El personaje

Teresa Ribera: candidata discutida y discutible

Las espadas están en alto mientras la cifra de víctimas aumenta en Valencia frente al inexplicable silencio de la ministra

Ilustración Teresa Ribera
La candidata a la vicepresidencia ejecutiva de Transición Limpia, Justa y Competitiva, y a la cartera de Competencia de la Comisión Europea, Teresa Ribera, durante su intervención en el Parlamento Europeo en el proceso de audiencia para la confirmación de su candidatura a la Comisión Europea, en el Parlamento Europeo, a 12 de noviembre de 2024, en Bruselas.PlatónLa Razón

Mucha tensión y días de espera en el Parlamento Europeo. La decisión del Partido Popular Europeo (PPE) de vetar el nombramiento de Teresa Ribera, actual ministra de Transición Ecológica y Reto Demográfico de España, como nueva vicepresidenta de la Comisión Europea, aboca al gobierno de la UE a una crisis institucional sin precedentes. El máximo órgano está de momento en el aire hasta que Ribera explique qué hizo para prevenir y detectar la enorme riada que ha arrasado l’Horta Sud de Valencia, con el saldo trágico, hasta la fecha, de más de doscientos muertos. El PPE, la formación política más importante de la Eurocámara, liderado por el alemán Manfred Weber, exige dos condiciones ineludibles para aceptar la evaluación de la ministra española: su comparecencia en el Congreso de los Diputados para hablar sobre la catástrofe valenciana y su compromiso, en caso de resultar elegida, de dimitir de inmediato si es imputada. El pulso es enorme, por un lado entre el presidente del Gobierno español Pedro Sánchez, con el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, y los dos dirigentes de la CDU, Manfred Weber y la propia presidenta de la Comisión, Ursula Von der Leyen, ambos del mismo partido, pero adversarios irreconciliables.

Las últimas horas de la política europea están en ascuas mientras las noticias para Teresa Ribera son muy negativas. Los informes de la Confederación Hidrográfica el Júcar, que detectan una negligencia del ministerio dirigido por Ribera para frenar las obras del barranco del Poyo y La Saleta, epicentro de las terribles inundaciones que se han saldado con tantas vidas, la colocan en un callejón de difícil salida. Los nuevos comisarios de la UE deberán tomar posesión de sus cargos antes del próximo uno de diciembre, pero las posturas siguen muy enrocadas. Desde La Moncloa y el PSOE aseguran que Sánchez defenderá la candidatura de Ribera «por encima de todo», mientras en el PP advierten de que «Ribera, de ninguna manera». Las presiones de Alberto Núñez Feijóo sobre el PPE han surtido efecto y la aspirante socialista, prácticamente desaparecida en medio de la trágica DANA valenciana, queda a la espera de cómo se soluciona esta grave crisis institucional que puede llevarse por delante a todo la Comisión Europea. Su presidenta, Ursula von der Leyen, vive una encrucijada entre el apoyo a la aspirante socialista y la oposición a su propio partido, el PPE.

El escenario es envenenado. El PPE, atento a las presiones de Núñez Feijóo, que ha movido muy bien sus hilos en la UE, ha sacudido el tablero comunitario paralizando el nombramiento de Ribera como vicepresidenta. Los socialdemócratas se revuelven y advierten de que el futuro gobierno europeo está en peligro. Von der Leyen intenta mitigar la crisis sin conseguirlo y la críticas contra la ministra española por su papel en la tragedia de la DANA arrecian cada día más. Desde el PSOE acusan al PP de «antipatriota» y en el partido de Feijóo ven este episodio como un triunfo del dirigente popular para trasladar el drama de las inundaciones al escenario internacional por la pésima gestión de Pedro Sánchez y la titular del Ministerio de Transición Ecológica (Miteco). En el entorno del PP, con el respaldo de sus socios conservadores europeos, advierten de que Ribera podría acabar encausada por la DANA y exigen que tenga «las manos limpias» antes de sentarse en un puesto de tal relevancia. Las espadas están en alto mientras la cifra de víctimas aumenta en Valencia frente al inexplicable silencio de la ministra.

Candidata discutida y discutible, bajo un veto de acusaciones cruzadas entre el PSOE y el PP en España, y las principales formaciones políticas en Bruselas, Teresa Ribera afronta un nuevo desgaste desde que fue elegida por Pedro Sánchez como ministra para la Transición Ecológica, cuya gestión ha sido altamente polémica y muy criticada en los sectores afectados. «Una pesadilla», dicen muchos de ellos sobre esta ministra, a quien acusan de ignorar el tejido productivo. Sin mucho éxito, Ribera ha intentado erigirse en artífice de la llamada Agenda Verde en España, impulsando leyes como la del Cambio Climático y Transición Energética que, por su radicalismo ecológico, han sido muy criticadas en sectores energéticos, agrícolas y ganaderos. Licenciada en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid, Diplomada en Derecho Constitucional por el Centro de Estudios Constitucionales, Ribera pertenece al Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado y ha desempeñado varios cargos técnicos en la Administración Pública como el gabinete del subsecretario de Medio Ambiente, directora de la Oficina Española del Cambio Climático y Secretaria de Estado de este área bajo el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. En el año 2015 se incorporó al equipo de expertos de Pedro Sánchez para elaborar el programa electoral del PSOE en materia de Medio Ambiente, Transición Ecológica y Sostenibilidad.

En junio de 2018 fue nombrada ministra para la Transición Ecológica y Reto Demográfico en el primer gobierno de Sánchez. Impulsó un Plan estratégico para favorecer el autoconsumo eléctrico y la descarbonización, y se integró en el equipo de confianza del presidente como vicepresidenta tercera del Ejecutivo. Considerada una buena técnica, pero con rictus partidistas, ha mantenido varios pulsos con las grandes empresas energéticas, eléctricas y sectores agroalimentarios. Casada con Mariano Gacigalupo, consejero de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), relación por la que recibió fuertes críticas de la oposición por un presunto conflicto de intereses, es madre de tres hijas. Firme defensora de las energías renovables y acabar con las nucleares, ha mantenido un continuo pulso con las grandes empresas del sector integradas en el Ibex. Sus declaraciones contra los coches contaminantes, las nucleares, el diésel y defensa del vehículo eléctrico la han puesto más de una vez en el centro de la polémica. Ahora se la juega en Europa: Todo o nada.