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Robres, un pequeño municipio oscense, el Ohio español
En este municipio oscense de poco más de 500 habitantes se decide en cada elección quién será el partido más votado. Nunca han fallado en cuatro décadas de democracia. «Aquí tenemos gente de todas las razas y rarezas, somos muy variados», argumentan.
En este municipio oscense de poco más de 500 habitantes se decide en cada elección quién será el partido más votado. Nunca han fallado en cuatro décadas de democracia. «Aquí tenemos gente de todas las razas y rarezas, somos muy variados», argumentan.
«La misma democracia que tenemos en las cartas es la que hay en España». Con esta frase sienta cátedra uno de los vecinos de Robres mientras mueve la baraja en el bar de este pueblo oscense que, según las estadísticas, es el Ohio español, es decir, la localidad que mejor reproduce los resultados nacionales en unas elecciones generales. Así ha sido desde los primeros comicios tras la promulgación de la Constitución en 1979: entonces dieron la victoria a Adolfo Suárez, más tarde a Felipe González, a José María Aznar, a José Luis Zapatero y a Mariano Rajoy. Ante tal poder adivinatorio, viajamos hasta este municipio de 550 habitantes al sur de Huesca para saber en quién confiarán su voto mañana.
Resulta inevitable comenzar las entrevistas con los lugareños con la pregunta de: «¿Por qué siempre aciertan?». Conchita Bolea lo tiene claro: «Porque somos muy variados en cuanto a ideología, bien es cierto que los que viven aquí todo el año, unas 300 personas, son más bien personas mayores y su voto suele ser el mismo, pero luego, el resto de vecinos que reside fuera pero viene aquí a votar, se deja llevar más por las nuevas tendencias. Somos un pueblo de mentalidad muy abierta», analiza mientras remata la compra de la semana en el supermercado. Pocos, por no decir ninguno de los robresinos, ha puesto un pie jamás en Ohio, incluso dudan de su ubicación exacta en el mapa de Estados Unidos. Eso sí, todos parecen sentirse orgullosos con este apelativo con el que los medios nos referimos a su municipio. Bien es cierto que en España existen unos 80 «pueblos faro» –casi la mitad se ubican en Aragón–, es decir, localidades que aciertan el resultado, pero Robres es, según los analistas, el que menor margen de desviación presenta tan solo un 3%. En esta ocasión, la opción favorita de la mayoría del pueblo es Pedro Sánchez, «pero de poco sirve que atinemos con el resultado, porque estamos en la era de los pactos», se sincera Conchita que nos dice «por lo bajini» que ella es más de izquierdas.
Para Jesús Serrano, de 86 años, la clave está en que «aquí somos muy variados, pero yo no he cambiado de voto en mi vida, siempre al PSOE, porque son los que quieren lo mejor para los españoles». Eso sí, confiesa que en su vecindario «son más veletas». A uno le cuesta realmente discernir si realmente es Robres quien marca el paso de las encuestas o son éstas las que influyen en la papeleta de los vecinos. Pero si echamos la vista atrás, lo cierto es que hilan fino. Por ejemplo, en 2008, aquí le dieron el oro a Zapatero con un 43%, un resultado similar al obtenido a nivel nacional (43,8%). En 2011, Rajoy se hacía con el 44,65% de los votos, mayoría absoluta, y en Robres alcanzó el 52%. En 2015 y 2016 también le dieron la victoria al PP. Y así todos los años, incluso con la aparición de los nuevos partidos no se ha visto alterado el tino de este «swing village», como se denomina tirando de manual electoral estadounidense, a los que en cada comicio aportan un resultado diferente, como es el caso de Ohio.
Cada robresino es portador de un patrón electoral y Carlos responde a ese ciudadano indignado que castigará con su abstención a los políticos. Así nos lo confiesa a los pies de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Y, por supuesto, no podría faltar Vox, por quien tiene pensado votar Andrés, que carga con un par de barras bajo el brazo y nos pide celeridad porque el estómago llama a su puerta. «Yo casi nunca voto a los mismos, en esta ocasión me decantaré por el Rivera o el Abascal, hay que darle un tirón de orejas al PP, que no lo ha hecho muy bien en los últimos años», asevera. Mientras trata de hacernos su particular estudio sociológico sobre las características idiosincráticas que hacen de su pueblo una referencia, relata que en una ocasión, «en 1982 si no recuerdo mal» también votaron aquí por Herri Batasuna «y consiguieron dos escaños en el Congreso, parece que somos adivinos. Me decía entonces un guardia civil que para qué iban a irse al País Vasco si tenían aquí a los batasunos», se ríe. «Oye y también aquí se vota a ERC y a hasta a los falangistas, somos muy completos», concluye.
Sobre el «caso HB» nos habla la alcaldesa de la localidad, Olga Brosed, quien amablemente nos abre las puertas del Ayuntamiento haciéndonos sentir como en casa. «Aquello fue más bien una anécdota. Si no recuerdo mal fue un chiquillo de aquí tenía una novia vasca y por hacer la gracia él convenció a su cuadrilla para que todos votaran por Herri Batasuna. Y lo hicieron. Once votos sacaron», nos cuenta.
Cambio radical
Brosed no tiene respuesta para desvelarnos los secretos proféticos del pueblo que dirige. «Representamos, digo yo, lo que es la sociedad española a pequeña escala y además que somos muy listos oye», apunta entre risas. Ella, como socialista, no tiene duda de que la victoria será para Sánchez, «además este año voy en las listas para el Congreso y eso supongo que también les animará a los del pueblo a votar al PSOE porque aquí se vota mucho a la persona». Dice que, aunque no le guste, también habrá en esta ocasión votos para VOX «porque son el fenómeno de este año». «Aquí lo que ocurre es que los que siempre han votado al PP han digerido mal lo que ha hecho el partido estos años y parece que se identifican más con Vox, así que lamentablemente habrá votos para ellos», augura. En cuestión de pactos, para ella sería ideal que Sánchez se acercara a la izquierda, «pero la alta política es muy complicada y no sé lo que pasa por allí», añade.
Robres, además de ser el Ohio español, también podría integrar la lista de esos pueblos de la España vacía de los que tanto se habla ahora. Caminando por sus calles de la localidad, que vive principalmente de ganado porcino, la mayoría de las personas superan los 70 años y tan sólo aparece de vez en cuando algún grupo de niños desperdigado. «Bueno, pues no somos de los peores pueblos, hay un colegio con unos 30 niños y una guardería con seis críos»; nos cuenta Raquel, que lleva un carrito con su hijo recién nacido. «Yo soy una de las indecisas, aún no sé qué hacer, eso sí votar, votaré. De unas elecciones a otras cambio radicalmente de partido, lo reconozco», explica al tiempo que nos relata el «horror» de las «fake news» que se disparan por las redes. «Que si Iglesias cerró una planta entera del hospital para que atendieran a su hijo, que si Rivera hace saludos nazis..., hay que tener mucho cuidado. Eso sobre todo lo hacen los de Vox, así que ojo...», aconseja.
Para Eduardo, «chalados» hay en todos los sitios, así que habrá que «soportar los votos de la ultraderecha, qué vamos a hacer». «En Robres tenemos de todas las razas y rarezas, por eso siempre acertamos. Oye y para lo pequeño que es el pueblo tenemos de todo ¿eh? Hasta Spa», comenta orgulloso. Dos jóvenes, rara avis en el lugar, pasan mientras hablamos con Eduardo. Ellas parece que tienen segura su apuesta: el primer puesto será para Sánchez, pero habrá gobierno tripartito de derechas. «Aquí vamos a la moda. Que se lleva tripartito, pues tripartito, nos unimos a los cambios fácilmente», dicen Claudia y Alba, de 28 años.
En el restaurante La Plana, mientras apuran el café y el cigarrillo de después de comer, un grupo de ganaderos nos advierten, «oye no nos saquéis más, que luego la gente se da cuenta de lo bien que vivimos y nos llenan esto de gente». De momento, su único objetivo es dar una vez más en el clavo el 28-A.