Exclusiva
Los documentos de la herencia de Paquirri que Isabel Pantoja olvida que firmó
La tonadillera responde al requerimiento notarial de los hermanos Rivera Ordóñez que no “recuerda haber firmado” el reparto de los bienes de Paquirri que le reclaman. En exclusiva, La Razón, prueba que sí lo hizo.
La firma de Isabel Pantoja, ocupando todo el lateral derecho del cuaderno particional, no admite duda. Su rúbrica es clara y rotunda, igual que la caligrafía redonda y aniñada con la que estampa su firma Carmen Ordóñez, que ocupa el lugar de honor en el documento que mostramos en exclusiva en LA RAZÓN. La firma de las dos mujeres de Paquirri y madres de sus tres hijos, parecen rivalizar en los folios por ocupar un lugar preferente en unos documentos que forman ya parte de la historia.
La pugna entre la viuda, Isabel Pantoja, y su primera esposa, se trasladaría de la notaría de José Casado Alcalá en Sevilla a las portadas de la época, cuando tres años después de firmar el reparto de la herencia, la cantante incumplió su compromiso de entregar las pertenencias personales de su marido a los herederos.
Carmina le declaró la guerra en los juzgados, harta de las largas cambiadas de la viuda del torero, que dilataba el sorteo de los lotes y se negaba a entregar no ya, las cosas de Paquirri, sino incluso, la tabaquera de plata de sus padres, una calculadora y un tomavistas de su propiedad y el armario que su madre, Carmina Dominguín, le regaló para amueblar Cantora.
Isabel ha colmado la paciencia de Francisco y Cayetano Rivera Ordóñez al alegar que no recuerda haber firmado la repartición de las pertenencias de Paquirri
Así, a principios de 1990, Carmen Ordóñez presentó una demanda en el Juzgado de Primera Instancia número 3 de Sevilla, reclamando a Isabel Pantoja los efectos personales de Paquirri que les correspondían a sus hijos y otros bienes de su propiedad, que se quedaron en Cantora tras separarse del torero. Ni ella ni sus hijos, Fran y Cayetano, recuperaron lo que les pertenecía a pesar de ganar todos los procedimientos.
En el procedimiento, se aportaba como prueba la escritura de la repartición de la herencia firmada por todos los herederos, el 24 de septiembre de 1987, en el que se detallaban todas las pertenencias del torero que habían acordado repartir. Estos folios, que obran en nuestro poder y que Isabel no recuerda qué firmó, son la prueba de que la tonadillera miente, una vez más, para obstruir la acción de la justicia.
Según ha informado la revista ¡Hola!, “la artista no acepta esta reclamación”. En su respuesta a los Rivera Ordóñez, “la artista aduce que la petición se basa en un documento privado de 1987-el cual asegura no recordar haber firmado-y se remite a la escritura de partición, en la que no figuran estos enseres ya que sólo aparecen los bienes con un valor económico.”
Una nueva argucia que podría colmar la paciencia de los hijos mayores de su difunto marido y que podría acarrearle graves consecuencias.Fran y Cayetano, apoyados por Kiko Rivera, no están dispuestos a que Isabel vuelva a salirse con la suya. Seguirán adelante para recuperar legalmente los trajes de luces, trastos de torear, joyas, monturas, armas y objetos personales del torero que tenían un indudable valor sentimental para sus familiares y que, a día de hoy, siguen en Cantora.
Las pruebas de la existencia del “documento privado” que está adjunto a la escritura
El reparto de los enseres que Pantoja no recuerda haber firmado, aparece en el cuaderno particional que elaboró Juan Moya, como bienes muebles, es decir, aquellos bienes que pueden ser trasladados . En el reparto se distribuyeron por grupos familiares, y en función de su porcentaje de herencia, en cuatro lotes para sus herederos: Isabel Pantoja, Francisco José Rivera Pantoja, los hermanos Rivera Ordóñez y la familia Rivera Pérez. Además de objetos ya adjudicados nominalmente, existían un sinfín de bienes, de indudable valor económico, que debían haberse sorteado entre sus herederos, como los aperos de labranza, entre los que había tractores que superaban el millón de pesetas. También se recogía la existencia de una lancha que Paquirri regaló a sus hijos mayores y que, por ese motivo, se llamaba “Alos 2″ o una zodiac también a nombre de su primera esposa.
El documento que les mostramos se firmó en el mismo acto en el que se protocolizó la escritura de liquidación de los bienes gananciales de Carmina Ordóñez, previo al reparto de la herencia de Paquirri. En la calle Zaragoza 33 de Sevilla y ante el notario, estaban presentes las dos mujeres del diestro, el padre y los tres hermanos del torero, además de los defensores judiciales de sus hijos, Antonio Ordóñez y Ramón Calderón. Todos ellos firmaron la escritura de “aprobación y protocolización de operaciones hereditarias, previa liquidación de la sociedad de gananciales, por fallecimiento de Francisco Rivera Pérez.
Los lotes y los bienes de Paco que Isabel se niega a devolver a sus legítimos herederos
Aquel día, el 24 de septiembre de 1987, se hacen cuatro lotes de cada uno de los epígrafes que corresponden a los bienes muebles y según establece el contador partidor, Juan Moya, designado por el difunto son los siguientes: alhajas, plumas y bolígrafos, monedas, medallas e insignias, ropa y utensilios de torero, capilla portátil, cabezas de toro, otras joyas, aperos y muebles.
A excepción de las alhajas, que se entregan en el mismo acto notarial, después de ser custodiados en una caja de caudales en el Banco Español de crédito, todo lo demás, y así consta en el documento, “se queda en el caserío exceptuando, (según el documento que obra en nuestro poder), una pluma con anagrama J.A. del Moral “ que se acordó que se le diera al conocido crítico taurino y un apoya rifle que se decide irá a parar a quién le toque en el sorteo ese arma.
Según ha confirmado el abogado de los hermanos Rivera Ordóñez, Joaquín Moeckel, en el requerimiento notarial entregado en Cantora el pasado martes a Agustín Pantoja, estaba la lista de objetos pormenorizada que reclaman sus clientes. Entre ellos se encuentran los trajes de luces, dos sin estrenar y dos usados, dos vestidos goyescos, 1 traje corto, dos capotes de paseo de oro sin imagen y una espada de matar. Además reclaman 6 capotes usados y dos muletas, varias cabezas de toro y una tabaquera grabada con los nombres de Antonio y Carmina, así como una billetera, un tomavistas, un rifle y una escopeta.
Los folios mecanografiados con el listado de objetos que debían repartirse desde su firma en 1987, y que están numerados del 93 al 99, ambos incluidos, están firmados por todos los herederos y legatarios. Es de suponer que Isabel Pantoja al igual que el resto de firmantes, tienen una copia de los mencionados documentos, por lo que en caso de no recordar lo que firmó, no tiene más que revisar su copia, la misma en la que se le adjudica la mayoría de la finca Cantora y otras fincas.
Un robo selectivo en Cantora evitó que acatara la sentencia que la condenaba a entregárselos a los Rivera Ordóñez
Tras varios años de pleitos, en los que se condena a Isabel Pantoja a devolver a Carmen Ordóñez sus objetos familiares y que ésta también incumplió, la Audiencia de Madrid estableció que deben personarse en el procedimiento el resto de los herederos, los Rivera Pérez y Francisco José Rivera Pantoja. Mientras, en el procedimiento judicial tramitado en los juzgados de Sevilla a instancias de Antonio Ordóñez, defensor judicial de sus nietos, Isabel Pantoja por medio de su representación procesal, manifestó que se habían producido varios robos en Cantora.
A pesar de ello, la tonadillera no presentó ninguna denuncia y aseguró que ignoraba qué objetos habían sido sustraídos. Posteriormente, el juzgado ordenó el embargo de los bienes litigiosos, encontrándose la casi totalidad de los bienes en la finca Cantora. Los bienes fueron embargados por el citado juzgado, nombrándose a Isabel Pantoja depositaria y, en consecuencia, responsable de dichos bienes.
Con el paso de los años, al reiniciarse el contacto entre los hijos de Isabel y Carmina y, especialmente, tras entregar Kiko Rivera a su hermano Fran, como “regalo de boda”, el fundón de las espadas de Paquirri, en 1998, éste paraliza el proceso confiando en recuperarlos. Según la abogada que representó en este proceso a Carmen Ordóñez, Isabel llegó a transmitir a sus hijos que iba a devolverlos. Pero, al igual que ocurriera con la reclamación de los objetos personales de Carmen Ordóñez, la entrega nunca se produjo.
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