Crisis
Carmen Bazán: pierde su casa por los malos consejos de su hijo Humberto
La madre de Jesulín pasa por un mal momento. El banco se ha quedado su vivienda por impago y la pandemia y la operación de cadera la han llevado a la depresión
La matriarca de los Janeiro vive una de las etapas más duras de su vida. En los últimos meses, Carmen Bazán sufrió un percance, fue operada de la cadera y un banco le ha «quitado» su casa del pueblo gaditano de El Bosque por impago de la hipoteca. La pandemia y el miedo al coronavirus le pasan factura, hasta el punto de que, entre unas cosas y otras, se siente tan hundida que ha caído en una fuerte depresión.
Ahora vive temporalmente en la finca «Ambiciones» de su hijo Jesús, realiza ejercicios de rehabilitación en un centro médico a diario y hace una vida muy tranquila, arropada por sus hermanas, Ana y Laly, sus hijos y sobrinos. Una fuente de su círculo más cercano revela a LA RAZÓN que «Carmen perdió su casa por culpa de los malos consejos de su hijo mayor. El inmueble es un chalet dividido en dos partes, la planta de abajo era de ella y la de arriba es de su primogénito Humberto. Resulta que el banco tenía que abonarle ocho mil euros por una deuda contraída con varios de sus clientes. Y como el ingreso no llegaba, Humberto le dijo a su madre que dejara de pagar la hipoteca. La entidad bancaria, ante las cuotas impagadas, consiguió que embargaran la casa de Carmen. Es fácil de imaginar su dolor por un palo tan grande. Irónicamente, el hijo conserva su parte del chalet mientras que a su progenitora se la han quitado».
Muchos se preguntan por qué otros de sus hijos, como Jesulín o Carmen, que gozan de una desahogada posición económica, no ayudaron a la matriarca al conocer sus problemas con el banco. Pero un amigo del torero adelanta que «Jesús está esperando a que la casa salga a subasta para comprarla para su madre. Toda la familia está muy enfadada con Humberto, sobre todo su madre. Es inexplicable que le diera un consejo tan nefasto».
Humberto es piloto de aviones y ha estado trabajando durante cinco años en una aerolínea que realiza trayectos entre varias ciudades de China. Los rigores de la pandemia le dejaron sin trabajo, y ahora reside en El Bosque. Se separó de su mujer hace un año y es padre de tres hijos. La fuente anterior nos dice que «actualmente no tiene pareja pero tiene algunas relaciones».
Carmen Janeiro quiere llevarse a su madre en el futuro a Portugal, donde se asentará en cuanto consiga vender la propiedad que compartía con su novio, el empresario multimillonario Luis Massaveu, en Marbella. Pero Carmen Bazán prefiere pasar temporadas con ella y seguir viviendo en El Bosque, una localidad más cercana a las casas de sus otros hijos y sus nietos. Allí residen también sus dos hermanas y varios sobrinos y sus amigas más íntimas. Una de éstas, que tiene su casa en la misma urbanización que Bazán, nos hace una confidencia muy curiosa: «La muerte de Humberto Janeiro, su ex marido, le afectó muchísimo. Estaban separados, sí, pero ella, a pesar de los pesares, le tenía cariño. Aquella desgracia le impactó, y luego vino el resto, el problema de cadera, el embargo, el miedo al virus… La pobre no levanta cabeza. Y mira que es una mujer animosa y divertida… Es que le ha cambiado el carácter, su cara refleja su dolor y sufrimiento. Además, tiene problemas de movilidad y no puede desplazarse a casa de amigas o las de sus hijos. Necesita reposo y cumplir con los ejercicios diarios que le mandaron los médicos. La “faena” que le hizo su hijo, Humberto, al que aquí conocemos por el mote de “El cabezón”, porque es muy tozudo, fue el remate a toda una serie de desgracias. Por eso se encuentra con una depresión de la que le cuesta salir».
Jesulín ha contratado a una chica del pueblo para que cuide por las mañanas a su progenitora, no quiere, bajo ningún concepto, que esté sola. Por la noche se queda con ella una sobrina, que es hija de un hermano ya fallecido, y sus hermanas, Laly y Ana, la visitan a diario. Las tres están muy unidas, tal y como nos confirma otra de sus amigas: «Laly se jubiló y se vino a vivir aquí con su hijo, y Ana es la mayor de las hermanas. Carmen se llevó un sofocón cuando le quitaron la casa, se siente fatal, la tiene muy bien puesta y no entiende la actitud del banco. Todo se podría haber arreglado… pero no encontraron una solución».
El inmueble está valorado en unos tres cientos mil euros, de los que Bazán había pagado ya la mitad.