Polémica
Isabel Pantoja también se llevó las sábanas de su “suite VIP” en la cárcel de Alcalá de Guadaira
Las sábanas, que tienen escrito el nombre del centro penitenciario, desaparecieron el día que fue puesta en libertad junto a otros objetos que no pertenecían a la tonadillera y que estaban en el “chabolo”, la celda en la que estuvo presa durante dos años.
El paso de Isabel Pantoja por la cárcel de mujeres de Alcala de Guadaira (Sevilla) no estuvo exento de polémicas durante los dos años que permaneció recluida. La popular tonadillera no era una presa más en el centro penitenciario y gozó, además de privilegios inimaginables para la población reclusa, de la protección de la Dirección del centro. La relación extremadamente cordial de Pantoja con la directora del centro, Isabel Cabello, facilitó a la tonadillera su estancia en prisión hasta límites insospechados.
Una situación que se remonta a semanas antes del ingreso en esta prisión de Isabel Pantoja, en noviembre de 2014, cuando se reformó totalmente su “chabolo”, la celda en el argot penitenciario. El cuarto de baño que iba a compartir la cantante con su compañera de celda fue rehabilitado, se pintaron las paredes y se compró una cama nueva, con colchón y edredón de plumas incluido, para la artista.
El mismo día en que ingresaba en Alcalá de Guadaira, 21 de noviembre de 2014, la directora la trató como a una cliente VIP de un hotel cinco estrellas y no como es lo habitual con una delincuente. Tras enseñarle toda la cárcel, la acompañó a su “suite” y le dejó claro que tendría un trato preferente, como así fue. Los deseos de Isabel acabaron convirtiéndose en órdenes para el resto de reclusas e incluso, de los funcionarios.
La queja recurrente de los funcionarios, que presentaron denuncia ante Instituciones Penitenciarias, es que las órdenes que se aplican a las reclusas no parecen ir con la artista a la que se le permiten actos en contra del reglamento. Y aún más, su impunidad es tal que se permite “cuestionar a la autoridad” ante otras internas, lo que probaría que cuenta con el respaldo total de la directora del penal.
Así, no es de extrañar que, la reclusa vip y la directora de la prisión, llegaran a convertirse en grandes amigas, hasta el extremo de ver cómo la cantante le lanzaba besos en sus despedidas, cada vez que disfrutaba de un permiso. Pero aún fue más allá el día que abandonó definitivamente la prisión tras cumplir la condena cuando se cometió una grave infracción en el reglamento de prisiones.
El día en que Isabel Pantoja cumplió su condena fue despedida por la directora en su despacho
Aquel día, Isabel recogió sus efectos personales de la celda, una “suite VIP” de la cárcel de Alcalá de Guadaira, aunque hacía casi un mes que no pernoctaba en prisión. La tonadillera durmió por última vez en la prisión la noche del 8 al 9 de febrero gracias a la nueva modalidad del tercer grado penitenciario o régimen de semi libertad que se le concedió, que le permitía dormir en el domicilio y personarse en la cárcel cada quince días. Tampoco se encontraba allí su compañera, que disfrutaba de un permiso, por lo que estuvo sola mientras recogía sus pertenencias y....lo que no era suyo. La cantante no dudó en llevarse las sábanas con el logotipo de la prisión de Alcalá de Guadaira, algo que está prohibido y que causó gran extrañeza entre los funcionarios que lo advirtieron después. Era la primera vez que un hecho así ocurría y la anécdota recorrió las celdas y los despachos, sin que se presentara parte alguno, pero provocando las mofas de los trabajadores del centro y del resto de internas.
Otra irregularidad ocurría después, el 2 de marzo de 2016, día en que Pantoja firmó la libertad condicional y se despidió de los mandos de la prisión, entre ellos el director de seguridad, y su jefa suprema. Aquella tarde, Isabel Pantojase hizo fotos con la directora y otros funcionarios, les prometió entradas VIP para su primer concierto, abrazándose y besuqueándose como tantas otras veces al resguardo de las miradas del resto de la población reclusa, en el propio despacho de la directora de la prisión.
Lo que parecía la felicitación de un grupo de fans a una estrella en su camerino tras un espectáculo glorioso, era en realidad, la excarcelación de una presa tras cumplir dos años de prisión por blanqueo de capitales. Una despedida en la que sólo faltó champagne para descorchar y que tuvo lugar en el despacho de la directora de la prisión, algo impensable y prohibido, en el protocolo que rige el sistema penitenciario español.