Cataluña
Verdinas en familia
El presidente del Gobierno y el del Congreso coincidieron en el menú: alubias verdes traídas de Llanes, obsequio de un grupo de diputados y senadores asturianos
Apegado a la realidad. Ha pasado lo más difícil, ahora las cosas van a mejor. El secretario general del Grupo Parlamentario Popular, José Antonio Bermúdez de Castro, un salmantino de pro, atendía a un grupo de periodistas y empresarios de su tierra, asistentes al Debate de la Nación. Con prosa diáfana y sencilla, el diputado castellano definía el contenido del mensaje de Mariano Rajoy, mientras los pasillos del Congreso hervían de gente. «¿Siempre es así?», preguntaba con candor uno de los invitados. No siempre, respondía el dirigente popular, mientras enseñaba las maravillas pictóricas del Salón de Pasos Perdidos a la nutrida concurrencia. Porque las cosas claras, este Debate ha generado mucha más expectación que otros anteriores por la etapa electoral que se avecina.
Pero a Mariano Rajoy nada le altera. Terminada su primera intervención, enfiló ruta hacia La Moncloa. No sin antes saludar a algunos históricos ujieres de las Cortes, a punto de jubilación. «Es atento y educado», dice el personal del Congreso que se las sabe todas. «Aznar era un seco», apostilla uno de ellos, mientras afirma que, del gabinete ministerial, las mejores son sin duda «Soraya, Fátima y la Pastor». Testigos impenetrables de tantas cosas, estos funcionarios del Congreso son todo un termómetro de la vida política. Conocen y diseccionan como nadie a ministros y diputados, definen, observan su amabilidad y debilidades varias, y tienen a punto el Salón del Consejo de Ministros, sede del Gobierno en la Cámara Baja.
El debate se caldeaba, y a Rajoy le esperaba su familia en La Moncloa para almorzar. En la mesa del presidente del Congreso, Jesús Posada, y en la del jefe del Gobierno, hubo coincidencia de menú: unas verdinas asturianas, recién traídas de Llanes, obsequio de un grupo de diputados y senadores asturianos, porque están en su mejor época. Jesús Posada las degustó en el comedor lindante con su despacho: «A ver a cuántos hoy les llamo al orden», decía con sorna el político soriano. Rajoy en Moncloa, con su esposa Elvira, su padre y sus dos hijos, uno de los cuales, Marianito, ha sacado excelentes notas en este trimestre. La familia, ante todo.
Para verdor, muy elegante en su chaqueta sastre a juego, y gran coraje por su medidas, los de la ministra de Empleo, Fátima Báñez, auténtica estrella del Debate, paladín de las reformas esgrimidas por el presidente, foco de todos los ataques de Alfredo Pérez Rubalcaba: «Ya se ve que está acertando», comentaban en los escaños populares, mientras el otro gran reformista, Cristóbal Montoro, se lamía de gusto. «Que bramen lo que quieran, las cifras cantan», insistía el ministro de Hacienda a todo el que se le ponía a tono. Y después, otra comida familiar en una pizzería próxima al Congreso: la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, la ministra Fátima Báñez, el portavoz del Grupo, Alfonso Alonso, y algunos colaboradores, para preparar la sesión de la tarde. No muy lejos, en el mismo local, algunos diputados de CIU: «Aquí venimos a navegar esto», decían los pobres en un momento bien difícil, mientras Alicia Sánchez-Camacho, estricta y delgada en su vestido gris, se lamentaba de algunas actuaciones: «La Cataluña del insulto no es la verdadera, y no les vamos a dejar», decía la lideresa popular catalana, mientras alguien tan sensato como el socialista Pepe Zaragoza asentía en defensa de que la educación, el «seny», ante todo.
En las filas de la dirección del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba almorzó con su entorno más directo. Y mira por dónde, el navarro Juan Moscoso del Prado, hijo del ex ministro y fiscal general del Estado, Javier Moscoso, había traído unas alubias verdes de La Ribera. Moscoso, uno de los «delfines» socialistas en alza, lleva la política internacional, pero es hombre apegado a su tierra. Y para que nada falte, la simpar Celia Villalobos, almorzó también unas judías verdes con unos amigos y coincidió con diputados del PNV en las cercanías del Congreso. Al final, el Debate, candente. El factor humano, presente.
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