Es el cerebro pensante, el Rasputín de “Cantora”, y su hermana dice amén a todos sus consejos, sin calibrar que pueda meterla en un berenjenal.

Agustín Pantoja maneja a su hermana Isabel cual titiritero a sus marionetas. La tonadillera y el hermanísimo son uña y carne, y la Pantoja ha encontrado en Agustín a la “mano negra” que ejecuta las órdenes que ella no se atreve a asumir. En este sentido, las malas lenguas señalan al tío de Kiko y Chabelita como el inspirador de determinadas actuaciones de la cantante en contra de otros miembros de la familia. Está claro que Isa a Pantoja no le traga, no le soporta, ni le habla, y ahora parece que Kiko tampoco ve con buenos ojos la influencia extrema de su tío sobre su progenitora.

El cisma familiar es más duro que nunca, los Pantoja están tan desestructurados que las dos partes en conflicto estarían dispuestas a verse la cara en los tribunales. La “misteriosa” herencia de Paquirri les separa, el torero dejó muy claro en su testamento que los beneficiarios debían ser aún tres hijos. Lo que ocurrió después pocos lo saben. Uno de ellos, sin lugar a dudas, es Agustín, pero su boca parece cosida a prueba de bombas. Ni ha hablado ni hablará. Es el “mudo” del clan.