Ministerio de Defensa
Líbano: una década de cascos azules españoles
El área bajo control español linda con Siria y es una de las más inestables
El 15 de septiembre de 2006, después de una semana de travesía desde España a bordo de cuatro buques, 560 militares españoles llegaban a la playa de Tiro, al sur de Líbano. Escoltados por tropas francesas y libanesas, llevaron a cabo una de las mayores operaciones de desembarco de la historia de las Fuerzas Armadas y con ella se iniciaba la participación de nuestro país en la Fuerza Interina de Naciones Unidas para el Líbano (FINUL). Y es que, pocos meses antes, la situación en el país había empeorado. Los milicianos de Hizbulá habían atacado una base israelí dejando ocho militares muertos y dos desaparecidos, algo que Israel entendió como una declaración de guerra. A partir de ese momento, las hostilidades y los ataques volvieron al sur del país. La ONU decidió ampliar la Fuerza internacional que trabajaba en la zona desde 1978 y España, bajo el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, no dudó en participar. Los primeros en llegar fueron 490 efectivos de la Fuerza Expedicionaria de Infantería de Marina y una avanzadilla de 76 militares de la Brigada de la Legión, unidad que un mes después sustituiría a la de la Armada. Arrancaba la primera rotación de la operación «Libre Hidalgo», que ya va por el contingente número 25.
Diez años después –y pese a que en numerosas ocasiones se ha planteado que esta misión debe terminar– los cascos azules continúan en la base «Miguel de Cervantes» de Marjayoun, desde donde se encargan del control del sector este. Eso sí, de los 1.100 efectivos que como máximo estuvieron desplegados hasta 2012 se ha pasado a los 600. La calma es, desde hace muchos años, «tensa», como dicen siempre los efectivos desplegados. Tanto, que este aniversario estuvo a punto de verse empañado por un incidente ocurrido el miércoles y que finalmente quedó en un susto. Un blindado español con cuatro efectivos a bordo pisó una de las miles de minas que inundan el sur del país, la cual estalló sin dejar víctimas. El artefacto pertenecía a una guerra antigua y las investigaciones descartaron un atentado.
La misión de los cascos azules españoles es la de patrullar la delicada «Línea azul», que separa Líbano e Israel desde el año 2000 para evitar nuevos incidentes. Para ello, además de hacerlo a pie, también tienen bajo su responsabilidad tres puestos avanzados desde donde controlan esta frontera marcada por la ONU: el 9-64, el 9-66 y el 4-28. El objetivo no es otro que velar por el cumplimiento de la resolución 1701 de la ONU, que entre otros aspectos marca el fin de las hostilidades, el desarme de todos los grupos armados (incluido Hizbulá) o que no haya fuerzas armadas ajenas a la misión entre el río Litani y la «Línea Azul».
El área bajo control español es una de las más inestables, ya que no sólo linda con Siria, sino también con las Granjas de Sheeba, reclamadas por Líbano y donde los enfrentamientos son constantes. En la actualidad, el XXV contingente está formado sobre la base de la Brigada Paracaidista (BRIPAC), junto a la que se encuentran efectivos del Regimiento «Lusitania» 8 y de la Agrupación de Apoyo Logístico 11. Todos bajo las órdenes del general Alfredo Pérez de Aguado Martínez, que desde el 21 de mayo lidera el sector este. Desde aquella mañana soleada de septiembre de 2006, por Líbano han pasado cerca de 22.000 militares españoles, de los que 14 han perdido la vida.
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