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Mariano Rajoy: Las 10 claves de la despedida de un buen hombre
El discurso de un buen hombre y de un político que nos ha dejado páginas inolvidables y un sinfín de anécdotas.. ¡ya le echamos de menos!
El discurso de un buen hombre y de un político que nos ha dejado páginas inolvidables y un sinfín de anécdotas.. ¡ya le echamos de menos!
Las 10 claves del último discurso de Mariano Rajoy como presidente del Partido Popular antes de se decida el nombre de su sucesor en el Congreso Extraordinario que culmina con la elección de candidato.
► 1. Neutralidad. Rajoy quiso, desde el minuto cero, diferenciar su salida de la de su predecesor. No dejó designado un sucesor «a dedo», como si hizo Aznar con él, ni ha intervenido de forma pública - parece que sí entre bambalinas - en las primarias. No hizo una sola referencia a Casado o a Sáenz de Santamaría. Fue una pieza, estrictamente, reivindicativa de su labor y de su gestión. Casi al final, y a la gallega, dejó solo una mínima sobra: «Me aparto, pero no me voy». Aunque a renglón seguido añadió: «Seré leal». Último mensaje envenenado a Aznar y única vez en la que le brotaron dos lágrimas.
► 2. Orgullo. El ya expresidente enfatizó el honor que han supuesto para él estos años. Blandió su hoja de servicios en el PP, en paralelo a su propia vida, desde que empezó pegando carteles, en 1977, y ocupó poco después su primer cargo como de simple concejal. Orgulloso también al exhibir sus logros, sobre todo económicos: «Dejamos una España mejor que la que encontramos». También reivindicó los políticos, al recordar la declaración de independencia del Parlament: «Muchos sabían lo que había que hacer... después de que lo hubiéramos hecho nosotros». Frases enhebradas con su flema y seguridad habitual. Con gesto firme y sereno, pero tajante a la vez. Sin levantar la voz y recurriendo al típico movimiento de su mano derecha de arriba abajo con el índice y el pulgar enlazados.
► 3. Generosidad y gratitud para los suyos: «Nada de esto hubiera sido posible sin vuestra colaboración». Elegante gesto de un líder que sabe reconocer que, por sí solo, nada hubiera conseguido.
► 4. Autojustificación: «Jamás he pagado un solo precio político a los asesinos... jamás he procedido a un acercamiento de presos». «Hemos derrotado a ETA... ¡a cambio de nada!». Solo en este momento se permitió levantar algo la voz. «No gobernamos, no por la voluntad de los españoles...» volvió minutos más tarde. Y nueva autojustificación: una parte de su intervención, por cierto, en la que Rajoy usó sus papeles como apoyatura, colocándolos con el canto de la mano, pero no leyendo, contrariamente a lo que suele ser habitual. Fe en sí mismo hasta el último día. Y todo, sin necesidad de ser vibrante; el nunca lo ha sido. Genio y figura, estilo propio, hasta el final.
► 5. Integridad y responsabilidad. En privado ha manifestado su desagrado porque nunca pensó que su marcha fuera a desatar tal lucha fratricida. Es conocido que hubiera preferido una candidatura única. No pudo ser. Responsabilidad también a la hora de «hacer lo que hay que hacer (en referencia a no pedir el rescate) aunque no fuera simpático a los medios.
►6. Imperturbabilidad. Apenas una lágrima y ni un aspaviento. Mucho menos un mal gesto o una estridencia. Rajoy, «the quiet man». Ni siquiera se alteró cuando dijo: «He tenido el honor de ser político, y a mucha honra». Y levantó especialmente el mentón, señal inequívoca de que cree en lo que dice, al reivindicar los valores de la ilusión, el compañerismo o el entusiasmo, en la actividad política: «... al contrario de lo que muestran en algunas series de culto». No podía faltar un recuerdo al comportamiento heroico, así lo calificó, de los compañeros que arriesgaron y perdieron la vida en el País Vasco en los años de plomo: «¿por dinero?... ¡no! Era una batalla por la libertad». Aquí Rajoy endureció el gesto y permitió constantes interrupciones con aplausos que, sin duda, no consideraba suyos, sino de las víctimas de ETA.
► 7. Autoridad moral. Así quedó patente en todas las intervenciones. Desde Luis de Grandes hasta Ana Pastor, pasando por Cospedal. Rajoy, solo agradeció en su discurso los desvelos a su mujer. Hasta en esto fue exquisito.
► 8. Emoción. El momento más bonito y entrañable la dedicatoria a su mujer. Un recuerdo para todas las parejas de los políticos y a sus renuncias.
► 9. Honradez personal y confianza en el futuro. No ya solo porque nunca se haya podido demostrar que se haya llevado un euro sino porque, a diferencia de su antecesor, jamás tendrá la tentación de «enredar» o influir.
En cuanto a la confianza en el futuro, aquí el expresidente «se vino arriba», al recordar que el PP sigue siendo el primer partido de España, con dos millones de votos más que el segundo: «No gobernamos porque la izquierda y la extrema izquierda tenían urgencia por interrumpir nuestros éxitos», dijo.
► 10. Naturalidad: «Los hay que se presentan con mucha pose, mucha substancia y poco contenido... nosotros (se refería a él, claramente) no lo hemos necesitado. Lo que ha hecho grande al PP (también a él, suponemos) son las decisiones... aunque sean impopulares».
Lo dicho, genio y figura. Hasta el último suspiro político. El discurso de un buen hombre y de un político que nos ha dejado páginas inolvidables y un sinfín de anécdotas..¡ya le echamos de menos!
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