. Un «chico malo» de 25 años, ajeno a la vida de la institución, que ha pasado ya por distintos trabajos (agente inmobiliario, editor periodístico, mecánico…), habitual de Instagram, donde suele aparecer en posados moteros junto a su novia modelo, y que comparte con Ingrid Alexandra su pasión por el surf. Hermanastros íntimos, como prueba una de sus últimas publicaciones en esa red social: «¡Felicidades a la hermana más ‘’cool’' del mundo! Recomiendo a las personas que vivan en Asker que se mantengan alejadas de las carreteras durante las próximas horas!». Poco después la casa real anunciaba que la princesa había aprobado el examen de conducir, y adjuntaba una fotografía de ella conduciendo un vehículo eléctrico, lo que además subrayaba su firme compromiso ecológico. Esa también es la razón de que en las imágenes oficiales por su cumpleaños haya preferido aparecer con modelos reciclados de su madre.