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Varios ministros del Gobierno de Sánchez asumen que no se llegará a 2020

La intención de Sánchez de agotar el mandato choca con las previsiones de miembros de su Ejecutivo que, aunque reconocen que es el «objetivo formal», dudan de que puedan aguantar.

El presidente del Gobierno compareció ante los medios de comunicación en Nueva York y respaldó la continuidad de Dolores Delgado al frente del Ministerio de Justicia. larazon

La intención de Sánchez de agotar el mandato choca con las previsiones de miembros de su Ejecutivo que, aunque reconocen que es el «objetivo formal», dudan de que puedan aguantar.

«Yo aquí me voy a quedar hasta 2020. Lo creo», aseguró Pedro Sánchez en su intervención ante el Consejo de Relaciones Exteriores con motivo de su presencia en Nueva York para participar en la apertura del nuevo periodo de sesiones de la Asamblea General de la ONU. El presidente del Gobierno se afana en dar una imagen de estabilidad de puertas para afuera, mientras que de puertas para adentro Moncloa encadena crisis sucesivas prácticamente cada semana. Nadie, incluso lo más críticos, dudan de que no es una pose y de que en el ánimo del jefe del Ejecutivo está efectivamente aguantar al menos hasta finales de 2019. «Pedro no convoca ni aunque vendamos los ladrillos de Ferraz uno a uno», resume con sorna un dirigente para referirse al atrincheramiento del presidente. Sin embargo, la sucesión de polémicas y el desgaste en la credibilidad del Gabinete en los últimos días está acrecentando la idea de que mantener este horizonte a dos años vista no sería sino perjudicial para los intereses electorales del partido.

Las dudas sobre la continuidad del Gobierno hasta 2020 cunden incluso en el propio Consejo de Ministros. Cuán largo me lo fiáis. Ya son varios los ministros que en privado reconocen que si bien éste es el «límite formal», la realidad política agota los tiempos a una velocidad vertiginosa. Un ejemplo de esta vorágine es la polémica en la que se ha visto envuelta la titular de Justicia, Dolores Delgado, por las grabaciones del ex comisario Villarejo. Aunque en público se prodiguen en gestos –la portavoz del PSOE, Adriana Lastra, salió a recibirla ayer en el Congreso con un caluroso abrazo y la arropó durante toda la jornada–, en privado la incertidumbre es tal que nadie se atreve a asegurar que sobreviva a la siguiente filtración. «Hoy por hoy no veo su dimisión, pero quién sabe lo que puede pasar mañana», resume un miembro del Gobierno.

La salida de Carmen Montón del Gabinete no ha servido para mejorar la coordinación, pero sí para evitar pronunciamientos grandilocuentes que queden en entredicho escasas horas después. Prueba de ello es que Sánchez ha evitado hasta ahora ofrecer un apoyo cerrado a la ministra Delgado. Preguntado ayer sobre si descartaba su dimisión, eludió una respuesta directa y se limitó a señalar que «este Gobierno es autónomo, no tiene hipotecas y no acepta chantajes vengan de donde vengan». El presidente considera a Villarejo un «corrupto» «que no nos va a marcar la agenda política» y llamó a la oposición a hacer «autocrítica» por valerse de las informaciones de un «chantajista» para desgastar al Ejecutivo. Sánchez defiende que su Gabinete tiene «un apoyo parlamentario fuerte», a pesar de que sus principales socios le están marcando la puerta de salida a la ministra de Justicia y condicionando la aprobación de los Presupuestos a que se cumplan, entre otras, las exigencias separatistas.

En el PSOE cunde la preocupación por el «caso Delgado» y aunque no ha tenido el efecto devastador que produjo el de la ministra de Sanidad, cuando el partido se rebeló para provocar su dimisión, son conscientes de que su mantenimiento en el puesto se debe a que un «hat-trick» de dimisiones sería demoledor para el Gobierno. Critican que las mentiras de la titular de Justicia comprometen su credibilidad, porque «se ha puesto el listón muy alto», al tiempo que afean la hipocresía de algunos partidos que solo cargan contra el Gobierno y olvidan casos similares o incluso más graves de los partidos de derechas.

Quemando cartuchos

A todo esto se suma que el Gobierno esté «dilapidando» algunas de sus medidas más ambiciosas para intentar «silenciar» los escándalos que cercan al Ejecutivo desde que llegara al poder. El anuncio de la exhumación de Franco en junio sirvió para romper la dinámica negativa de la dimisión de Màxim Huerta, aunque no se aprobara el real decreto hasta dos meses después. La polémica de Montón se intentó revertir con el plan de rescate juvenil, la del doctorado de Sánchez con la supresión de los aforamientos –reforma de la Constitución exprés mediante– y los primeros coletazos de la crisis de la titular de Justicia, Dolores Delgado, con un controvertido barómetro del CIS que da una ventaja de 10 puntos al PSOE sobre el PP y que ubica al Gobierno por encima de la barrera psicológica del 30% de los votos.

Sin embargo, en el partido consideran que este tipo de estrategias suponen tanto como «hacerse trampas al solitario» y «quemar cartuchos» que, en otras circunstancias, podrían ayudar a aglutinar una mayoría social en torno a su proyecto, mientras que ahora quedan deslucidos por las continuas polémicas. En este sentido, fuentes del PSOE temen que los bandazos, las crisis y el discurso poco claro en Cataluña contribuyan no sólo a que se pierda el «efecto Moncloa», sino a que difuminen las principales banderas socialistas y que se pierda la ventaja que supone estar en La Moncloa. «Este tipo de cosas luego los ciudadanos las acaban castigando en las urnas», advierten.

PP y Cs exigen elecciones para «no alargar más este fraude»

Las últimas polémicas que salpican al Ejecutivo de Pedro Sánchez han llevado a la oposición a exigir, por enésima vez, que convoque elecciones de una vez. En una tensa sesión de control en el Congreso de los Diputados, la portavoz popular, Dolors Montserrat, calificó al Gobierno socialista como el de «la vergüenza» por, entre otras cuestiones, su posición con Cataluña o su último contencioso con el Congreso, por lo que, además de una rectificación, le instó a convocar elecciones cuanto antes. Y es que, Montserrat destacó que es una «vergüenza» que Sánchez gobierne con 84 diputados o con la ayuda de quienes «odian» España. En la misma línea se expresó el secretario general de Ciudadanos, José Manuel Villegas: «Su Gobierno es un fraude, el señor Sánchez es un fraude. No alarguen más esta agonía y este fraude», espetó a la vicepresidenta, Carmen Calvo, recalcando que «los españoles no aguantan ni un día más».

Ya fuera del hemiciclo, Rivera aseguró en los pasillos del Congreso que «la única salida» que tiene Sánchez es convocar elecciones generales anticipadas, ya que «cada vez tiene menos fuerza para seguir». A su juicio, el Ejecutivo ya era «débil» al no contar con una mayoría estable, pero ahora, «hace aguas» y su tiempo «se agota».