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«La Policía y la Guardia Civil son unos animales y unos bestias que sólo saben dar palos»

La Fiscalía denuncia a nueve profesores de un instituto de Barcelona por «humillar» y «señalar» a hijos de agentes tras la actuación policial en el referéndum ilegal del 1-O

Un grupo de personas protesta en un centro de votación ante la Guardia Civil. EFE/Andreu Dalmau larazon

La Fiscalía denuncia a nueve profesores de un instituto de Barcelona por «humillar» y «señalar» a hijos de agentes tras la actuación policial en el referéndum ilegal del 1-O.

«La Policía y la Guardia Civil son unos animales y unos bestias que sólo saben dar palos». «Parecen perros rabiosos». «El que esté a favor de la violencia policial que se quede en clase y el que no, que se baje al patio» (para una concentración de protesta). «¿Estarás contento con lo que hizo tu padre ayer?». Son algunas de las frases que tuvieron que escuchar varios hijos de guardias civiles horas después del referéndum ilegal del 1-O por boca de sus profesores en el instituto El Palau de Sant Andreu de la Barca (Barcelona). Unos hechos por los que el Servicio de Delitos de Odio y Discriminación de la Fiscalía de Barcelona ha denunciado a nueve docentes del citado centro, ante el Juzgado de Instrucción número 3 de Martorell, por un delito de lesión de la dignidad de las personas por motivos de discriminación por nacionalidad. A cinco de ellos, además, les imputa otro delito de injurias graves contra los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad.

En su denuncia, el Ministerio Público detalla el «comportamiento humillante y sectario» que infligieron supuestamente los profesores a esos alumnos, que generó en ellos situaciones de «ansiedad», «abatimiento» e «inquietud», además de exponerlos «al rechazo y hostilidad» de sus compañeros de aula. Y es que uno de estos docentes llegó a pedir a sus alumnos, el pasado 20 de octubre, «que levanten la mano los hijos de los guardias civiles» con ocasión de una huelga estudiantil independentista.

Con su actitud, dice la Fiscalía, rompieron los principios rectores del sistema educativo: el respeto de los derechos y deberes que se derivan de la Constitución, del Estatuto y del resto de la legislación vigente, la inclusión escolar y la cohesión social así como la exclusión de cualquier tipo de proselitismo o adoctrinamiento y el respeto a la convivencia.

Tras recibir las denuncias de algunos padres, la Fiscalía tomó declaración a seis de los docentes, que aseguraron que fueron los propios alumnos los que propiciaron el debate tras la actuación policial el 1-O. El Ministerio Público, sin embargo, enmarca lo sucedido en el ambiente de «profunda hostilidad» hacia las Fuerzas de Seguridad por parte de los sectores independentistas, un «patente clima de rechazo social» que, argumenta, hace que los profesores fuesen conscientes del «menoscabo moral» y «humillación» que podían provocar con sus comentarios.

En clase de matemáticas de 4º de la ESO, un profesor al que se identifica como Jordi se excusó ante sus alumnos al día siguiente del 1-O. «No me encuentro en disposición de dar clases normales por lo acontecido ayer, ya que la Policía y la Guardia Civil me han tratado a palos, porque son unos animales y unos bestias que sólo saben dar palos». La situación se repitió en la siguiente clase con otra docente, Ruth, que se dirigió a los estudiantes refiriéndose a los guardias civiles como «unos animales que sólo saben dar palos». La hija de un agente del Instituto Armado, dice el fiscal, «se sintió señalada y humillada» y expuesta al rechazo de sus compañeros. «Angustiada», llamó a su padre para que la fuera a buscar «porque no aguantaba más la presión».

«Parecen perros rabiosos»

Otra hija de guardia civil también padeció «una situación de desasosiego y angustia» después de que su profesor asegurara ese mismo día que se encontraba muy triste y sin ganas de dar clase «por la violencia desproporcionada» de la Policía y la Guardia Civil en la jornada del referéndum ilegal.

A mediodía, los docentes «exigieron» a todos los alumnos que bajaran al patio para una concentración de repulsa y, según aseguró otra de las profesoras, Gemma, «para defender la independencia». Para expone los motivos de la protesta, otra docente mostró a sus pupilos una foto de 50 guardias civiles comentando: «Parecen perros rabiosos». Una menor, hija de un guardia civil, «manifestó su desacuerdo y trató de explicar entre lloros y con gran sentimiento de angustia» que su padre y los demás agentes «estaban haciendo su trabajo y que si no se hubieran resistido a entrar en el colegio no habría pasado nada». La profesora le dijo que abandonara la clase y se fuese al lavabo a secarse las lágrimas.

En otra de las clases, la profesora de inglés preguntó a sus alumnos quiénes eran hijos de guardias civiles, «con el fin de señalarlos» y dejarles en evidencia ante sus compañeros, generándoles «sentimientos de culpa con la consiguiente humillación dado el ambiente hostil que se respiraba en todo el instituto». A consecuencia del incidente, uno de los menores expresó a sus padres durante varios días «su inquietud» ante la posibilidad de que estos hechos se pudieran prolongar en el tiempo.

Otra de las docentes se dirigió a sus alumnos en su clase de Ciencias Naturales en estos términos: «El que esté a favor de la violencia policial que se quede en clase y el que no, que se baje al patio». Más de la mitad de la clase se negó a secundar la protesta, pero el jefe de Estudios les obligó después a bajar al patio, «viéndose obligados a hacerlo dada su autoridad educativa». Dos menores hijos de guardias civiles tuvieron que ser recogidos por su madre dada la «situación de ansiedad» que sufrían.

«¿Estarás contento?»

«¿Estarás contento con lo que hizo tu padre ayer?», le espetó una de las docentes, Lucía, a uno de sus alumnos, de doce años, hijo de un agente, que «se puso a llorar porque no entendía el comentario de la profesora». Ante la situación «denigrante» vivida, el menor se mostró «apagado» en los días posteriores, «afectándole negativamente» las indicaciones de la docente.

Otra profesora, Carina, también se mostró «muy afectada» por la «actuación desproporcionada de la Guardia Civil en el día de ayer» y decidió no dar la clase que tenía programada. La hija de un agente «se sintió muy afectada porque creía que la clase se había suspendido por culpa de su padre y de sus compañeros». Hasta el punto de que insiste a sus padres todos los días «que se tienen que ir del cuartel y de Cataluña, expresando temor a que le puedan pegar y cerrando la persiana de su habitación por miedo a que le pueda pasar algo».

«Unos salvajes». Así definió otra profesora, Helena, a la Guardia Civil tras su actuación el 1-O. Contrariada porque la hija de un agente no quería secundar la protesta porque ella iba al instituto «para estudiar y no para hablar de política», le espetó: «Pues eso es lo que hay, si no te gusta ahí tienes la puerta». La menor, recuerda la Fiscalía, recogió sus enseres y abandonó la clase «muy afligida».