Historia
Así era el microestado gallego que desafió al franquismo
Este proyecto educativo combinaba autosuficiencia y trabajo colectivo para niños huérfanos y marginados y destacó por su Circo de los Muchachos, que alcanzó fama internacional
En la Galicia profunda, durante los años más oscuros del franquismo, nació un proyecto educativo y social que pretendía ser una respuesta radical a los problemas de los huérfanos y niños marginados. En 1957, el sacerdote gallegoJosé Luis Martín Descalzo fundó la Ciudad de los Muchachos de Benposta, una "ciudad autosuficiente" que no solo brindaba refugio a los más necesitados, sino que aspiraba a transformar sus vidas a través de un modelo comunitario y cooperativo.
A lo largo de las décadas, Benposta se convertiría en un referente de la educación alternativa en España, pero también en un terreno fértil para la controversia y las críticas.
El nacimiento de una utopía
La premisa inicial de Benposta era ambiciosa y revolucionaria: ofrecer un hogar, una educación y un futuro mejor para los niños huérfanos o en situación de vulnerabilidad. Sin embargo, lo que hacía único al proyecto no era solo su modelo educativo, sino la idea de construir una "ciudad" en la que los niños, además de estudiar, se integraran en una comunidad autosuficiente.
Así nació la Fundación Benposta, un intento de romper con las convenciones sociales y económicas de la época. La ciudad no solo ofrecía clases, sino que los niños trabajaban en talleres, en el campo y en actividades productivas, lo que les permitía aprender oficios y ser parte activa de una sociedad.
Este enfoque educativo se apartaba del modelo tradicional impuesto por el régimen franquista, caracterizado por una disciplina estricta y una enseñanza centrada en la obediencia. En Benposta, la educación tenía un componente mucho más práctico y cooperativo. La autosuficiencia era uno de sus pilares: desde la producción agrícola hasta los talleres artesanales, la idea era que los niños no solo aprendieran a leer y escribir, sino que también fueran capaces de generar recursos para su propia comunidad.
La vida comunitaria: Un modelo pionero
Benposta se organizó como una especie de micro-sociedad, donde la convivencia diaria se basaba en principios como la solidaridad, el trabajo en equipo y el respeto mutuo. Este modelo de vida comunitaria otorgaba a los niños una voz en las decisiones que afectaban a su entorno.
Se organizaban asambleas en las que los residentes podían opinar sobre cuestiones que iban desde la organización del trabajo hasta las actividades recreativas. El lema de Benposta era claro: "Una casa, una familia". La idea era que los niños, al ser parte de esta familia extendida, aprendieran a vivir en comunidad y, a través del trabajo colectivo, pudieran contribuir al bienestar común.
Además de la formación en oficios, los niños recibían una educación académica básica, aunque también se ponía énfasis en el desarrollo emocional y social. Los responsables de Benposta estaban convencidos de que solo mediante una educación integral sería posible transformar las vidas de los niños más desfavorecidos. Para muchos, este enfoque resultó un respiro frente a las rígidas estructuras educativas que prevalecían en España en los años 50 y 60.
El Circo de los Muchachos: Espectáculo y Éxito Internacional
El Circo de los Muchachos nació en 1964 como una forma de proporcionar a los niños una plataforma de expresión artística y al mismo tiempo generar recursos para la comunidad. Bajo la dirección de Martín Descalzo y otros colaboradores, los residentes de Benposta comenzaron a entrenarse en diversas disciplinas circenses, como el malabarismo, la acrobacia, el clown y los espectáculos de equilibrios. El circo no solo era una actividad recreativa, sino también una herramienta educativa que fomentaba la creatividad, el trabajo en equipo y el esfuerzo colectivo.
El Circo de los Muchachos pronto ganó notoriedad por su nivel de profesionalismo y calidad, lo que permitió que sus espectáculos recorrieran España y otros países. En la década de los 70, el circo alcanzó su apogeo internacional, realizando giras por Europa y América Latina. En particular, sus presentaciones en Francia, Italia y Argentina fueron muy exitosas, y muchos espectadores quedaron impresionados por la habilidad y la destreza de los niños, quienes demostraban un nivel técnico superior al esperado para su edad.
El circo ofreció a los niños una vía para escapar de la rutina diaria y les permitió desarrollarse tanto en el plano artístico como en el personal. Sin embargo, este éxito no estuvo exento de dificultades. A pesar de ser una plataforma de visibilidad internacional, también se convirtió en uno de los elementos que más destacó la gestión autoritaria de la ciudad. La rigidez de los horarios, el trabajo constante y la presión por mantener un alto nivel de desempeño para satisfacer las expectativas externas provocaron ciertas tensionesinternas dentro de la comunidad.
Las controversias: Entre la utopía y la realidad
Aunque el proyecto fue inicialmente bien recibido y elogiado como una alternativa progresista, con el paso del tiempo comenzaron a surgir las primeras dudas sobre su funcionamiento. La clave de la controversia residía en el control excesivo que los responsables de la ciudad ejercían sobre los niños. Aunque la comunidad pretendía ser un espacio de libertad y participación, algunos testimonios de exresidentes revelaron que, en la práctica, el control sobre sus vidas era estricto, incluso autoritario.
Muchos de los niños y jóvenes que pasaron por Benposta no solo vivieron una educación diferente, sino que también se encontraron bajo un régimen que limitaba sus libertades personales. En lugar de sentir que formaban parte de una comunidad cooperativa, algunos exalumnos denunciaron que su vida en Benposta era más parecida a una institución cerrada, con una estricta disciplina y poca autonomía fuera del ámbito colectivo. A esto se sumaron las tensiones internas que surgieron a medida que la comunidad fue creciendo, lo que generó un caldo de cultivo para la crítica.
Declive y cierre: Un proyecto en crisis
A pesar de sus inicios prometedores, la Ciudad de los Muchachos de Benposta empezó a desmoronarse en los años 80. El declive económico, las dificultades financieras y las crisis internas, sumadas a las críticas por la gestión autoritaria, llevaron al cierre del proyecto en 1995.
En ese momento, lo que había sido una utopía educativa se convirtió en un símbolo de lo que había salido mal en el proceso de intentar generar un modelo social alternativo en el contexto de un régimen autoritario como el franquista.
Con su cierre, se apagó una de las experiencias más singulares de la España del siglo XX, que pretendía ofrecer una respuesta integral a las necesidades de la infancia más vulnerable, pero que también dejó en el aire las incógnitas sobre los límites de los proyectos sociales utópicos. Aunque algunos defienden la labor educativa y social que Benposta realizó durante sus primeros años, otros consideran que el proyecto fracasó al no ser capaz de adaptarse a los cambios sociales y a las críticas que empezaron a surgir sobre su modelo autoritario.
Un legado ambiguo: Reflexiones sobre la educación y el control social
El legado de Benposta es, en muchos aspectos, ambiguo y contradictorio. Por un lado, se puede reconocer su contribución a la atención de los niños huérfanos y marginados de la sociedad, así como la innovación en su enfoque educativo. Fue un proyecto que rompió con los modelos tradicionales, buscando ofrecer una educación integral basada en valores como la cooperación, la autonomía y el trabajo comunitario. Sin embargo, la sombra del autoritarismo, el control y la falta de libertad que se impusieron en la ciudad durante ciertos períodos empañan la visión de Benposta como un modelo ideal.
Este proyecto, que en sus inicios pareció una respuesta moderna y progresista a los problemas sociales de la época, dejó preguntas importantes sobre cómo equilibrar el control social y la autonomía individual en proyectos educativos colectivos. La historia de Benposta también nos invita a reflexionar sobre las dinámicas de poder que se generan en modelos comunitarios y la tensión entre la libertad y la disciplina, una cuestión que sigue siendo relevante hoy en día en la educación y las políticas sociales.
Hoy, la Ciudad de los Muchachos de Benposta sigue siendo un tema de estudio en el campo de la historia social y educativa de España. La memoria colectiva gallega y española no olvida su existencia, pero también recuerda las dificultades inherentes a los grandes proyectos sociales y la importancia de mantener un equilibrio entre las buenas intenciones y la realidad de la gestión y la libertad de quienes los habitan.
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