Caso Pantoja
Los actuales propietarios de La Garza y El Guatito, dos fincas que pertenecieron al diestro de Barbate y colindantes con Cantora, aseguran que la tonadillera se habría embolsado cerca de tres millones de euros.
El misterio que rodea a la herencia de Francisco Rivera Pérez “Paquirri”, 36 años después de su trágica muerte, sigue ocupando titulares. El histórico enfrentamiento de Kiko Rivera, el menor de los hijos del diestro, con su propia madre, Isabel Pantoja, ha puesto en el foco mediático la legalidad y moralidad del reparto de una herencia millonaria que benefició especialmente a Isabel Pantoja. Una denuncia que, a lo largo de tres largas décadas, fue comandada por los herederos legales de Paquirri, los Rivera Ordóñez y los Rivera Pérez, y a la que ahora se suma, por primera vez, el único hijo nacido del matrimonio del torero e Isabel Pantoja: Francisco José Rivera Pantoja.
Kiko, el único heredero de Paquirri que no había cuestionado la gestión de Isabel Pantoja en lo relativo al millonario y polémico legado que dejó el torero de Barbate, ha sorprendido a propios y extraños, afirmando en la revista “Lecturas” que ha solicitado una copia del testamento para asegurarse que se cumplieron sus últimas voluntades.
Aunque él se “huele lo peor” y teme descubrir que su madre le “ha engañado toda la vida” en cuanto a su herencia, Kiko Rivera quiere saber. Por ello, para dar respuesta a estos interrogantes y que su hijo sea consciente de la forma en la que Isabel Pantoja llegó a convertirse en la “heredera principal” de un patrimonio al que, en derecho, sólo le correspondía la cuota viudal, en Egos nos proponemos contar cómo se produjo el expolio de su fortuna.
Durante los próximos días, en nuestra recién inaugurada sección Egos en LA RAZÓN, vamos a desvelar detalles inéditos del proceder de su viuda, Isabel Pantoja, con documentación y testimonios exclusivos, en nuestro intento de arrojar algo de luz sobre el espinoso asunto que enfrenta, en lo económico, a madre e hijo. Se trata de responder a la pregunta que atormenta a Kiko Rivera y que todos nos hacemos: ¿Perjudicó Isabel Pantoja a todos los herederos de Paquirri, incluido su propio hijo, en beneficio propio?
Regresan los espíritus del pasado más oscuro de Isabel Pantoja
La muerte de Paquirri y la forma en que su viuda, Isabel Pantoja, se apropió de gran parte de su fortuna, especialmente aquella que no figuraba en la escritura de reparto de su herencia y lo que correspondió en derecho a sus herederos, vuelve a estar en boca de todos. Las declaraciones de Kiko Rivera, el único hijo habido del matrimonio del torero con la tonadillera, ha hecho resurgir con fuerza los espíritus del pasado de Cantora.
Entre ellos, inevitable el recuerdo de los que ya no podrán hablar como Carmina Ordóñez, tan bella como beligerante, que no cejó en su inútil lucha de recuperar los efectos personales de su ex que pertenecían a sus hijos. El siniestro recuerdo de Encarna Sánchez, la poderosa y temida locutora, que puso a disposición de la viuda todos sus recursos para hacer posibles tantas tropelías. Y junto a ella, la figura hierática de María Navarro, silenciada en vida pese a haber sido apartada de su artista adorada.
Tampoco se olvidan los nombres de los que podrían hablar pero callan, como Ramón Calderón, representante legal del pequeño Francisco José, que omite recordar lo que vivió tan directamente, o Salvador Salvatierra, testigo y albacea de las últimas voluntades del torero, y depositario del dinero de América quien se mantiene a resguardo en Venezuela.
Inevitable recordar a la larga lista de cadáveres que ha dejado la viuda en su camino, como el de Maite Zaldívar, la esposa de su último amante conocido, Julián Muñoz, que atesora en su privilegiada memoria detalles que aún no ha revelado de lo que se cocía en Cantora. ¡Y cómo no!, los damnificados, los siete herederos de Paquirri: sus hijos, Francisco y Cayetano, sus hermanos y sus padres que, aunque lo nieguen, reciben con alegría el cambio de rumbo de Kiko Rivera en la férrea defensa del proceder de su madre.
Los Vilariño son los propietarios de dos fincas de Paquirri que acabaron en manos de Isabel Pantoja
Todos ellos y muchos más, aún desconocidos para el gran público, como Ángel y David Vilariño, a los que podríamos definir como los actuales propietarios de la “herencia desconocida de Paquirri”. Gracias a su testimonio, descubriremos cómo Isabel Pantoja consiguió venderles una finca de Paquirri, El Guatito, que no aparecía en el testamento ; arrendarles las fincas Cantora y La Garza durante 20 años sin rendir cuentas a su hijo, y traspasarles la propiedad de su ganadería de toros bravos, sin vender el hierro. Unas operaciones que han reportado a Isabel Pantoja unos ingresos cercanos a los 4 millones de euros.
Todo comienza a principios de octubre de 1984. Una semana después de la muerte del torero, Isabel entró en Cantora acompañada de un cerrajero de Sevilla, con la intención de llevarse el contenido de las tres cajas fuertes donde Paquirri guardaba grandes cantidades de dinero, joyas y documentación. Así comienza el expolio de la gitana a los herederos de su marido.
A pesar de que los cinco albaceas designados por Paquirri, para salvaguardar su enorme legado, habían advertido al guardián de la finca que nadie podía entrar en Cantora, Juan Cuevas no se atrevió a negar a su viuda la entrada. “¡Era su mujer”-se excusaba Juan cuando los representantes legales de los herederos cuestionaron que permitiera a Isabel Pantoja acceder al interior del cortijo.
Una millonada en la caja fuerte de Cantora
Juan Cuevas, mayoral de la finca Cantora, falleció el pasado agosto llevándose a la tumba muchos de sus secretos. Años antes de su triste pérdida, aquel gaditano, un hombre bueno y de campo, me confesaría algunos de los sucesos de los que hoy se hacen eco las tertulias de los programas de corazón tras la entrevista histórica de Kiko Rivera en “Lecturas”.
Laura Cuevas, la hija de Juan e Inés, el matrimonio de guardeses de Cantora, ha tomado el testigo de su recién fallecido progenitor para desvelar lo que vivió en Cantora desde que tiene uso de razón. Es ella la que confirmó, en el último “Sábado Deluxe”, que “Isabel Pantoja vendió cuando Kiko era un niño una parte de Cantora, la que está al otro lado de la carretera. La vendió por aproximadamente 250 millones de pesetas”.
El intermediario de aquella operación fue su padre, Juan Cuevas, y ella aún recuerda lo que el mayoral de Cantora le contó de una transacción que se realizó sin el conocimiento de su hijo, que entonces era menor, y de la lluvia de millones que llegaron con la venta de esas tierras. Según me confesó Laura, “Kiko durante muchos años no supo que su madre había vendido esas hectáreas. Presumía de la extensión de propiedad que le había dado en herencia su padre ante sus amigos. Después, supongo que se enteraría. Pero desde luego, él nunca vio un duro de esa venta.
.Yo conocía esta historia porque Juan, muchos años antes de morir, en pleno apogeo del romance de la tonadillera y Julián Muñoz me lo había contado aunque sin dar muchos detalles. Yo estaba interesada entonces en que me explicara qué ocurría con los arrendatarios de Cantora, los Vilariño, a los que después de 20 años, Pantoja echó sin miramientos de la finca. Exactamente, lo que acabaría haciendo con el pobre Juan cuando éste envejeció, a quién dejó en la calle y sin jubilación.
Sin embargo Laura, su hija y testigo de las andanzas y tejemanejes de la viuda de Paquirri en la finca de Medina Sidonia, desconoce algunos detalles de los que hoy sólo puede hablarme Ángel Vilariño, el empresario que compró en los años 90 algunos de los bienes más preciados de su íntimo amigo Paquirri.
Llamo sin éxito a Ángel, con quién he conversado en muchas ocasiones cuando aún estaba enfrascada en la redacción del libro “Ambición, el romance que rompió la corrupta armonía de Marbella”. Entonces hablábamos de la relación de Isabel Pantoja con Julián Muñoz y que acabaría llevándole a prisión en 2015 en la causa conocida como la “Operación Malaya”. Ante la imposibilidad de hablar con él, contacto con su hijo David, quién me atiende muy amablemente. Será él quién me aclare definitivamente cómo fue posible que Isabel Pantoja les vendiera parte de la finca Cantora cuando su hijo Kiko, también propietario, aún era menor de edad.
¿Estaban o no en la caja fuerte los cuarenta millones que había ahorrado Paquirri para comprar "El Guatito?
Como hemos dicho y según el testimonio de Juan Cuevas, el centenar de hectáreas que se encuentran al otro lado de la carretera y que se creía erróneamente que pertenecían a Cantora y todo el ganado bravo, fue vendido por Isabel Pantoja a los Vilariño por 250 millones de las antiguas pesetas. El mayoral actuó de intermediario pero, al no saber él leer ni escribir y no estar presente en la firma de la escritura de compra venta, nunca supo la cantidad real por la que se vendió la finca.
El contrato de arrendamiento fue suscrito el 19 de mayo de 1992 por la cantante y su hijo Francisco Rivera, entonces menor de edad, y Ángel Vilariño. Incluía el arrendamiento de algunas partes de dicha finca, como las naves, la vivienda del guarda, la plaza de toros y sus anejos, y excluía expresamente el cortijo, la zona de recreo y la nave para las fiestas. Se acordó en el contrato un pago anual de 9 millones de las antiguas pesetas, actualizable conforme al IPC. Durante años, los toros de Vilariño, pastaron libres por los confines de Cantora.
David Vilariño habla sobre los bienes desconocidos de Paquirri que compraron a Isabel Pantoja
Fue en 1992 cuando, en una notaría de Medina Sidonia, se vendieron los terrenos situados frente a Cantora, a los que los lugareños conocían como El Álamo o El Guatito, y que fue la última propiedad rústica que adquirió Paquirri. El deseo de Paco de hacerse con esta finca fue el motivo por el que, según los Rivera, había en la caja fuerte de Cantora más de cuarenta millones de pesetas para pagarla a tocateja. Según los Rivera, el diestro les anunció que ya tenía el dinero en la caja fuerte para comprar El Guatito, unos días antes de la mortal cornada que le iba a convertir en una leyenda del toreo. Sin embargo, la finca no aparece en la escritura de reparto de la herencia y eso que, según Villarejo, las escrituras obraban en poder de Isabel Pantoja. Lo que sí está claro es que ella fue quién les vendió esta finca y les traspasó el ganado bravo de Paco por una millonada. Así nos lo reconoce el hijo del comprador, David Vilariño.
-¿Recuerdas como fue esa compra de la finca?
-Yo tenía doce o trece años y no participé directamente. De eso se ocupaba mi padre. Pero lo que nos vendió Isabel Pantoja no era Cantora, era El Guatito. Compramos esa finca y arrendamos por más de 20 años todo el terreno de Cantora, también compramos el ganado de Paquirri. Nos hicimos al final con casi 500 hectáreas que fueron de Paco, sus toros y podíamos utilizar la plaza de toros. Ella entonces casi nunca estaba allí.
-¿Entonces esas tierras no pertenecían a Cantora?
-No. Aunque todo el mundo sabía que eran de Isabel y por eso, la llamaban cantora. Piensa que cuando compró Paquirri Cantora e hizo el cortijo, la finca era pequeña. Por eso, él fue comprado otras fincas colindantes para poder tener su ganadería brava. Nosotros en un principio compramos una finca que estaba al otro lado de la carretera, que no pertenecía a lo que es actualmente Cantora. Se la conocía como El álamo o El Guatito y eran aproximadamente 100 hectáreas”.
-¿Pero estaba a nombre de Paquirri o de Isabel?
-No tengo los detalles. Habría que buscar la escritura y ver la documentación. Sé que era la última finca que compró Paco y desconozco sí estaba elevada o no a pública la escritura.
-Se ha dicho que tu padre pagó por esa finca unos 250 millones de pesetas. ¿Es así?
-Exactamente no lo sé. Puede ser. Ten en cuenta que cuando se hizo aquello yo tendría unos 12 0 13 años y no me enteraba mucho de los temas económicos. Compramos esa finca y el ganado de Paquirri. Después compramos un hierro y creamos nuestra ganadería. Yo toreaba y vivía en una casita que construimos cerca de la plaza de toros de Cantora, que teníamos arrendada. Al mismo tiempo de la compra de El Guatito, arrendamos La Garza y Cantora, a excepción del terreno que rodeaba el caserío y una nave que Paco hizo para celebrar el bautizo de Kiko. De las 370 hectáreas que tenía la finca arrendamos unas 360. Eso unido a las otras dos, nos permitió tener casi 500 hectáreas para nuestra actividad ganadera.
-¿No será que no quiere decir la cantidad exacta porque no se escrituró todo, cómo solía hacerse entonces?
-En aquella época ya sabes que se hacían esas cosas. He oído cantidades pero no sé ahora mismo decirte cuánto pagó mi padre a ciencia cierta. Fue una cantidad importante pero tendría que preguntarle a él. Lo que sí sé es que se compró el traspaso del ganado de Paquirri, las reses que allí había y 100 hectáreas aproximadamente de terreno. Cómo era insuficiente para tener una ganadería brava, arrendamos todo el terreno de Cantora y La Garza, una finca que, unos años después, vendió Pantoja a Encarna Sánchez.
Al no ser suficiente ese terreno para la cría de ganado, la cantante les alquiló los terrenos de Cantora y una finca colindante, La Garza, de unas 30 hectáreas. La Garza que aún estaba a nombre de Carmina Ordóñez, figuraba en el testamento en el lote de los Pantoja, aunque se señalaba que se vendería para liquidar los gastos de la herencia. Entre El Guatito, La Garza y La Cantora, los Vilariño se hacían con casi 500 hectáreas de terreno para dedicarse a la crianza del toro bravo, adquiriendo también las reses de Paquirri, las únicas que no verían alterada su existencia con la muerte del torero.
En el próximo capítulo de ese especial les desvelamos cuánto dinero se ha embolsado Isabel Pantoja gracias al arrendamiento y venta de La Garza, la finca que era de Carmen Ordóñez y que Isabel Pantoja vendió a Encarna Sánchez en una fecha muy especial y cargada de significado: el día de San Valentín de 1994. Una millonada de la que nunca ha rendido cuentas a su hijo.