Relevo en el PP
Nosotros, los de «Nuevas»: Nuevas Generaciones, de la cantera del PP a la cúpula del partido
De la cantera del PP a la cúpula del partido. Pablo Casado se ha rodeado en la dirección del nuevo PP de un núcleo duro con un denominador común: su militancia en Nuevas Generaciones
Pablo Casado ha tomado las riendas del PP rodeado de personas de confianza con las que comparte un pasado común en las Nuevas Generaciones del partido, que él mismo presidió.
Pablo Casado ha tomado las riendas del PP rodeado de personas de confianza con las que comparte un pasado común en las Nuevas Generaciones del partido, que él mismo presidió. Una militancia de calle en la cantera de los populares que impregna ese aire fresco con el que el sucesor de Rajoy quiere encabezar el relevo generacional, en algunos casos junto a jóvenes políticos –con Teodoro García Egea al frente– que, como él, nacieron en los años 80 y que pretenden trasladar a la dirección nacional el entusiasmo y el compromiso característicos de esos años de militancia juvenil en el PP.
El futuro siempre está por escribir, pero ha empezado a perfilarse ya de forma nítida en las filas populares. Lanzado a la cima, Casado ha diseñado ya su «dream team», encajando personalidades, recompensado lealtades y limando aristas, y no sólo para impulsar el partido, sino también para fortalecer el grupo parlamentario. Las primarias dejan grietas abiertas que no conviene dejar sin cerrar lo antes posible. Y, desde luego, nadie podrá negar al nuevo líder generosidad en pos de la unidad y la integración, al tiempo que ha convocado sin titubeos a su alrededor una renovación generacional, aunque ni de lejos inexperta, empezando por García Egea y el vicesecretario de Organización, Javier Maroto.
A ambos ha confiado Casado las riendas de la importante maquinaria de Génova 13. Son de su total confianza y «muy conscientes los dos de la dificultad que siempre tiene Pablo para delegar», según me advierte un cercano al presidente del partido. A partir de ahora, evidentemente, se verá obligado a hacerlo.
García Egea
García Egea sólo tiene 33 años, pero con una sólida formación – es ingeniero de Telecomunicaciones – y una personalidad resolutiva. Crecido en las tertulias televisivas, ha sido, como su jefe de filas, uno de los rostros más habituales de «La Sexta Noche» en los momentos más duros para la organización, dispuesto siempre a partirse la cara por el PP y sus ideas y reivindicar el servicio público como una actividad apasionante y limpia. Sabía de lo que hablaba.
De trato cercano y afable, entró en política activa hace ya una década como concejal en Cieza, su localidad murciana natal, cuando los jubilados del lugar marcaban su número de teléfono para que les colocase la TDT en el televisor ante el salto del analógico al digital. Era el inicio de una carrera fulgurante que lo llevó al Congreso y que, de momento, ha culminado con su desembarco en la cúspide popular. El amigo de Casado ha visto recompensada su dedicación como jefe de campaña en las primarias, retirado ya de los campeonatos del mundo de lanzamiento de hueso de oliva mollar chafá tras ganar ese certamen en 2008 en Cieza, pero no así de su condición de pianista. No pudo resistirse a colgar en Twitter, hace apenas unos días, un vídeo de él mismo tocando en la calle el considerado rey de los instrumentos. Es un hombre muy sencillo, en el mejor sentido del término, y de enorme cercanía. Dos cualidades humanas importantes hoy y que cobran aun mayor valor dentro de la clase política. Su principal misión pasa por capitanear una importante y absolutamente necesaria modernización de las siglas. Lo que llegue está por definirse, pero, con él a los mandos, estará a la altura de la trascendencia del momento y, como comentan entre risas sus compañeros, «será 2.0 o no será».
Marta González
La apertura de ventanas para permitir la entrada de aire fresco, qué duda cabe, será cosa también de Marta González, al frente de la vicesecretaría de comunicación. Experta en Historia Medieval, sí, aunque con una amplia trayectoria política y rodeada de colaboradores de enjundia como Juan Corro, Marga Prohens, y el evidente puntal, ocupando la secretaría del ramo, de Isabel Díaz Ayuso. Entre sus tareas, intensificar la presencia del PP en las redes sociales, «y si es posible arrasar», un empeño del propio Casado, impulsado ya con clara notoriedad por la propia Díaz Ayuso, sin lugar a dudas «una máquina a la hora de comunicar». Perteneciente al núcleo duro del líder, de quien es compañera y amiga desde sus años en Nuevas Generaciones de Madrid, experimentada periodista, ha sabido sacudir en los platós el estereotipo de antipáticos, distantes y lejanos que han arrastrado, de manera justa o injusta, los políticos populares.
Antonio González Terol y Ana Camins
Rostro de la regeneración del partido en Madrid es igualmente el dispuesto Antonio González Terol, alcalde de Boadilla del Monte y secretario de política local. Con gran predicamento interno tiene fama de ser hombre resolutivo, que ahora deberá demostrar cuando se está jugando la línea de salida del futuro popular madrileño junto a otros altos cargos de la estructura regional, como la competente Ana Camins, persona de la más absoluta confianza y cercanía a Pablo Casado y que muchos ven preparada para desafíos de altos vuelos.
Son lo nuevo, lo fresco, quienes encarnan las energías para ofrecer un audaz y ambicioso giro al proyecto de centro-derecha. Una camada de fieles al líder, proveniente toda ella de esas Nuvas Generaciones, la organización juvenil política del PP, en la que se pueden incluir nombres de diputados como los de la valenciana Belén Hoyo o el canario Guillermo Mariscal, ambos en la dirección del Grupo Popular en el Congreso que encabeza Dolors Montserrat. Igualmente, entre ellos hay que incorporar al joven presidente de la Comunidad de Murcia, Fernando López Miras, al presidente del PP de Tarragona, Alejandro Fernández , o a la diputada burgalesa Sandra Moneo, curiosamente secretaria general de Nuevas Generaciones con Juanma Moreno como presidente nacional de la organización. Todos ellos, a pesar de su juventud, llevan a sus espaldas muchas puñaladas políticas en su cuerpo, y, sobre todo, son hombres y mujeres de su tiempo, con probada capacidad política, y tienen perfectamente interiorizada la necesidad de ocupar mucho espacio en los medios para dar la batalla ideológica, recuperar la identidad y el rumbo perdidos, en un momento en el que la fragmentación política exige emplearse a fondo para sumar votantes. Otra ocasión así, probablemente, no se les va a presentar.
El lavado de cara del partido dependerá igualmente de Maroto. Nadie discute que con él la nueva corriente de renovación no ha llegado por casualidad. El ex alcalde de Vitoria ha dado muestras de sobra de aspirar a dejar atrás un modelo de formación, ideada por Aznar y heredada por Mariano Rajoy, que los tiempos han agotado. En sus manos estará motivar de nuevo a una militancia que salió en buena parte corriendo, restaurar la marca, y reconectar con las clases medias y urbanas que se han sentido maltratadas por algunas decisiones del Gobierno de Rajoy. En ese equipo novísimo y rebosante de ganas permanece como estaba Andrea Levy, la cara más moderna y refrescante del PP de los últimos años, al frente de estudios y programas.
Pero para el éxito de cualquier proyecto, resulta clave además la unidad. Casado ha hecho un esfuerzo sin precedentes por sumar. Lamentablemente, Soraya Sáenz de Santamaría ha seguido sin aceptar una silla en el Comité Ejecutivo Nacional del PP. «Soraya firmó su sentencia al reclamar a Pablo el 40% de los cargos», sostiene un experimentado dirigente. Y como la ex vicepresidenta, han rechazado los puestos ofrecidos su círculo de confianza, José Luis Ayllón, Álvaro Nadal o Fátima Báñez a la que se ofreció la vicesecretaría de Política Social, hoy en manos de otra sorayista, la alcaldesa de Logroño, Cuca Gamarra. Ello sólo demuestra su difícil digestión de la derrota, pero cada día van quedándose más solos. Como si de piezas de dominó se tratarán, los territorios van alineándose con su presidente nacional.
LA RAZÓN informó en 2007 de la protesta ciudadana tras la decisión de la Fiscalía de retirar la acusación por enaltecimiento del terrorismo contra el portavoz batasuno Otegi, en la que participó un jovencísimo Casado